Semana 2 de mayo
Lectura de la Biblia: Job 38 a 42
Núm. 1: Job 40:1-24
Núm. 2: Los beneficios de tener genio apacible y ser paciente
Núm. 3: Si alguien dice... “¿Acepta usted a Jesús como su Salvador personal?” (rs pág. 217 párrs. 1, 2)
(Job 38:1-42:17)
38 Y Jehová procedió a responder a Job desde la tempestad de viento y decir: 2 “¿Quién es este que está oscureciendo el consejo con palabras sin conocimiento? 3 Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado, y déjame interrogarte, y tú dame informe. 4 ¿Dónde te hallabas tú cuando yo fundé la tierra? Infórma[me], si de veras conoces el entendimiento. 5 ¿Quién fijó sus medidas, si acaso lo sabes, o quién extendió sobre ella el cordel de medir? 6 ¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras, o quién colocó su piedra angular, 7 cuando las estrellas de la mañana gozosamente clamaron a una, y todos los hijos de Dios empezaron a gritar en aplauso? 8 ¿Y [quién] con puertas puso barricada al mar, el cual empezó a salir como cuando irrumpió de la matriz; 9 cuando puse la nube por su vestido y densas tinieblas por su pañal, 10 y procedí a dividir mi disposición reglamentaria sobre él y a colocar una barra y puertas, 11 y pasé a decir: ‘Hasta aquí puedes venir, y no más allá; y aquí quedan limitadas tus orgullosas olas’? 12 ¿Fue desde tus días en adelante cuando diste órdenes a la mañana? ¿Hiciste tú que el alba conociera su lugar, 13 que se asiera de las extremidades de la tierra, para que los inicuos fueran sacudidos de ella? 14 Se transforma como barro bajo un sello, y las cosas toman su puesto como en la ropa. 15 Y de los inicuos se retiene su luz, y el mismísimo brazo elevado llega a ser quebrado. 16 ¿Has llegado tú hasta las fuentes del mar, o en exploración de la profundidad acuosa has andado de una parte a otra? 17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, o puedes ver las puertas de la sombra profunda? 18 ¿Has considerado inteligentemente los anchos espacios de la tierra? Infórmalo, si has llegado a saberlo todo. 19 ¿Dónde, pues, está el camino hacia donde reside la luz? En cuanto a la oscuridad, ¿dónde, pues, está su lugar, 20 para que la lleves hasta su límite, y para que entiendas las veredas que van a su casa? 21 ¿Has llegado a saber, porque en aquel tiempo nacías, y [porque] en cuanto a número tus días son muchos? 22 ¿Has entrado en los almacenes de la nieve, o ves siquiera los almacenes del granizo, 23 que yo he retenido para el tiempo de angustia, para el día de pelea y guerra? 24 ¿Dónde, pues, está el camino por el cual se distribuye la luz, [y] el viento del este se esparce sobre la tierra? 25 ¿Quién ha dividido un canal para la inundación y un camino para el tronador nubarrón de tempestad, 26 para hacer llover sobre la tierra donde no hay hombre, [sobre] el desierto en el cual no hay hombre terrestre, 27 para satisfacer lugares azotados por tempestades y desolados, y hacer brotar el crecimiento de hierba? 28 ¿Existe padre para la lluvia?, ¿o quién dio a luz las gotas del rocío? 29 ¿Del vientre de quién realmente sale el hielo? Y en cuanto a la escarcha del cielo, ¿quién en realidad la hace nacer? 30 Las aguas mismas se mantienen escondidas como por piedra, y la superficie de la profundidad acuosa se hace compacta. 31 ¿Puedes tú atar firmemente las ligaduras de la constelación Kimá, o puedes desatar las cuerdas mismas de la constelación Kesil? 32 ¿Puedes hacer salir la constelación Mazarot a su tiempo señalado? Y en cuanto a la constelación Ash al lado de sus hijos, ¿puedes conducirlos? 33 ¿Has llegado a conocer los estatutos de los cielos, o podrías tú poner su autoridad en la tierra? 34 ¿Puedes alzar tu voz siquiera a la nube, para que una masa agitada de agua misma te cubra? 35 ¿Puedes enviar relámpagos para que vayan y te digan: ‘¡Aquí estamos!’? 36 ¿Quién puso sabiduría en las capas de las nubes, o quién dio entendimiento al fenómeno celeste? 37 ¿Quién puede, con exactitud, numerar las nubes con sabiduría?, o los jarros de agua del cielo... ¿quién [los] puede volcar, 38 cuando el polvo se derrama como en una masa fundida, y los mismísimos terrones se pegan unos a otros? 39 ¿Puedes tú cazar presa para un león mismo, y puedes satisfacer el vivo apetito de leones jóvenes, 40 cuando se agazapan en los escondites, [o] se quedan echados en la guarida para estar al acecho? 41 ¿Quién le prepara al cuervo su alimento cuando sus propios polluelos claman a Dios por ayuda, [cuando] siguen errantes porque no hay nada de comer?
39 ”¿Has llegado a saber el tiempo señalado para que paran las cabras monteses del peñasco? ¿Observas precisamente cuándo paren las ciervas con dolores de parto? 2 ¿Cuentas los meses lunares que cumplen, o has llegado a saber el tiempo señalado en que paren? 3 Se encorvan cuando echan sus crías, [cuando] se deshacen de sus dolores. 4 Sus hijos se hacen robustos, llegan a ser grandes al campo raso; realmente salen y no vuelven a ellas. 5 ¿Quién envió libre a la cebra, y quién desató las ataduras mismas del asno silvestre, 6 como casa del cual he designado la llanura desértica, y por lugares de morada suya la región salada? 7 Él se ríe de la bulla de un pueblo; no oye los ruidos del que caza al acecho. 8 Explora montañas por su pasto y tras toda clase de planta verde anda en busca. 9 ¿Quiere un toro salvaje servirte, o pasará la noche junto a tu pesebre? 10 ¿Atarás a un toro salvaje firmemente con sus sogas en el surco, o rastrillará él las llanuras bajas detrás de ti? 11 ¿Confiarás en él porque su poder es abundante, y dejarás a él tu trabajo afanoso? 12 ¿Te fiarás de él de que haya de traer de vuelta tu semilla y que haya de recoger para tu era? 13 ¿Acaso el ala de la hembra del avestruz ha batido gozosamente, o [tiene ella] las plumas remeras de la cigüeña, y el plumaje? 14 Porque deja sus huevos a la tierra misma, y en el polvo los mantiene calientes, 15 y olvida que algún pie puede aplastarlos, o hasta alguna bestia salvaje del campo puede pisarlos. 16 Ella sí trata a sus hijos bruscamente, como si no fueran suyos... en vano es su afán, [porque no tiene] ningún pavor. 17 Porque Dios ha hecho que ella olvide la sabiduría, y no le ha dado parte en el entendimiento. 18 Al tiempo que bate [las alas] en alto, se ríe del caballo y de su jinete. 19 ¿Puedes tú dar al caballo poderío? ¿Puedes vestirle el cuello de crin crujiente? 20 ¿Puedes hacer que salte como una langosta? La dignidad de su resoplido es aterradora. 21 Piafa en la llanura baja y se alboroza en poder; sale al encuentro de armadura. 22 Se ríe del pavor, y no se aterroriza; ni se vuelve atrás a causa de una espada. 23 Contra él resuena una aljaba, la hoja de una lanza y una jabalina. 24 Con golpeo y excitación se traga la tierra, y no cree que es el sonido de un cuerno. 25 En cuanto suena el cuerno, dice: ¡Ajá!, y desde lejos huele la batalla, el alboroto de jefes y el grito de guerra. 26 ¿Se debe al entendimiento tuyo que el halcón se remonte, que extienda las alas al viento del sur? 27 ¿O es por orden tuya que un águila vuela hacia arriba, y que construye su nido en lo alto, 28 que en un peñasco reside, y se queda durante la noche sobre el diente de un peñasco y en un lugar inaccesible? 29 Desde allí tiene que buscar alimento; lejos en la distancia sus ojos siguen mirando. 30 Y sus polluelos mismos siguen sorbiendo sangre; y donde están los que han sido muertos, allí está ella”.
40 Y Jehová procedió a responder a Job y decir: 2 “¿Debiera contender de manera alguna un señalador de faltas con el Todopoderoso? Contéstelo el que censura a Dios mismo”. 3 Y Job pasó a responder a Jehová y decir: 4 “¡Mira! He llegado a ser de poca importancia. ¿Qué te responderé? Mi mano he puesto sobre mi boca. 5 Una vez he hablado, y ciertamente no contestaré; y dos veces, y ciertamente no añadiré nada”. 6 Y Jehová pasó a responder a Job desde la tempestad de viento y decir: 7 “Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado; yo te interrogaré, y tú dame informe. 8 Realmente, ¿invalidarás tú mi justicia? ¿Me pronunciarás inicuo para que tú tengas razón? 9 ¿O tienes tú un brazo como el del Dios [verdadero], y con una voz como la de él puedes hacer que truene? 10 Engalánate, por favor, con superioridad y alteza; y vístete, sí, de dignidad y esplendor. 11 Deja fluir los furiosos estallidos de tu cólera, y mira a todo altivo y rebájalo. 12 Mira a todo altivo, humíllalo, y pisotea a los inicuos allí mismo donde están. 13 Escóndelos juntos en el polvo, véndales los rostros mismos en el lugar escondido, 14 y yo, aun yo, te encomiaré, porque tu mano derecha puede salvarte. 15 Aquí, pues, está Behemot, al que he hecho lo mismo que a ti. Hierba verde come tal como un toro. 16 Mira, pues: su poder está en sus caderas, y su energía dinámica en las cuerdas musculares de su vientre. 17 Dobla su cola como un cedro; los tendones de sus muslos están entretejidos. 18 Sus huesos son tubos de cobre; sus huesos fuertes son como varas de hierro forjado. 19 Él es el principio de los caminos de Dios; su Hacedor puede acercar su espada. 20 Pues las montañas mismas rinden su producto para él, y todas las bestias salvajes del campo mismas juegan allí. 21 Debajo de los lotos espinosos se echa, en el lugar de cañas oculto y el lugar pantanoso. 22 Los lotos espinosos le levantan cerco con su sombra; los álamos del valle torrencial lo rodean. 23 Si el río actúa violentamente, él no corre en pánico. Está confiado, aunque el Jordán irrumpa contra su boca. 24 Delante de sus ojos, ¿puede alguien tomarlo? Con lazos, ¿puede alguien taladrar [su] nariz?
41 ”¿Puedes tú sacar a Leviatán con un anzuelo, o puedes con una soga sujetar su lengua? 2 ¿Puedes ponerle un junco en las narices, o puedes con una espina taladrar sus quijadas? 3 ¿Te hará él muchas súplicas, o te dirá palabras blandas? 4 ¿Celebrará un pacto contigo, para que lo tomes por esclavo hasta tiempo indefinido? 5 ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para tus muchachas de poca edad? 6 ¿Trocarán por él los socios? ¿Lo dividirán entre comerciantes? 7 ¿Llenarás tú de arpones su piel, o de dardos de pesca su cabeza? 8 Pon la mano sobre él. Acuérdate de la batalla. No vuelvas a hacerlo. 9 ¡Mira! La expectativa de uno respecto a él ciertamente quedará defraudada. Uno también será arrojado abajo a la mera vista de él. 10 Ninguno es tan audaz como para excitarlo. ¿Y quién es el que puede mantenerse firme delante de mí? 11 ¿Quién me ha dado algo primero, para que yo deba recompensarle? [Todo] bajo los cielos enteros es mío. 12 No guardaré silencio acerca de sus partes, ni del asunto de [su] poderío y la gracia de sus proporciones. 13 ¿Quién ha descubierto la haz de su vestido? Dentro de su quijada doble, ¿quién entrará? 14 Las puertas de su cara, ¿quién las ha abierto? Sus dientes en derredor son aterradores. 15 Repliegues de escamas son su altivez, cerradas como con un sello apretado. 16 Una a otra están ajustadas estrechamente, y ni siquiera el aire puede entrar entre ellas. 17 Están pegadas cada una a la otra; se agarran una a otra y no pueden ser separadas. 18 Sus mismos estornudos destellan luz, y sus ojos son como los rayos del alba. 19 De la boca le salen relámpagos, hasta chispas de fuego logran escapar. 20 De las narices le sale humo, como un horno encendido hasta con juncos. 21 Su alma misma hace arder los carbones, y hasta una llama le sale de la boca. 22 En su cuello se aloja la fuerza, y delante de él salta la desesperación. 23 Los pliegues de su carne de veras se adhieren; son como una fundición sobre él, inmovibles. 24 Su corazón está fundido como piedra, sí, fundido como una piedra inferior de molino. 25 Debido a que se levanta, los fuertes se atemorizan; debido a consternación, se aturden. 26 Al alcanzarlo, la espada misma no resulta capaz, ni lanza, dardo ni punta de flecha. 27 Considera el hierro como mera paja, el cobre como simple madera podrida. 28 Una flecha no lo hace huir; las piedras de honda han sido cambiadas para él en mero rastrojo. 29 Un garrote ha sido considerado [por él] como mero rastrojo, y se ríe del ruidoso sacudimiento de la jabalina. 30 Como fragmentos puntiagudos de vasijas de barro son sus partes inferiores; extiende un instrumento de trillar sobre el fango. 31 Hace hervir tal como olla las profundidades; pone al mar mismo como olla de ungüento. 32 Tras de sí hace brillar un sendero; se tomaría por canicie la profundidad acuosa. 33 Sobre el polvo no hay semejanza de él, el que fue hecho para estar sin terror. 34 Todo lo alto lo ve. Es rey sobre todas las bestias salvajes majestuosas”.
42 Y Job procedió a responder a Jehová y decir: 2 “He llegado a saber que tú todo lo puedes, y no hay idea que te sea irrealizable. 3 ‘¿Quién es este que está oscureciendo el consejo sin conocimiento?’ Por eso hablé, pero no entendía cosas demasiado maravillosas para mí, las cuales no conozco. 4 ‘Oye, por favor, y yo mismo hablaré. Yo te interrogaré, y tú dame informe.’ 5 De oídas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve. 6 Por eso me retracto, y de veras me arrepiento en polvo y ceniza”. 7 Y aconteció que, después que Jehová hubo hablado estas palabras a Job, Jehová procedió a decir a Elifaz el temanita: “Mi cólera se ha enardecido contra ti y tus dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job. 8 Y ahora tomen para ustedes siete toros y siete carneros, y vayan a mi siervo Job, y tienen que ofrecer un sacrificio quemado a favor de ustedes; y Job mismo, mi siervo, orará por ustedes. Solo el rostro de él aceptaré para no cometer locura deshonrosa contra ustedes, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job”. 9 Por consiguiente, Elifaz el temanita y Bildad el suhita [y] Zofar el naamatita fueron, e hicieron tal como Jehová les había hablado; así que Jehová aceptó el rostro de Job. 10 Y Jehová mismo volvió atrás la condición de cautiverio de Job cuando este oró a favor de sus compañeros, y Jehová empezó a dar, además, todo lo que había sido de Job, en cantidad doble. 11 Y siguieron viniendo a él todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que antes lo habían conocido, y empezaron a comer pan con él en su casa y a condolerse de él y a consolarlo por toda la calamidad que Jehová había dejado venir sobre él; y procedieron a darle, cada cual, una pieza de moneda y, cada cual, un anillo de oro. 12 En cuanto a Jehová, él bendijo el fin de Job después más que su principio, de modo que este llegó a tener catorce mil ovejas y seis mil camellos y mil yuntas de reses vacunas y mil asnas. 13 También llegó a tener siete hijos y tres hijas. 14 Y se puso a llamar a la primera por nombre Jemimá y a la segunda por nombre Quesías y a la tercera por nombre Querén-hapuc. 15 Y no se hallaron mujeres tan bellas como las hijas de Job en todo el país, y su padre procedió a darles herencia entre sus hermanos. 16 Y después de esto Job continuó viviendo ciento cuarenta años, y llegó a ver a sus hijos y sus nietos... cuatro generaciones. 17 Y gradualmente murió Job, viejo y satisfecho de días.
39 ”¿Has llegado a saber el tiempo señalado para que paran las cabras monteses del peñasco? ¿Observas precisamente cuándo paren las ciervas con dolores de parto? 2 ¿Cuentas los meses lunares que cumplen, o has llegado a saber el tiempo señalado en que paren? 3 Se encorvan cuando echan sus crías, [cuando] se deshacen de sus dolores. 4 Sus hijos se hacen robustos, llegan a ser grandes al campo raso; realmente salen y no vuelven a ellas. 5 ¿Quién envió libre a la cebra, y quién desató las ataduras mismas del asno silvestre, 6 como casa del cual he designado la llanura desértica, y por lugares de morada suya la región salada? 7 Él se ríe de la bulla de un pueblo; no oye los ruidos del que caza al acecho. 8 Explora montañas por su pasto y tras toda clase de planta verde anda en busca. 9 ¿Quiere un toro salvaje servirte, o pasará la noche junto a tu pesebre? 10 ¿Atarás a un toro salvaje firmemente con sus sogas en el surco, o rastrillará él las llanuras bajas detrás de ti? 11 ¿Confiarás en él porque su poder es abundante, y dejarás a él tu trabajo afanoso? 12 ¿Te fiarás de él de que haya de traer de vuelta tu semilla y que haya de recoger para tu era? 13 ¿Acaso el ala de la hembra del avestruz ha batido gozosamente, o [tiene ella] las plumas remeras de la cigüeña, y el plumaje? 14 Porque deja sus huevos a la tierra misma, y en el polvo los mantiene calientes, 15 y olvida que algún pie puede aplastarlos, o hasta alguna bestia salvaje del campo puede pisarlos. 16 Ella sí trata a sus hijos bruscamente, como si no fueran suyos... en vano es su afán, [porque no tiene] ningún pavor. 17 Porque Dios ha hecho que ella olvide la sabiduría, y no le ha dado parte en el entendimiento. 18 Al tiempo que bate [las alas] en alto, se ríe del caballo y de su jinete. 19 ¿Puedes tú dar al caballo poderío? ¿Puedes vestirle el cuello de crin crujiente? 20 ¿Puedes hacer que salte como una langosta? La dignidad de su resoplido es aterradora. 21 Piafa en la llanura baja y se alboroza en poder; sale al encuentro de armadura. 22 Se ríe del pavor, y no se aterroriza; ni se vuelve atrás a causa de una espada. 23 Contra él resuena una aljaba, la hoja de una lanza y una jabalina. 24 Con golpeo y excitación se traga la tierra, y no cree que es el sonido de un cuerno. 25 En cuanto suena el cuerno, dice: ¡Ajá!, y desde lejos huele la batalla, el alboroto de jefes y el grito de guerra. 26 ¿Se debe al entendimiento tuyo que el halcón se remonte, que extienda las alas al viento del sur? 27 ¿O es por orden tuya que un águila vuela hacia arriba, y que construye su nido en lo alto, 28 que en un peñasco reside, y se queda durante la noche sobre el diente de un peñasco y en un lugar inaccesible? 29 Desde allí tiene que buscar alimento; lejos en la distancia sus ojos siguen mirando. 30 Y sus polluelos mismos siguen sorbiendo sangre; y donde están los que han sido muertos, allí está ella”.
40 Y Jehová procedió a responder a Job y decir: 2 “¿Debiera contender de manera alguna un señalador de faltas con el Todopoderoso? Contéstelo el que censura a Dios mismo”. 3 Y Job pasó a responder a Jehová y decir: 4 “¡Mira! He llegado a ser de poca importancia. ¿Qué te responderé? Mi mano he puesto sobre mi boca. 5 Una vez he hablado, y ciertamente no contestaré; y dos veces, y ciertamente no añadiré nada”. 6 Y Jehová pasó a responder a Job desde la tempestad de viento y decir: 7 “Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado; yo te interrogaré, y tú dame informe. 8 Realmente, ¿invalidarás tú mi justicia? ¿Me pronunciarás inicuo para que tú tengas razón? 9 ¿O tienes tú un brazo como el del Dios [verdadero], y con una voz como la de él puedes hacer que truene? 10 Engalánate, por favor, con superioridad y alteza; y vístete, sí, de dignidad y esplendor. 11 Deja fluir los furiosos estallidos de tu cólera, y mira a todo altivo y rebájalo. 12 Mira a todo altivo, humíllalo, y pisotea a los inicuos allí mismo donde están. 13 Escóndelos juntos en el polvo, véndales los rostros mismos en el lugar escondido, 14 y yo, aun yo, te encomiaré, porque tu mano derecha puede salvarte. 15 Aquí, pues, está Behemot, al que he hecho lo mismo que a ti. Hierba verde come tal como un toro. 16 Mira, pues: su poder está en sus caderas, y su energía dinámica en las cuerdas musculares de su vientre. 17 Dobla su cola como un cedro; los tendones de sus muslos están entretejidos. 18 Sus huesos son tubos de cobre; sus huesos fuertes son como varas de hierro forjado. 19 Él es el principio de los caminos de Dios; su Hacedor puede acercar su espada. 20 Pues las montañas mismas rinden su producto para él, y todas las bestias salvajes del campo mismas juegan allí. 21 Debajo de los lotos espinosos se echa, en el lugar de cañas oculto y el lugar pantanoso. 22 Los lotos espinosos le levantan cerco con su sombra; los álamos del valle torrencial lo rodean. 23 Si el río actúa violentamente, él no corre en pánico. Está confiado, aunque el Jordán irrumpa contra su boca. 24 Delante de sus ojos, ¿puede alguien tomarlo? Con lazos, ¿puede alguien taladrar [su] nariz?
41 ”¿Puedes tú sacar a Leviatán con un anzuelo, o puedes con una soga sujetar su lengua? 2 ¿Puedes ponerle un junco en las narices, o puedes con una espina taladrar sus quijadas? 3 ¿Te hará él muchas súplicas, o te dirá palabras blandas? 4 ¿Celebrará un pacto contigo, para que lo tomes por esclavo hasta tiempo indefinido? 5 ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para tus muchachas de poca edad? 6 ¿Trocarán por él los socios? ¿Lo dividirán entre comerciantes? 7 ¿Llenarás tú de arpones su piel, o de dardos de pesca su cabeza? 8 Pon la mano sobre él. Acuérdate de la batalla. No vuelvas a hacerlo. 9 ¡Mira! La expectativa de uno respecto a él ciertamente quedará defraudada. Uno también será arrojado abajo a la mera vista de él. 10 Ninguno es tan audaz como para excitarlo. ¿Y quién es el que puede mantenerse firme delante de mí? 11 ¿Quién me ha dado algo primero, para que yo deba recompensarle? [Todo] bajo los cielos enteros es mío. 12 No guardaré silencio acerca de sus partes, ni del asunto de [su] poderío y la gracia de sus proporciones. 13 ¿Quién ha descubierto la haz de su vestido? Dentro de su quijada doble, ¿quién entrará? 14 Las puertas de su cara, ¿quién las ha abierto? Sus dientes en derredor son aterradores. 15 Repliegues de escamas son su altivez, cerradas como con un sello apretado. 16 Una a otra están ajustadas estrechamente, y ni siquiera el aire puede entrar entre ellas. 17 Están pegadas cada una a la otra; se agarran una a otra y no pueden ser separadas. 18 Sus mismos estornudos destellan luz, y sus ojos son como los rayos del alba. 19 De la boca le salen relámpagos, hasta chispas de fuego logran escapar. 20 De las narices le sale humo, como un horno encendido hasta con juncos. 21 Su alma misma hace arder los carbones, y hasta una llama le sale de la boca. 22 En su cuello se aloja la fuerza, y delante de él salta la desesperación. 23 Los pliegues de su carne de veras se adhieren; son como una fundición sobre él, inmovibles. 24 Su corazón está fundido como piedra, sí, fundido como una piedra inferior de molino. 25 Debido a que se levanta, los fuertes se atemorizan; debido a consternación, se aturden. 26 Al alcanzarlo, la espada misma no resulta capaz, ni lanza, dardo ni punta de flecha. 27 Considera el hierro como mera paja, el cobre como simple madera podrida. 28 Una flecha no lo hace huir; las piedras de honda han sido cambiadas para él en mero rastrojo. 29 Un garrote ha sido considerado [por él] como mero rastrojo, y se ríe del ruidoso sacudimiento de la jabalina. 30 Como fragmentos puntiagudos de vasijas de barro son sus partes inferiores; extiende un instrumento de trillar sobre el fango. 31 Hace hervir tal como olla las profundidades; pone al mar mismo como olla de ungüento. 32 Tras de sí hace brillar un sendero; se tomaría por canicie la profundidad acuosa. 33 Sobre el polvo no hay semejanza de él, el que fue hecho para estar sin terror. 34 Todo lo alto lo ve. Es rey sobre todas las bestias salvajes majestuosas”.
42 Y Job procedió a responder a Jehová y decir: 2 “He llegado a saber que tú todo lo puedes, y no hay idea que te sea irrealizable. 3 ‘¿Quién es este que está oscureciendo el consejo sin conocimiento?’ Por eso hablé, pero no entendía cosas demasiado maravillosas para mí, las cuales no conozco. 4 ‘Oye, por favor, y yo mismo hablaré. Yo te interrogaré, y tú dame informe.’ 5 De oídas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve. 6 Por eso me retracto, y de veras me arrepiento en polvo y ceniza”. 7 Y aconteció que, después que Jehová hubo hablado estas palabras a Job, Jehová procedió a decir a Elifaz el temanita: “Mi cólera se ha enardecido contra ti y tus dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job. 8 Y ahora tomen para ustedes siete toros y siete carneros, y vayan a mi siervo Job, y tienen que ofrecer un sacrificio quemado a favor de ustedes; y Job mismo, mi siervo, orará por ustedes. Solo el rostro de él aceptaré para no cometer locura deshonrosa contra ustedes, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job”. 9 Por consiguiente, Elifaz el temanita y Bildad el suhita [y] Zofar el naamatita fueron, e hicieron tal como Jehová les había hablado; así que Jehová aceptó el rostro de Job. 10 Y Jehová mismo volvió atrás la condición de cautiverio de Job cuando este oró a favor de sus compañeros, y Jehová empezó a dar, además, todo lo que había sido de Job, en cantidad doble. 11 Y siguieron viniendo a él todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que antes lo habían conocido, y empezaron a comer pan con él en su casa y a condolerse de él y a consolarlo por toda la calamidad que Jehová había dejado venir sobre él; y procedieron a darle, cada cual, una pieza de moneda y, cada cual, un anillo de oro. 12 En cuanto a Jehová, él bendijo el fin de Job después más que su principio, de modo que este llegó a tener catorce mil ovejas y seis mil camellos y mil yuntas de reses vacunas y mil asnas. 13 También llegó a tener siete hijos y tres hijas. 14 Y se puso a llamar a la primera por nombre Jemimá y a la segunda por nombre Quesías y a la tercera por nombre Querén-hapuc. 15 Y no se hallaron mujeres tan bellas como las hijas de Job en todo el país, y su padre procedió a darles herencia entre sus hermanos. 16 Y después de esto Job continuó viviendo ciento cuarenta años, y llegó a ver a sus hijos y sus nietos... cuatro generaciones. 17 Y gradualmente murió Job, viejo y satisfecho de días.
(Job 40:1-24)
Y Jehová procedió a responder a Job y decir: 2 “¿Debiera contender de manera alguna un señalador de faltas con el Todopoderoso? Contéstelo el que censura a Dios mismo”. 3 Y Job pasó a responder a Jehová y decir: 4 “¡Mira! He llegado a ser de poca importancia. ¿Qué te responderé? Mi mano he puesto sobre mi boca. 5 Una vez he hablado, y ciertamente no contestaré; y dos veces, y ciertamente no añadiré nada”. 6 Y Jehová pasó a responder a Job desde la tempestad de viento y decir: 7 “Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado; yo te interrogaré, y tú dame informe. 8 Realmente, ¿invalidarás tú mi justicia? ¿Me pronunciarás inicuo para que tú tengas razón? 9 ¿O tienes tú un brazo como el del Dios [verdadero], y con una voz como la de él puedes hacer que truene? 10 Engalánate, por favor, con superioridad y alteza; y vístete, sí, de dignidad y esplendor. 11 Deja fluir los furiosos estallidos de tu cólera, y mira a todo altivo y rebájalo. 12 Mira a todo altivo, humíllalo, y pisotea a los inicuos allí mismo donde están. 13 Escóndelos juntos en el polvo, véndales los rostros mismos en el lugar escondido, 14 y yo, aun yo, te encomiaré, porque tu mano derecha puede salvarte. 15 Aquí, pues, está Behemot, al que he hecho lo mismo que a ti. Hierba verde come tal como un toro. 16 Mira, pues: su poder está en sus caderas, y su energía dinámica en las cuerdas musculares de su vientre. 17 Dobla su cola como un cedro; los tendones de sus muslos están entretejidos. 18 Sus huesos son tubos de cobre; sus huesos fuertes son como varas de hierro forjado. 19 Él es el principio de los caminos de Dios; su Hacedor puede acercar su espada. 20 Pues las montañas mismas rinden su producto para él, y todas las bestias salvajes del campo mismas juegan allí. 21 Debajo de los lotos espinosos se echa, en el lugar de cañas oculto y el lugar pantanoso. 22 Los lotos espinosos le levantan cerco con su sombra; los álamos del valle torrencial lo rodean. 23 Si el río actúa violentamente, él no corre en pánico. Está confiado, aunque el Jordán irrumpa contra su boca. 24 Delante de sus ojos, ¿puede alguien tomarlo? Con lazos, ¿puede alguien taladrar [su] nariz?
Si alguien dice... “He aceptado a Jesús como mi Salvador personal”
*** rs pág. 217 párrs. 1-2 Jesucristo ***
‘¿Acepta usted a Jesús como su Salvador personal?’
Usted pudiera contestar: ‘La Biblia claramente dice... (cite Hechos 4:12). Yo creo en eso. Pero también he aprendido que ello va acompañado de responsabilidades importantes. ¿En qué sentido? Bueno, si realmente creo en Jesús, entonces no puedo creer en él solo hasta el grado que me parezca conveniente’. Entonces pudiera añadir: ‘La vida perfecta que él dio en sacrificio hace posible que obtengamos el perdón de nuestros pecados. Pero también sé que es importante prestar atención a sus instrucciones respecto a nuestras responsabilidades como cristianos (Hech. 1:8; Mat. 28:19, 20)’.