Lectura de la Biblia: Proverbios 7 a 11
Núm. 1: Proverbios 8:1-21
Núm. 2: Si alguien dice... “El Reino de Dios no vendrá en el transcurso de mi vida” (rs pág. 308 párrs. 2, 3)
Núm. 3: ¿Por qué las Escrituras advierten contra ser “justo en demasía”? (Ecl. 7:16)
Núm. 1: Proverbios 8:1-21
Núm. 2: Si alguien dice... “El Reino de Dios no vendrá en el transcurso de mi vida” (rs pág. 308 párrs. 2, 3)
Núm. 3: ¿Por qué las Escrituras advierten contra ser “justo en demasía”? (Ecl. 7:16)
(Proverbios 7:1-11:31)
Proverbios 77 Hijo mío, guarda mis dichos, y quieras atesorar contigo mis propios mandamientos. 2 Guarda mis mandamientos y continúa viviendo, y mi ley como la niña de tus ojos. 3 Átalos sobre tus dedos, y escríbelos sobre la tabla de tu corazón. 4 Di a la sabiduría: “Tú eres mi hermana”; y al entendimiento mismo quieras llamar “Pariente”, 5 para que te guarden de la mujer extraña, de la extranjera que ha hecho melosos sus propios dichos. 6 Porque estando yo a la ventana de mi casa, miré hacia abajo por mi celosía, 7 para poder atisbar a los inexpertos. Estaba interesado en discernir entre los hijos a un joven falto de corazón, 8 que iba pasando por la calle cerca de la esquina de ella; y en el camino a la casa de ella marcha él, 9 en el crepúsculo, al atardecer del día, al acercarse la noche y las tinieblas. 10 Y, ¡mira!, allí estaba una mujer que salía a su encuentro, con la prenda de vestir de una prostituta, y astuta de corazón. 11 Alborotadora es, y terca. En su casa no siguen residiendo sus pies. 12 Ahora está fuera, ahora está en las plazas públicas, y cerca de todas las esquinas se pone al acecho. 13 Y se ha asido de él y le ha dado un beso. Ha adoptado un rostro descarado, y empieza a decirle: 14 “Tenía que ofrecer sacrificios de comunión. Hoy he pagado mis votos. 15 Por eso he salido a tu encuentro, para buscar tu rostro, a fin de hallarte. 16 He adornado mi diván con colchas, con cosas de muchos colores, lino de Egipto. 17 He rociado mi cama con mirra, áloes y canela. 18 De veras ven, saciémonos bebiendo del amor hasta la mañana; sí, gocemos el uno del otro con expresiones de amor. 19 Porque el esposo no está en casa; se ha ido viajando por un camino de bastante distancia. 20 Una bolsa de dinero ha llevado en la mano. El día de la luna llena vendrá a su casa”. 21 Lo ha extraviado con la abundancia de su persuasiva. Por la suavidad de sus labios lo seduce. 22 De repente él va tras ella, como toro que viene aun al degüello, y justamente como si estuviera en grilletes para la disciplina de un tonto, 23 hasta que una flecha le abre el hígado, tal como un pájaro se mete apresurado en la trampa; y él no ha sabido que en ello está envuelta su misma alma. 24 Y ahora, oh hijos, escúchenme y presten atención a los dichos de mi boca. 25 No se desvíe tu corazón a los caminos de ella. Ni, andando errante, entres en sus veredas. 26 Porque muchos son los que ella ha hecho caer muertos, y son numerosos todos los que ella va matando. 27 Caminos al Seol es su casa; van descendiendo a los cuartos interiores de la muerte.
Proverbios 8
Proverbios 8
8 ¿No sigue clamando la sabiduría, y no sigue dando su voz el discernimiento? 2 En la cima de las alturas, junto al camino, en el cruce de las veredas se ha apostado. 3 Al lado de las puertas, a la boca del pueblo, en el lugar de acceso de las entradas sigue clamando a gritos: 4 “A ustedes, oh hombres, estoy llamando, y mi voz se dirige a los hijos de los hombres. 5 Oh inexpertos, entiendan sagacidad; y ustedes los estúpidos, entiendan corazón. 6 Escuchen, porque acerca de las cosas de primera importancia hablo, y el abrir mis labios tiene que ver con la rectitud. 7 Porque en voz baja mi paladar profiere la verdad misma; y la iniquidad es cosa detestable a mis labios. 8 Todos los dichos de mi boca son en justicia. Entre ellos no hay nada avieso ni torcido. 9 Todos ellos son derechos al que discierne, y rectos a los que hallan conocimiento. 10 Acepten mi disciplina y no plata, y conocimiento más bien que oro escogido. 11 Porque la sabiduría es mejor que los corales, y todos los otros deleites mismos no pueden ser igualados a ella. 12 ”Yo, la sabiduría, he residido con la sagacidad y hallo hasta el conocimiento de las capacidades de pensar. 13 El temor de Jehová significa odiar lo malo. El propio ensalzamiento y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he odiado. 14 Yo tengo consejo y sabiduría práctica. Yo... entendimiento; yo tengo poderío. 15 Por mí reyes mismos siguen reinando, y altos funcionarios mismos siguen decretando justicia. 16 Por mí príncipes mismos siguen gobernando como príncipes, y todos los nobles están juzgando en justicia. 17 A los que me aman, yo misma los amo, y los que me buscan son los que me hallan. 18 Riquezas y gloria están conmigo, valores hereditarios y justicia. 19 Mi fruto es mejor que el oro, aun que el oro refinado; y mi producto, que la plata escogida. 20 En el camino de la justicia ando yo, en medio de las veredas del juicio, 21 para hacer que los que me aman tomen posesión de sustancia; y sus almacenes mantengo llenos. 22 ”Jehová mismo me produjo como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás. 23 Desde tiempo indefinido fui instalada, desde el comienzo, desde tiempos anteriores a la tierra. 24 Cuando no había profundidades acuosas fui producida como con dolores de parto, cuando no había manantiales cargados pesadamente de agua. 25 Antes que las montañas mismas se hubieran asentado, primero que las colinas, fui producida como con dolores de parto, 26 cuando aún no había hecho él la tierra ni los espacios abiertos ni la primera parte de las masas de polvo de la tierra productiva. 27 Cuando él preparó los cielos, yo estaba allí; cuando decretó un círculo sobre la haz de la profundidad acuosa, 28 cuando afirmó las masas de nubes arriba, cuando hizo fuertes las fuentes de la profundidad acuosa, 29 cuando fijó para el mar su decreto de que las aguas mismas no pasaran más allá de su orden, cuando decretó los fundamentos de la tierra, 30 entonces llegué a estar a su lado como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con quien él estuvo especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante de él todo el tiempo, 31 pues estuve alegre por el terreno productivo de su tierra, y las cosas que fueron el objeto de mi cariño estuvieron con los hijos de los hombres. 32 ”Y ahora, oh hijos, escúchenme; sí, felices son los que guardan mis caminos mismos. 33 Escuchen la disciplina y háganse sabios, y no muestren ningún descuido. 34 Feliz es el hombre que me está escuchando al mantenerse despierto a mis puertas día a día, vigilando a los postes de mis entradas. 35 Porque el que me halla ciertamente halla la vida, y consigue buena voluntad de Jehová. 36 Pero el que no me alcanza hace violencia a su alma; todos los que me odian con intensidad son los que de veras aman la muerte”.
Proverbios 9
Proverbios 9
9 La sabiduría verdadera ha edificado su casa; ha labrado sus siete columnas. 2 Ha organizado su degollación de carne; ha mezclado su vino; más que eso, ha dispuesto su mesa. 3 Ha enviado a sus criadas de compañía, para que ella pueda clamar en la cima de las alturas del pueblo: 4 “Cualquiera que sea inexperto, diríjase acá”. A cualquiera falto de corazón... ella ha dicho: 5 “Vengan, aliméntense de mi pan y participen en beber el vino que he mezclado. 6 Dejen a los inexpertos y sigan viviendo, y anden directamente en el camino del entendimiento”. 7 El que está corrigiendo al burlador está tomando para sí deshonra, y el que está dando una censura a alguien inicuo... ¡defecto en él! 8 No censures a un burlador, para que no te odie. Da una censura a un sabio, y te amará. 9 Da a un sabio, y se hará aún más sabio. Imparte conocimiento a alguien justo, y aumentará en saber. 10 El temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es lo que el entendimiento es. 11 Porque por mí tus días llegarán a ser muchos, y se te añadirán años de vida. 12 Si te has hecho sabio, te has hecho sabio a favor de ti mismo; y si te has burlado, [lo] soportarás, tú solo. 13 Una mujer de estupidez es alborotadora. Es la simplicidad misma, y no ha llegado a saber nada en absoluto. 14 Y se ha sentado a la entrada de su casa, sobre un asiento, [en] los lugares altos del pueblo, 15 para llamar a los que van pasando por el camino, a los que están yendo directamente adelante por sus sendas: 16 “Cualquiera que sea inexperto, diríjase acá”. Y a cualquiera falto de corazón... también le ha dicho: 17 “Las aguas hurtadas mismas son dulces, y el pan [que se come] en secreto... es agradable”. 18 Pero él no ha llegado a saber que allí se hallan los que están impotentes en la muerte, que los llamados adentro por ella están en los lugares bajos del Seol.
Proverbios 10
Proverbios 10
10 Proverbios de Salomón. El hijo sabio es el que regocija a un padre, y el hijo estúpido es el desconsuelo de su madre. 2 Los tesoros del inicuo no serán de provecho alguno, pero la justicia es lo que librará de la muerte. 3 Jehová no hará que el alma del justo padezca hambre, pero rechazará el deseo vehemente de los inicuos. 4 El que trabaja con mano floja será persona de escasos recursos, pero la mano del diligente es lo que enriquece a uno. 5 El hijo que actúa con perspicacia recoge durante el verano; el hijo que actúa vergonzosamente está profundamente dormido durante la siega. 6 Las bendiciones son para la cabeza del justo, pero en cuanto a la boca de los inicuos, esta encubre violencia. 7 Al recuerdo del justo le espera una bendición, pero el mismísimo nombre de los inicuos se pudrirá. 8 El sabio de corazón acepta mandamientos, pero el que con los labios es tonto será pisoteado. 9 El que está andando en integridad andará en seguridad, pero el que está torciendo sus caminos se dará a conocer. 10 El que guiña el ojo dará dolor, y el que con los labios es tonto será pisoteado. 11 La boca del justo es fuente de vida; pero en cuanto a la boca de los inicuos, encubre violencia. 12 El odio es lo que suscita contiendas, pero el amor cubre hasta todas las transgresiones. 13 En los labios del entendido se halla la sabiduría, pero la vara es para la espalda de uno falto de corazón. 14 Los sabios son los que atesoran el conocimiento, pero la boca del tonto está cerca de la ruina misma. 15 Las cosas valiosas del rico son su pueblo fuerte. La ruina de los de condición humilde es su pobreza. 16 La actividad del justo resulta en vida; el producto del inicuo resulta en pecado. 17 El que se adhiere a la disciplina es una senda a la vida, pero el que deja la censura hace que se ande errante. 18 Donde hay uno que está encubriendo el odio hay labios de falsedad, y el que presenta un informe malo es estúpido. 19 En la abundancia de palabras no deja de haber transgresión, pero el que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente. 20 La lengua del justo es plata escogida; el corazón del inicuo vale poco. 21 Los mismísimos labios del justo siguen paciendo a muchos, pero por falta de corazón los tontos mismos siguen muriendo. 22 La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella. 23 Para el estúpido el ocuparse en conducta relajada es como un juego, pero la sabiduría es para el hombre de discernimiento. 24 Lo que al inicuo es espantoso... eso es lo que le vendrá; pero el deseo de los justos será otorgado. 25 Como cuando pasa el viento de tempestad, así el inicuo ya no es; pero el justo es un fundamento hasta tiempo indefinido. 26 Como vinagre a los dientes y como humo a los ojos, así es el perezoso a los que lo envían. 27 El mismísimo temor de Jehová añadirá días, pero los años mismos de los inicuos serán acortados. 28 La expectación de los justos es un regocijo, pero la esperanza misma de los inicuos perecerá. 29 El camino de Jehová es una plaza fuerte para el exento de culpa, pero la ruina es para los practicantes de lo que es perjudicial. 30 En cuanto al justo, hasta tiempo indefinido no se le hará trastabillar; pero en cuanto a los inicuos, no seguirán residiendo en la tierra. 31 La boca del justo... esta da por fruto la sabiduría, pero la lengua de la perversidad será cortada. 32 Los labios del justo... estos llegan a conocer buena voluntad, pero la boca de los inicuos es perversidad.
Proverbios 11
Proverbios 11
11 Una balanza defraudadora es cosa detestable a Jehová, pero una pesa de piedra completa le es un placer. 2 ¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra; pero la sabiduría está con los modestos. 3 La integridad de los rectos es lo que los guía, pero el torcimiento por los que obran traidoramente los despojará con violencia. 4 Las cosas valiosas no serán de ningún provecho en el día del furor, pero la justicia misma librará de la muerte. 5 La justicia del exento de culpa es lo que hará derecho su camino, pero en su propia iniquidad el inicuo caerá. 6 La justicia de los rectos es lo que los librará, pero por su deseo vehemente los de tratos traicioneros serán atrapados ellos mismos. 7 Cuando muere un hombre inicuo, perece [su] esperanza; y hasta la expectación [basada] en poderío ha perecido. 8 El justo es el que es librado aun de la angustia, y el inicuo entra en lugar de él. 9 Por [su] boca el que es apóstata arruina a su semejante, pero por conocimiento son librados los justos. 10 A causa de la bondad de los justos el pueblo está jubiloso, pero cuando perecen los inicuos hay un clamor gozoso. 11 A causa de la bendición de los rectos el pueblo recibe ensalzamiento, pero a causa de la boca de los inicuos llega a ser demolido. 12 El que es falto de corazón ha despreciado a su propio semejante, pero el hombre de discernimiento amplio es uno que guarda silencio. 13 El que anda como calumniador está descubriendo habla confidencial, pero el que es fiel en espíritu está encubriendo un asunto. 14 Cuando no hay dirección diestra, el pueblo cae; pero hay salvación en la multitud de consejeros. 15 Positivamente le irá mal a uno por haber salido fiador por un extraño, pero el que odia andar estrechando las manos se mantiene libre de cuidado. 16 Una mujer de encanto es la que se ase de la gloria; pero los tiranos, por su parte, se asen de las riquezas. 17 Un hombre de bondad amorosa está tratando recompensadoramente con su propia alma, pero la persona cruel está acarreando extrañamiento a su propio organismo. 18 El inicuo obtiene salario falso; pero el que siembra justicia, sueldo verdadero. 19 El que se mantiene firmemente a favor de la justicia está en vías de recibir la vida, pero el que corre tras lo que es malo está en vías de recibir su propia muerte. 20 Los torcidos de corazón son cosa detestable a Jehová, pero los exentos de culpa en [su] camino le son un placer. 21 Aunque mano esté a mano, la persona mala no quedará sin castigo; pero la prole de los justos ciertamente escapará. 22 Como nariguera de oro en el hocico de un cerdo, así es la mujer que es bella, pero que está apartándose de la sensatez. 23 El deseo de los justos de seguro es bueno; la esperanza de los inicuos es furor. 24 Existe el que esparce y, no obstante, se le aumenta; también el que se retiene de lo que es recto, pero eso resulta solo en carencia. 25 El alma generosa será engordada ella misma; y el que liberalmente riega [a otros], él mismo también será liberalmente regado. 26 Al que retiene el grano... el populacho lo execrará, pero hay una bendición para la cabeza del que deja que se compre. 27 El que anda procurando el bien seguirá buscando la buena voluntad; pero en cuanto al que anda en busca de lo malo, le sobrevendrá. 28 El que confía en sus riquezas... él mismo caerá; pero justamente como follaje reverdecerán los justos. 29 En cuanto a cualquiera que acarree extrañamiento a su propia casa, tomará posesión del viento; y el tonto será siervo del sabio de corazón. 30 El fruto del justo es un árbol de vida, y el que está ganando almas es sabio. 31 ¡Mira! El justo... en la tierra será recompensado. ¡Cuánto más deberán serlo el inicuo y el pecador!
Núm. 1: Proverbios 8:1-21
8 ¿No sigue clamando la sabiduría, y no sigue dando su voz el discernimiento? 2 En la cima de las alturas, junto al camino, en el cruce de las veredas se ha apostado. 3 Al lado de las puertas, a la boca del pueblo, en el lugar de acceso de las entradas sigue clamando a gritos: 4 “A ustedes, oh hombres, estoy llamando, y mi voz se dirige a los hijos de los hombres. 5 Oh inexpertos, entiendan sagacidad; y ustedes los estúpidos, entiendan corazón. 6 Escuchen, porque acerca de las cosas de primera importancia hablo, y el abrir mis labios tiene que ver con la rectitud. 7 Porque en voz baja mi paladar profiere la verdad misma; y la iniquidad es cosa detestable a mis labios. 8 Todos los dichos de mi boca son en justicia. Entre ellos no hay nada avieso ni torcido. 9 Todos ellos son derechos al que discierne, y rectos a los que hallan conocimiento. 10 Acepten mi disciplina y no plata, y conocimiento más bien que oro escogido. 11 Porque la sabiduría es mejor que los corales, y todos los otros deleites mismos no pueden ser igualados a ella. 12 ”Yo, la sabiduría, he residido con la sagacidad y hallo hasta el conocimiento de las capacidades de pensar. 13 El temor de Jehová significa odiar lo malo. El propio ensalzamiento y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he odiado. 14 Yo tengo consejo y sabiduría práctica. Yo... entendimiento; yo tengo poderío. 15 Por mí reyes mismos siguen reinando, y altos funcionarios mismos siguen decretando justicia. 16 Por mí príncipes mismos siguen gobernando como príncipes, y todos los nobles están juzgando en justicia. 17 A los que me aman, yo misma los amo, y los que me buscan son los que me hallan. 18 Riquezas y gloria están conmigo, valores hereditarios y justicia. 19 Mi fruto es mejor que el oro, aun que el oro refinado; y mi producto, que la plata escogida. 20 En el camino de la justicia ando yo, en medio de las veredas del juicio, 21 para hacer que los que me aman tomen posesión de sustancia; y sus almacenes mantengo llenos.
Núm. 2: Si alguien dice... “El Reino de Dios no vendrá en el transcurso de mi vida”
(rs pág. 308 párrs. 2, 3)
(rs pág. 308 párrs. 2, 3)
*** rs pág. 308 párrs. 2-3 Reino ***
‘No vendrá durante el transcurso de mi vida’
Usted pudiera contestar: ‘Pero tendrá que venir en el transcurso de la vida de alguien, ¿no es cierto?... ¿Podría alguien saber si sería su generación la que lo viera? Los propios apóstoles de Jesús querían saber eso, y la respuesta que él les dio es muy importante para nosotros hoy día (Mat. 24:3-14; Luc. 21:29-32)’.
O contestar: ‘Ese punto de vista es muy común. Pero los testigos de Jehová, basándose en la Biblia, creen firmemente que el Reino de Dios ya está gobernando en los cielos y que a nosotros nos corresponde mostrar si queremos seguir viviendo en la Tierra bajo el justo gobierno de Dios o no. Por esa razón he venido a su puerta hoy. Note lo que se declara aquí en Mateo 25:31-33’.
‘No vendrá durante el transcurso de mi vida’
Usted pudiera contestar: ‘Pero tendrá que venir en el transcurso de la vida de alguien, ¿no es cierto?... ¿Podría alguien saber si sería su generación la que lo viera? Los propios apóstoles de Jesús querían saber eso, y la respuesta que él les dio es muy importante para nosotros hoy día (Mat. 24:3-14; Luc. 21:29-32)’.
O contestar: ‘Ese punto de vista es muy común. Pero los testigos de Jehová, basándose en la Biblia, creen firmemente que el Reino de Dios ya está gobernando en los cielos y que a nosotros nos corresponde mostrar si queremos seguir viviendo en la Tierra bajo el justo gobierno de Dios o no. Por esa razón he venido a su puerta hoy. Note lo que se declara aquí en Mateo 25:31-33’.
Núm. 3: ¿Por qué las Escrituras advierten contra ser “justo en demasía”? (Ecl. 7:16)
(Eclesiastés 7:16) No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación?
***w1015/10 7-11Sigamos buscando primero “la justicia de Dios” ***
El peligro de ser “justo en demasía”
8 Otro riesgo que corremos se explica en Eclesiastés 7:16: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación?”. El escritor de este texto inspirado explica en el versículo 20 por qué debemos evitar esa actitud: “No hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y no peque”. Todo el que se hace “justo en demasía” tiende a fijar sus propias normas de justicia y a juzgar a los demás basándose en ellas. De lo que no se da cuenta es de que en realidad está poniendo sus propias reglas por encima de las normas divinas, por lo que termina convirtiéndose en una persona injusta a la vista de Dios.
9 Quien es “justo en demasía” —o como dicen otras traducciones bíblicas, “demasiado legalista” o “excesivamente justo”— podría llegar a cuestionar la forma de actuar de Jehová. No obstante, dudar de la justicia de sus decisiones equivaldría a pensar que nuestro criterio es mejor que el suyo. Sería como sentar a Dios en el banquillo de los acusados y juzgarlo basándonos en lo que consideramos que es bueno o malo. Pero ¿tenemos nosotros el derecho a establecer las normas de justicia? ¡Por supuesto que no! Eso solo le corresponde a Jehová (Rom. 14:10).
10 Por supuesto, a ninguno de nosotros se nos ocurriría jamás juzgar a Dios. Sin embargo, bajo ciertas circunstancias podríamos terminar haciéndolo debido a nuestra imperfección. Así podría suceder, por ejemplo, si vemos algo que nos parece injusto o si atravesamos graves dificultades. Hasta el fiel Job cayó en este error. La Biblia dice que era un hombre “sin culpa y recto, [...] temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Entonces empezó a sobrevenirle una desgracia tras otra, y afligido por esta aparente injusticia, llegó a considerar “justa su propia alma más bien que a Dios” (Job 32:1, 2). Era necesario que corrigiera su actitud. No nos extrañemos, pues, si llegamos a estar en una situación parecida a la de él y experimentamos sentimientos similares. En ese caso, ¿qué puede ayudarnos a corregir nuestra manera de pensar?
No siempre contamos con toda la información
11 Lo primero que debemos recordar es que no siempre contamos con toda la información. Eso fue lo que le ocurrió a Job. Él no tenía ni idea de que Satanás lo había acusado falsamente ante Dios y los ángeles en dos reuniones celestiales (Job 1:7-12; 2:1-6). No entendía que el culpable de sus sufrimientos era el Diablo. De hecho, ni siquiera sabemos si conocía quién era en realidad esta malévola criatura. Por eso concluyó erróneamente que el causante de sus problemas era Dios. Como vemos, es muy fácil equivocarse cuando no se tienen todos los hechos.
12 Ahora analicemos la parábola de Jesús sobre el dueño de una viña y sus trabajadores (léase Mateo 20:8-16). El dueño les paga el mismo dinero a todos, sea que hayan trabajado todo el día o solo una hora. ¿Qué le parece? ¿Diría que eso fue justo? Si nos pusiéramos en el lugar de los que estuvieron todo el día bajo el sol ardiente, podríamos pensar que merecían un mejor pago, ¿verdad? Visto desde ese ángulo, el dueño parecería un hombre cruel e injusto. Incluso la respuesta que les dio cuando le reclamaron sonaría arbitraria y abusiva. Ahora bien, ¿realmente conocemos todos los detalles de la situación?
13 Veamos esta parábola desde otro ángulo. El dueño del viñedo debió de saber que todos sus empleados tenían familias que mantener. En los días de Jesús, a los trabajadores del campo se les pagaba al acabar la jornada, por lo que contaban con ese dinero para poner el pan en la mesa. Con esto presente, piense en los hombres que solo trabajaron una hora debido a que el dueño del viñedo los encontró al final del día. ¿Hubieran podido alimentar a su familia con tan poca paga? Difícilmente. Pero ellos querían trabajar. De hecho, estuvieron esperando todo el día a que alguien los empleara (Mat. 20:1-7). El problema fue que nadie solicitó sus servicios. En ningún lugar se dice que fueran unos holgazanes, así que no fue su culpa. Ahora imagine que usted es uno de esos hombres y que está allí, esperando todo el día, sabiendo que su familia depende de lo que gane. ¿No se sentiría agradecido de ser contratado, aunque fuera por poco tiempo? ¿Y no le sorprendería que al final del día le dieran suficiente dinero para llevarles de comer a los suyos?
14 Repasemos lo que hizo el dueño de la viña. Él no le pagó menos de lo debido a ninguno de sus jornaleros. Más bien, reconoció que todos tenían derecho a ganarse la vida. Aunque pudo haberse aprovechado del exceso de mano de obra para ofrecerles menos, no lo hizo, sino que les pagó lo que era justo, por lo que todos regresaron a casa con lo suficiente para alimentar a sus familias. Cuando tenemos presentes estos detalles adicionales, es natural que cambie nuestra opinión de él. Nos damos cuenta de que, lejos de tomar una decisión arbitraria y abusiva, actuó con consideración. Esta parábola nos enseña que si no tenemos toda la información, es fácil llegar a una conclusión equivocada. Además, destaca con claridad la superioridad de la justicia divina, la cual no se basa simplemente en criterios legales ni en los méritos de las personas.
Un punto de vista limitado o distorsionado
15 Un segundo factor que hemos de tener en cuenta al toparnos con una situación aparentemente injusta es que nuestro punto de vista es limitado e incluso puede estar distorsionado. ¿Qué puede inducirnos al error? La imperfección, los prejuicios o las diferencias culturales. Los seres humanos estamos limitados, pues no podemos saber qué hay en el corazón de los demás ni cuáles son sus verdaderas intenciones. En cambio, Jehová y Jesús no tienen esas limitaciones (Pro. 24:12; Mat. 9:4; Luc. 5:22).
16 Veamos lo que sucedió cuando David cometió adulterio con Bat-seba (2 Sam. 11:2-5). La Ley mosaica dictaba que ambos fueran ejecutados (Lev. 20:10; Deu. 22:22). Sin embargo, aunque Jehová los castigó severamente, decidió no aplicar su propia ley y les perdonó la vida. ¿Actuó de manera injusta? ¿Violó sus rectas normas por favoritismo hacia David? A algunos lectores de la Biblia les parece que sí.
17 No obstante, debemos tener en cuenta que eran jueces imperfectos y limitados quienes debían aplicar la ley del adulterio. Como eran incapaces de leer el corazón de los acusados, esta ley establecía que tomaran la misma decisión en todos los casos. En cambio, Jehová sí puede ver lo que hay en nuestro interior (Gén. 18:25; 1 Cró. 29:17). Por eso no era necesario que él se ciñera a dicha ley, que estaba destinada a los jueces humanos. Esperar que lo hiciera sería como obligar a alguien con visión perfecta a usar lentes correctivos. Como Jehová podía leer el corazón de David y el de Bat-seba, vio su arrepentimiento sincero y los juzgó con misericordia y amor.
Sigamos buscando la justicia de Dios
18 En conclusión: si nos parece que Jehová ha actuado de forma injusta —sea por algo que leamos en la Biblia o que experimentemos en nuestra vida—, no lo juzguemos según nuestro propio concepto de la justicia. Recordemos que no siempre contamos con toda la información y que nuestro punto de vista es limitado y quizás esté distorsionado. Nunca olvidemos que “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Sant. 1:19, 20). Así, nunca llegaremos a “enfure[cernos] contra Jehová” (Pro. 19:3).
19 Como Jesús, reconozcamos que solo Jehová tiene el derecho de decidir lo que es justo y bueno (Mar. 10:17, 18). Concentrémonos en adquirir “conocimiento exacto” o “conocimiento real” de sus normas (Rom. 10:2; 2 Tim. 3:7, Biblia del nuevo milenio). Si las aceptamos y vivimos conforme a la voluntad divina, demostraremos que estamos buscando primero “la justicia de Dios” (Mat. 6:33).
[Nota]
Según un especialista, el término griego que se vierte “establecer” también puede transmitir la idea de levantar un monumento. De modo que los judíos estaban, por decirlo así, levantando un monumento para su propia gloria, no para la de Dios.
*** w75 1/6 323-324 El ser razonable hace la vida más deleitable ***
Según las Escrituras, el ser uno razonable es manifestar una cualidad divina. En Santiago 3:17 leemos que “la sabiduría de arriba es,” entre otras cosas, “razonable.” ¿Qué significa, exactamente, ser razonable?
Básicamente, significa ser dócil, imparcial, moderado, considerado y paciente. Las personas razonables están bien equilibradas, no son dadas a exagerar. Reconocen la sabiduría de estas palabras inspiradas: “No te hagas justo en demasía . . . ¿Por qué debes causarte desolación?” (Ecl. 7:16) Los que son ‘justos en demasía’ se hacen muy estrechos e inflexibles en sus puntos de vista personales sobre lo correcto y lo incorrecto. Como resultado, hasta cosas que en sí no son impropias pudieran hacerles muy malas. Su conciencia se les perturba constantemente por lo que otros hacen o no hacen. No utilizan sus facultades de raciocinio, y el prejuicio influye en su juicio.
La exageración a la cual el ser “justo en demasía” puede llevar se hace patente por la manera en que los fariseos consideraron a Jesucristo. En la opinión de ellos, él era culpable de un grave crimen cuando milagrosamente libraba a la gente de sus dolencias y aflicciones en el día de descanso. Perdían de vista todo el propósito de la ley del sábado. Esta no se dio para que fuera una carga sobre la gente, sino una bendición para ella. El sábado servía para suministrar un día en el cual descansar y refrescarse, algo que se necesitaba mucho. Como Jesucristo señaló: “El sábado vino a existir por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado.” (Mar. 2:27) En armonía con ello, el que Jesucristo ejecutara curaciones en el día de descanso estaba en plena armonía con el espíritu misericordioso de la ley. Pero la irrazonable insistencia de los fariseos en la letra de la ley según su interpretación tradicional llevaba a una actitud inhumana para con los que estaban necesitados.—Mat. 23:23.
La irrazonable aplicación de la ley de Dios en que insistían los fariseos colocaba una gran carga sobre la gente. (Mat. 23:4) En cuanto a los que no vivían en armonía con los preceptos tradicionales, se les despreciaba. Por ejemplo, cuando unos oficiales que fueron enviados a arrestar a Jesús regresaron con las manos vacías debido a que quedaron impresionados por su enseñanza, ciertos fariseos dijeron, desdeñosamente: “Ustedes no se han dejado extraviar también, ¿verdad? Ni uno de los gobernantes o de los fariseos ha puesto fe en él, ¿verdad? Mas esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos.”—Juan 7:47, 48.
La actitud de las personas razonables resalta en completo contraste con la que demostraron en el primer siglo E.C. los fariseos y otros prominentes líderes religiosos del judaísmo. Las personas razonables no tienen una opinión exagerada de sí ni desprecian a las demás. No son “difíciles de agradar.” (1 Ped. 2:18) Ejercen cuidado para no hacer que nadie se sienta incompetente o ignorante en su presencia.
La persona razonable toma en consideración las limitaciones y circunstancias de la gente cuando la anima a usar bien sus habilidades. No es exigente ni espera de otros mucho más de lo que pueden hacer. Por eso no queda frustrada de modo que se irrite con ellos. Verdaderamente la persona que despliega la excelente cualidad de ser razonable no solo hace su propia vida más deleitable, sino que también hace más deleitable la vida de sus congéneres.
Cuando comparamos a las personas razonables con las irrazonables, se hace patente que el ser razonable depende en gran parte de la manera en que el individuo se considera a sí mismo y considera a otros. Por eso, si queremos que se nos conozca como personas razonables, es necesario que nos aseguremos de que la evaluación de nosotros mismos y la que hacemos de nuestros congéneres esté en armonía con la Palabra de Dios. El inspirado apóstol Pablo amonestó: “Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente.” (Gál. 6:3) “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano.”—Rom. 12:3.
En la congregación cristiana no hay nadie que sea indispensable. Los individuos pueden ser una excelente fuente de estímulo a sus compañeros de creencia. Pero no son las aptitudes naturales ni las personalidades dinámicas la fuerza impelente que hay detrás de la obra que efectúa la congregación cristiana. La obra no es la de ningún hombre ni grupo de hombres. Es la obra de Dios. Con referencia a él mismo y sus asociados, el apóstol Pablo reconoció lo siguiente: “Somos colaboradores de Dios.” (1 Cor. 3:9; Hech. 5:38, 39) Jehová Dios, por medio de su espíritu, está moviendo a su pueblo a hacer la obra que él quiere que se efectúe, para Su alabanza. Ese espíritu está funcionando en la entera asociación de hermanos a través del mundo, no solo en unos cuantos. Puesto que el espíritu de Dios funciona en todos, no podemos pasarla sin los que están relacionados con nosotros en la fe.—1 Cor. 12:14-26.
Cuando los cristianos dedicados se consideran unos a otros como colaboradores y esclavos de Dios y Cristo, evitan tener una opinión hinchada de sí mismos y de sus logros. Prestan atención a la admonición de la Biblia de manifestar “humildad de mente” “considerando . . . que los demás son superiores a” ellos.—Fili. 2:3.
La persona que toma en serio este consejo reconoce que, en ciertas aptitudes y cualidades, otros son superiores a ella. Ciertos compañeros cristianos pudieran tener mejor entendimiento, comprensión y discernimiento que otros en cuanto a asuntos espirituales y el dar ayuda a otros. También pudiera haber quienes tuvieran notable celo, entusiasmo y empuje. Y otros pudieran ser sobresalientes tanto en su interés en la gente como en su compasión por ella.
Cuando uno reconoce que puede aprender de otros y que puede haber más de una manera de considerar los asuntos, propende mucho menos a insistir en que su propia manera de ver las cosas es la correcta. Es dócil, no terco. No descarta a la ligera las sugerencias y recomendaciones de personas experimentadas. Tampoco cree que está por encima del consejo de otros. Aprecia que el tomar decisiones que se basan en el conocimiento compuesto de personas capacitadas es una señal de sabiduría verdadera. Por lo tanto obra en armonía con el proverbio bíblico que dice: “En la multitud de consejeros hay logro.”—Pro. 15:22.
Ciertamente debería ser deseable para nosotros ser personas razonables. Esa cualidad de ser razonable es lo que Jehová Dios desea ver en sus siervos, porque sabe que esto contribuye a relaciones agradables entre ellos. En vista de eso, que el esforzarnos por ser razonables en todas las cosas continúe haciendo la vida más deleitable para nosotros mismos y para nuestros congéneres.
***w1015/10 7-11Sigamos buscando primero “la justicia de Dios” ***
El peligro de ser “justo en demasía”
8 Otro riesgo que corremos se explica en Eclesiastés 7:16: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación?”. El escritor de este texto inspirado explica en el versículo 20 por qué debemos evitar esa actitud: “No hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y no peque”. Todo el que se hace “justo en demasía” tiende a fijar sus propias normas de justicia y a juzgar a los demás basándose en ellas. De lo que no se da cuenta es de que en realidad está poniendo sus propias reglas por encima de las normas divinas, por lo que termina convirtiéndose en una persona injusta a la vista de Dios.
9 Quien es “justo en demasía” —o como dicen otras traducciones bíblicas, “demasiado legalista” o “excesivamente justo”— podría llegar a cuestionar la forma de actuar de Jehová. No obstante, dudar de la justicia de sus decisiones equivaldría a pensar que nuestro criterio es mejor que el suyo. Sería como sentar a Dios en el banquillo de los acusados y juzgarlo basándonos en lo que consideramos que es bueno o malo. Pero ¿tenemos nosotros el derecho a establecer las normas de justicia? ¡Por supuesto que no! Eso solo le corresponde a Jehová (Rom. 14:10).
10 Por supuesto, a ninguno de nosotros se nos ocurriría jamás juzgar a Dios. Sin embargo, bajo ciertas circunstancias podríamos terminar haciéndolo debido a nuestra imperfección. Así podría suceder, por ejemplo, si vemos algo que nos parece injusto o si atravesamos graves dificultades. Hasta el fiel Job cayó en este error. La Biblia dice que era un hombre “sin culpa y recto, [...] temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Entonces empezó a sobrevenirle una desgracia tras otra, y afligido por esta aparente injusticia, llegó a considerar “justa su propia alma más bien que a Dios” (Job 32:1, 2). Era necesario que corrigiera su actitud. No nos extrañemos, pues, si llegamos a estar en una situación parecida a la de él y experimentamos sentimientos similares. En ese caso, ¿qué puede ayudarnos a corregir nuestra manera de pensar?
No siempre contamos con toda la información
11 Lo primero que debemos recordar es que no siempre contamos con toda la información. Eso fue lo que le ocurrió a Job. Él no tenía ni idea de que Satanás lo había acusado falsamente ante Dios y los ángeles en dos reuniones celestiales (Job 1:7-12; 2:1-6). No entendía que el culpable de sus sufrimientos era el Diablo. De hecho, ni siquiera sabemos si conocía quién era en realidad esta malévola criatura. Por eso concluyó erróneamente que el causante de sus problemas era Dios. Como vemos, es muy fácil equivocarse cuando no se tienen todos los hechos.
12 Ahora analicemos la parábola de Jesús sobre el dueño de una viña y sus trabajadores (léase Mateo 20:8-16). El dueño les paga el mismo dinero a todos, sea que hayan trabajado todo el día o solo una hora. ¿Qué le parece? ¿Diría que eso fue justo? Si nos pusiéramos en el lugar de los que estuvieron todo el día bajo el sol ardiente, podríamos pensar que merecían un mejor pago, ¿verdad? Visto desde ese ángulo, el dueño parecería un hombre cruel e injusto. Incluso la respuesta que les dio cuando le reclamaron sonaría arbitraria y abusiva. Ahora bien, ¿realmente conocemos todos los detalles de la situación?
13 Veamos esta parábola desde otro ángulo. El dueño del viñedo debió de saber que todos sus empleados tenían familias que mantener. En los días de Jesús, a los trabajadores del campo se les pagaba al acabar la jornada, por lo que contaban con ese dinero para poner el pan en la mesa. Con esto presente, piense en los hombres que solo trabajaron una hora debido a que el dueño del viñedo los encontró al final del día. ¿Hubieran podido alimentar a su familia con tan poca paga? Difícilmente. Pero ellos querían trabajar. De hecho, estuvieron esperando todo el día a que alguien los empleara (Mat. 20:1-7). El problema fue que nadie solicitó sus servicios. En ningún lugar se dice que fueran unos holgazanes, así que no fue su culpa. Ahora imagine que usted es uno de esos hombres y que está allí, esperando todo el día, sabiendo que su familia depende de lo que gane. ¿No se sentiría agradecido de ser contratado, aunque fuera por poco tiempo? ¿Y no le sorprendería que al final del día le dieran suficiente dinero para llevarles de comer a los suyos?
14 Repasemos lo que hizo el dueño de la viña. Él no le pagó menos de lo debido a ninguno de sus jornaleros. Más bien, reconoció que todos tenían derecho a ganarse la vida. Aunque pudo haberse aprovechado del exceso de mano de obra para ofrecerles menos, no lo hizo, sino que les pagó lo que era justo, por lo que todos regresaron a casa con lo suficiente para alimentar a sus familias. Cuando tenemos presentes estos detalles adicionales, es natural que cambie nuestra opinión de él. Nos damos cuenta de que, lejos de tomar una decisión arbitraria y abusiva, actuó con consideración. Esta parábola nos enseña que si no tenemos toda la información, es fácil llegar a una conclusión equivocada. Además, destaca con claridad la superioridad de la justicia divina, la cual no se basa simplemente en criterios legales ni en los méritos de las personas.
Un punto de vista limitado o distorsionado
15 Un segundo factor que hemos de tener en cuenta al toparnos con una situación aparentemente injusta es que nuestro punto de vista es limitado e incluso puede estar distorsionado. ¿Qué puede inducirnos al error? La imperfección, los prejuicios o las diferencias culturales. Los seres humanos estamos limitados, pues no podemos saber qué hay en el corazón de los demás ni cuáles son sus verdaderas intenciones. En cambio, Jehová y Jesús no tienen esas limitaciones (Pro. 24:12; Mat. 9:4; Luc. 5:22).
16 Veamos lo que sucedió cuando David cometió adulterio con Bat-seba (2 Sam. 11:2-5). La Ley mosaica dictaba que ambos fueran ejecutados (Lev. 20:10; Deu. 22:22). Sin embargo, aunque Jehová los castigó severamente, decidió no aplicar su propia ley y les perdonó la vida. ¿Actuó de manera injusta? ¿Violó sus rectas normas por favoritismo hacia David? A algunos lectores de la Biblia les parece que sí.
17 No obstante, debemos tener en cuenta que eran jueces imperfectos y limitados quienes debían aplicar la ley del adulterio. Como eran incapaces de leer el corazón de los acusados, esta ley establecía que tomaran la misma decisión en todos los casos. En cambio, Jehová sí puede ver lo que hay en nuestro interior (Gén. 18:25; 1 Cró. 29:17). Por eso no era necesario que él se ciñera a dicha ley, que estaba destinada a los jueces humanos. Esperar que lo hiciera sería como obligar a alguien con visión perfecta a usar lentes correctivos. Como Jehová podía leer el corazón de David y el de Bat-seba, vio su arrepentimiento sincero y los juzgó con misericordia y amor.
Sigamos buscando la justicia de Dios
18 En conclusión: si nos parece que Jehová ha actuado de forma injusta —sea por algo que leamos en la Biblia o que experimentemos en nuestra vida—, no lo juzguemos según nuestro propio concepto de la justicia. Recordemos que no siempre contamos con toda la información y que nuestro punto de vista es limitado y quizás esté distorsionado. Nunca olvidemos que “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Sant. 1:19, 20). Así, nunca llegaremos a “enfure[cernos] contra Jehová” (Pro. 19:3).
19 Como Jesús, reconozcamos que solo Jehová tiene el derecho de decidir lo que es justo y bueno (Mar. 10:17, 18). Concentrémonos en adquirir “conocimiento exacto” o “conocimiento real” de sus normas (Rom. 10:2; 2 Tim. 3:7, Biblia del nuevo milenio). Si las aceptamos y vivimos conforme a la voluntad divina, demostraremos que estamos buscando primero “la justicia de Dios” (Mat. 6:33).
[Nota]
Según un especialista, el término griego que se vierte “establecer” también puede transmitir la idea de levantar un monumento. De modo que los judíos estaban, por decirlo así, levantando un monumento para su propia gloria, no para la de Dios.
*** w75 1/6 323-324 El ser razonable hace la vida más deleitable ***
Según las Escrituras, el ser uno razonable es manifestar una cualidad divina. En Santiago 3:17 leemos que “la sabiduría de arriba es,” entre otras cosas, “razonable.” ¿Qué significa, exactamente, ser razonable?
Básicamente, significa ser dócil, imparcial, moderado, considerado y paciente. Las personas razonables están bien equilibradas, no son dadas a exagerar. Reconocen la sabiduría de estas palabras inspiradas: “No te hagas justo en demasía . . . ¿Por qué debes causarte desolación?” (Ecl. 7:16) Los que son ‘justos en demasía’ se hacen muy estrechos e inflexibles en sus puntos de vista personales sobre lo correcto y lo incorrecto. Como resultado, hasta cosas que en sí no son impropias pudieran hacerles muy malas. Su conciencia se les perturba constantemente por lo que otros hacen o no hacen. No utilizan sus facultades de raciocinio, y el prejuicio influye en su juicio.
La exageración a la cual el ser “justo en demasía” puede llevar se hace patente por la manera en que los fariseos consideraron a Jesucristo. En la opinión de ellos, él era culpable de un grave crimen cuando milagrosamente libraba a la gente de sus dolencias y aflicciones en el día de descanso. Perdían de vista todo el propósito de la ley del sábado. Esta no se dio para que fuera una carga sobre la gente, sino una bendición para ella. El sábado servía para suministrar un día en el cual descansar y refrescarse, algo que se necesitaba mucho. Como Jesucristo señaló: “El sábado vino a existir por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado.” (Mar. 2:27) En armonía con ello, el que Jesucristo ejecutara curaciones en el día de descanso estaba en plena armonía con el espíritu misericordioso de la ley. Pero la irrazonable insistencia de los fariseos en la letra de la ley según su interpretación tradicional llevaba a una actitud inhumana para con los que estaban necesitados.—Mat. 23:23.
La irrazonable aplicación de la ley de Dios en que insistían los fariseos colocaba una gran carga sobre la gente. (Mat. 23:4) En cuanto a los que no vivían en armonía con los preceptos tradicionales, se les despreciaba. Por ejemplo, cuando unos oficiales que fueron enviados a arrestar a Jesús regresaron con las manos vacías debido a que quedaron impresionados por su enseñanza, ciertos fariseos dijeron, desdeñosamente: “Ustedes no se han dejado extraviar también, ¿verdad? Ni uno de los gobernantes o de los fariseos ha puesto fe en él, ¿verdad? Mas esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos.”—Juan 7:47, 48.
La actitud de las personas razonables resalta en completo contraste con la que demostraron en el primer siglo E.C. los fariseos y otros prominentes líderes religiosos del judaísmo. Las personas razonables no tienen una opinión exagerada de sí ni desprecian a las demás. No son “difíciles de agradar.” (1 Ped. 2:18) Ejercen cuidado para no hacer que nadie se sienta incompetente o ignorante en su presencia.
La persona razonable toma en consideración las limitaciones y circunstancias de la gente cuando la anima a usar bien sus habilidades. No es exigente ni espera de otros mucho más de lo que pueden hacer. Por eso no queda frustrada de modo que se irrite con ellos. Verdaderamente la persona que despliega la excelente cualidad de ser razonable no solo hace su propia vida más deleitable, sino que también hace más deleitable la vida de sus congéneres.
Cuando comparamos a las personas razonables con las irrazonables, se hace patente que el ser razonable depende en gran parte de la manera en que el individuo se considera a sí mismo y considera a otros. Por eso, si queremos que se nos conozca como personas razonables, es necesario que nos aseguremos de que la evaluación de nosotros mismos y la que hacemos de nuestros congéneres esté en armonía con la Palabra de Dios. El inspirado apóstol Pablo amonestó: “Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente.” (Gál. 6:3) “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano.”—Rom. 12:3.
En la congregación cristiana no hay nadie que sea indispensable. Los individuos pueden ser una excelente fuente de estímulo a sus compañeros de creencia. Pero no son las aptitudes naturales ni las personalidades dinámicas la fuerza impelente que hay detrás de la obra que efectúa la congregación cristiana. La obra no es la de ningún hombre ni grupo de hombres. Es la obra de Dios. Con referencia a él mismo y sus asociados, el apóstol Pablo reconoció lo siguiente: “Somos colaboradores de Dios.” (1 Cor. 3:9; Hech. 5:38, 39) Jehová Dios, por medio de su espíritu, está moviendo a su pueblo a hacer la obra que él quiere que se efectúe, para Su alabanza. Ese espíritu está funcionando en la entera asociación de hermanos a través del mundo, no solo en unos cuantos. Puesto que el espíritu de Dios funciona en todos, no podemos pasarla sin los que están relacionados con nosotros en la fe.—1 Cor. 12:14-26.
Cuando los cristianos dedicados se consideran unos a otros como colaboradores y esclavos de Dios y Cristo, evitan tener una opinión hinchada de sí mismos y de sus logros. Prestan atención a la admonición de la Biblia de manifestar “humildad de mente” “considerando . . . que los demás son superiores a” ellos.—Fili. 2:3.
La persona que toma en serio este consejo reconoce que, en ciertas aptitudes y cualidades, otros son superiores a ella. Ciertos compañeros cristianos pudieran tener mejor entendimiento, comprensión y discernimiento que otros en cuanto a asuntos espirituales y el dar ayuda a otros. También pudiera haber quienes tuvieran notable celo, entusiasmo y empuje. Y otros pudieran ser sobresalientes tanto en su interés en la gente como en su compasión por ella.
Cuando uno reconoce que puede aprender de otros y que puede haber más de una manera de considerar los asuntos, propende mucho menos a insistir en que su propia manera de ver las cosas es la correcta. Es dócil, no terco. No descarta a la ligera las sugerencias y recomendaciones de personas experimentadas. Tampoco cree que está por encima del consejo de otros. Aprecia que el tomar decisiones que se basan en el conocimiento compuesto de personas capacitadas es una señal de sabiduría verdadera. Por lo tanto obra en armonía con el proverbio bíblico que dice: “En la multitud de consejeros hay logro.”—Pro. 15:22.
Ciertamente debería ser deseable para nosotros ser personas razonables. Esa cualidad de ser razonable es lo que Jehová Dios desea ver en sus siervos, porque sabe que esto contribuye a relaciones agradables entre ellos. En vista de eso, que el esforzarnos por ser razonables en todas las cosas continúe haciendo la vida más deleitable para nosotros mismos y para nuestros congéneres.