Sigue venciendo el mal con el bien (Rom. 12:21). |
Si somos amables y procuramos comunicarnos abiertamente con los demás, nos costará menos vivir en paz con ellos. Pero también sucede a la inversa: si procuramos vivir en paz con los demás, nos costará menos comunicarnos abiertamente con ellos. Cuando nos comportamos con bondad —dando ayuda, haciendo regalos de corazón o siendo hospitalarios—, favorecemos la comunicación franca. Si actuamos así cuando tenemos un problema con alguien, “amontonar[emos] brasas ardientes sobre su cabeza”, lo que de seguro sacará a la luz sus cualidades y nos facilitará hablar las cosas y arreglarlas (Rom. 12:20). Alguien que tenía muy claro el efecto de la bondad era el patriarca Jacob. Temiendo que Esaú, su hermano gemelo, se dejara llevar por la furia y lo matara, salió huyendo. Pero al cabo de muchos años regresó. Esaú salió a su encuentro acompañado de 400 hombres. En ese momento, el patriarca pidió ayuda a Jehová. Pero además le envió a su hermano muchos animales de sus manadas. Aquel regalo logró ablandar su corazón, de modo que Esaú corrió enseguida a abrazar a Jacob (Gén. 27:41-44; 32:6, 11, 13-15; 33:4, 10). w10 15/6 4:10, 11 |
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lunes, 23 de enero de 2012
Texto Diario Viernes 3 de Febrero
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