NO hablamos de separación, como cuando el esposo se niega a mantener a la familia o maltrato físico extremo o peligra totalmente la espiritualidad del cónyuge creyente.
No, hablamos de un acto deliberado de traición, un pecado que se inicia aun antes de manifestación física. Nos referimos a un divorcio bíblico pero premeditado.
Mat. 19:8, 9: “[Jesús] les dijo: ‘Moisés, en vista de la dureza del corazón de ustedes,
Si alguien simplemente está buscando un pretexto para romper el enlace matrimonial, entonces esa persona solo puede esperar la desaprobación de Dios, porque de esa manera traicionera de tratar con el cónyuge de uno Dios dice que “él ha odiado un divorciarse.” (Mal. 2:16)
Mal. 2:15, 16: “‘Ustedes tienen que guardarse respecto a su espíritu, y con la esposa de tu juventud que nadie trate traidoramente. Porque él ha odiado un divorciarse,’ ha dicho Jehová el Dios de Israel.”
Al volver a casarse no estando divorciada bíblicamente, estaría cometiendo adulterio según Rom. 7:2, 3
Pero aunque el divorcio sea bíblico queda de manifiesto el tramar un engaño llegando a formar parte de las cosas que Jehová odia.
(Proverbios 6:16-19) Hay seis cosas que Jehová de veras odia; sí, siete son cosas detestables a su alma: 17 ojos altaneros, una lengua falsa, y manos que derraman sangre inocente, 18 un corazón que fabrica proyectos perjudiciales, pies que se apresuran a correr a la maldad, 19 un testigo falso que lanza mentiras, y cualquiera que envía contiendas entre hermanos.
Podría decirse que el adúltero llega a ser uno que vive principalmente para obtener placer y satisfacción egoísta.
Anteponen a su obligación de agradar a Jehová Dios los placeres que un divorcio y el volverse a casar con otra persona pudieran proporcionarles. Verdaderamente son amadores de placeres más bien que amadores de Dios.—2 Tim. 3:1, 2, 4.
No hay duda de que cualquiera de los dos cónyuges que cometiera adulterio no tendría una conciencia limpia ante Jehová Dios.
14 Las palabras de David en el Salmo 36:1-4 nos ayudan a ver el divorcio adulterino desde el punto de vista correcto: “Hay la expresión de transgresión al inicuo en medio de su corazón; no hay pavor de Dios enfrente de sus ojos. Porque ha sido demasiado meloso para consigo mismo a sus propios ojos para descubrir su error para odiarlo. Las palabras de su boca son nocividad y engaño; ha cesado de tener perspicacia para hacer el bien. Nocividad es lo que sigue tramando sobre su cama. Se aposta en un camino que no es bueno. Lo que es malo no rechaza.”
Frecuentemente los que han cometido adulterio se han divorciado de su cónyuge y, puesto que se han vuelto a casar, han sido expulsados de la congregación, solo para ser restablecidos después de más o menos un año.
Evidentemente los ancianos que manejaron tales casos basaron su decisión sobre lo que la Palabra de Dios dice acerca de mostrar misericordia.
Es cierto, Jehová Dios es misericordioso y por eso los ancianos deben serlo también.
Sin embargo, a cualesquier hombre y mujer que hayan tramado astutamente tal proceder a fin de casarse el uno con el otro solo se les puede decir que, a pesar de que los ancianos los hayan restablecido, eso de ningún modo pone fin al asunto.
Los ancianos solo pueden basar su decisión sobre lo que parece ser arrepentimiento, pero no pueden leer a cabalidad el corazón.
Debido a que no pueden juzgar el motivo de la pareja que ahora está casada, puede que la restablezcan a la congregación.
Nunca olvide las palabras de Pablo de que “Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Heb. 13:4)
Y cualquiera que se divorcie sencillamente por un pretexto y entonces vuelva a casarse no escapará de ese juicio. (Heb. 13:4)