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miércoles, 15 de junio de 2011

Between resistance and martyrdom: Jehovah's Witnesses in the Third Reich

Programa de la Escuela del Ministerio Teocrático del año 2011 Semana 20 de Junio

Lectura de la Biblia: Salmos 45 a 51
Núm. 1: Salmo 48:1–49:9
Núm. 2: ¿Es el Reino de Dios un verdadero gobierno? (rs pág. 300 párr. 3–pág. 301 párr. 1)
Núm. 3: Puesto que la vida es un don, ¿por qué tenemos que obrar nuestra propia salvación? (Rom. 6:23; Fili. 2:12)


(Salmos 45:encabezamiento-51:19)

Al director sobre Los Lirios. De los hijos de Coré. Maskil. Canción de las mujeres amadas.

45 Mi corazón se halla agitado debido a un asunto agradable. Estoy diciendo: “Mis obras son acerca de un rey”. Sea mi lengua el estilo de copista hábil.  2 Eres realmente más hermoso que los hijos de los hombres. Gracia encantadora se ha derramado sobre tus labios. Por eso Dios te ha bendecido hasta tiempo indefinido.  3 Cíñete la espada sobre [tu] muslo, oh poderoso, [con] tu dignidad y tu esplendor.  4 Y en tu esplendor sigue adelante al éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad [y] la justicia, y tu diestra te instruirá en cosas inspiradoras de temor.  5 Tus flechas son agudas —debajo de ti siguen cayendo pueblos— en el corazón de los enemigos del rey.  6 Dios es tu trono hasta tiempo indefinido, aun para siempre; el cetro de tu gobernación real es un cetro de rectitud.  7 Has amado la justicia y odias la iniquidad. Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con el aceite de alborozo más que a tus socios.  8 Todas tus prendas de vestir son mirra y palo de áloe [y] casia; desde el magnífico palacio de marfil instrumentos de cuerda mismos te han regocijado.  9 Las hijas de reyes están entre tus mujeres preciosas. La regia consorte ha tomado su puesto a tu diestra en oro de Ofir. 10 Escucha, oh hija, y mira, e inclina tu oído; y olvida tu pueblo y la casa de tu padre. 11 Y el rey anhelará tu belleza, porque es tu señor, de modo que inclínate ante él. 12 La hija de Tiro también con un regalo... los ricos del pueblo ablandarán tu propio rostro. 13 La hija del rey está toda gloriosa dentro [de la casa]; su ropa tiene engastes de oro. 14 En ropaje tejido será llevada al rey. Las vírgenes de su séquito como compañeras suyas están siendo introducidas a ti. 15 Serán traídas con regocijo y gozo; entrarán en el palacio del rey. 16 En lugar de tus antepasados llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra. 17 Ciertamente haré mención de tu nombre durante todas las generaciones por venir. Por eso pueblos mismos te elogiarán hasta tiempo indefinido, aun para siempre.

Al director. De los hijos de Coré sobre Las Doncellas. Canción.

46 Dios es para nosotros refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias.  2 Por eso no temeremos, aunque la tierra sufra cambio y aunque las montañas caigan tambaleantes en el corazón del vasto mar;  3 aunque sus aguas estén bulliciosas, espumen en exceso, aunque se mezan las montañas a causa de su alboroto. Sélah.  4 Hay un río cuyas corrientes regocijan la ciudad de Dios, el santísimo [y] magnífico tabernáculo del Altísimo.  5 Dios está en medio de [la ciudad]; no se le hará tambalear. Dios la ayudará al despuntar la mañana.  6 Las naciones se hicieron bulliciosas, los reinos tambalearon; él hizo sonar su voz, la tierra procedió a derretirse.  7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; el Dios de Jacob es altura segura para nosotros. Sélah.  8 Vengan, contemplen las actividades de Jehová, como ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra.  9 Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego. 10 “Cedan, y sepan que yo soy Dios. Ciertamente seré ensalzado entre las naciones, ciertamente seré ensalzado en la tierra.” 11 Jehová de los ejércitos está con nosotros; el Dios de Jacob es altura segura para nosotros. Sélah.

Al director. De los hijos de Coré. Melodía.

47 Pueblos todos, batan las manos. Griten en triunfo a Dios con el son de un clamor gozoso.  2 Porque Jehová, el Altísimo, es inspirador de temor, un gran Rey sobre toda la tierra.  3 Él sojuzgará a pueblos debajo de nosotros y a grupos nacionales debajo de nuestros pies.  4 Él escogerá para nosotros nuestra herencia, el orgullo de Jacob, a quien él ha amado. Sélah.  5 Dios ha ascendido con gozoso gritar, Jehová con el sonido del cuerno.  6 Celebren a Dios con melodía, produzcan melodía. Celebren a nuestro Rey con melodía, produzcan melodía.  7 Porque Dios es Rey de toda la tierra; produzcan melodía, y actúen con discreción.  8 Dios ha llegado a ser rey sobre las naciones. Dios mismo ha tomado su asiento sobre su santo trono.  9 Los nobles de los pueblos mismos se han reunido, [con] el pueblo del Dios de Abrahán. Porque a Dios pertenecen los escudos de la tierra. Él está muy alto en su ascenso.

Canción. Melodía de los hijos de Coré.

48 Jehová es grande y ha de ser alabado en gran manera en la ciudad de nuestro Dios, [en] su santa montaña.  2 Bello por encumbramiento, el alborozo de toda la tierra, es el monte Sión en los lados remotos del norte, el pueblo del gran Rey.  3 En sus torres de habitación Dios mismo ha llegado a ser conocido como altura segura.  4 Porque, ¡miren!, los reyes mismos se han reunido por cita, han pasado juntos.  5 Ellos mismos vieron; [y] por lo tanto se asombraron. Se perturbaron, se les hizo huir en pánico.  6 El temblor mismo se apoderó de ellos allí, dolores de parto como los de una mujer que está dando a luz.  7 Con un viento del este destrozas las naves de Tarsis.  8 Tal como hemos oído, así hemos visto en la ciudad de Jehová de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Dios mismo la establecerá firmemente hasta tiempo indefinido. Sélah.  9 Hemos reflexionado, oh Dios, acerca de tu bondad amorosa en medio de tu templo. 10 Como tu nombre, oh Dios, así es tu alabanza hasta los confines de la tierra. Tu diestra está llena de justicia misma. 11 Regocíjese el monte Sión, estén gozosos los pueblos dependientes de Judá, a causa de tus decisiones judiciales. 12 Marchen ustedes alrededor de Sión, y vayan a la redonda de ella, cuenten sus torres. 13 Fijen su corazón en su antemural. Inspeccionen sus torres de habitación, para que puedan relatarlo a la generación futura. 14 Porque este Dios es nuestro Dios hasta tiempo indefinido, aun para siempre. Él mismo nos guiará hasta que muramos.

Al director. De los hijos de Coré. Melodía.

49 Oigan esto, pueblos todos. Presten oído, habitantes todos del sistema de cosas,  2 ustedes los hijos de la humanidad así como los hijos del hombre, el rico y el pobre juntamente.  3 Mi propia boca hablará cosas de sabiduría, y la meditación de mi corazón será de cosas de entendimiento.  4 A una expresión proverbial inclinaré mi oído; con un arpa abriré mi enigma.  5 ¿Por qué he de tener miedo en los días del mal, [cuando] el error mismo de mis suplantadores me cerque?  6 Los que están confiando en sus medios de mantenimiento, y que siguen jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas,  7 ni uno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él  8 (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido);  9 para que todavía viva para siempre [y] no vea el hoyo. 10 Porque él ve que aun los sabios mueren, juntos el estúpido y el irrazonable perecen, y tienen que dejar a otros sus medios de mantenimiento. 11 Su deseo interno es que sus casas sean hasta tiempo indefinido, sus tabernáculos hasta generación tras generación. Han llamado sus terrenos por los nombres de ellos. 12 Y, sin embargo, el hombre terrestre, aunque en honra, no puede seguir alojándose; realmente es comparable a las bestias que han sido destruidas. 13 Este es el camino de los que tienen estupidez, y de los que vienen tras ellos que se complacen en los mismos dichos de estos. Sélah. 14 Como ovejas han sido designados al Seol mismo; la muerte misma los pastoreará; y los rectos los tendrán en sujeción a la mañana, y sus formas habrán de gastarse; el Seol, más bien que una morada excelsa, es para cada uno. 15 No obstante, Dios mismo redimirá mi alma de la mano del Seol, porque él me recibirá. Sélah. 16 No tengas miedo porque algún hombre consigue riquezas, porque la gloria de su casa aumenta, 17 pues al morir no puede llevarse absolutamente nada; su gloria no descenderá junto con él mismo. 18 Pues durante su vida siguió bendiciendo su propia alma (y la gente te elogiará porque te haces el bien a ti mismo); 19 [su alma] finalmente llega solo hasta la generación de sus antepasados. Nunca más verán la luz. 20 El hombre terrestre, aunque en honra, que no entiende, en verdad es comparable a las bestias que han sido destruidas.

Melodía de Asaf.

50 El Divino, Dios, Jehová, él mismo ha hablado, y procede a llamar la tierra, desde el nacimiento del sol hasta su puesta.  2 Desde Sión, la perfección de la belleza, Dios mismo ha resplandecido.  3 Vendrá nuestro Dios y no le será posible guardar silencio. Delante de él devora un fuego, y todo en derredor de él el tiempo se ha puesto sumamente tempestuoso.  4 Él llama a los cielos de arriba y a la tierra para ejecutar juicio sobre su pueblo:  5 “Reúnanme a los que me son leales, los que celebraron mi pacto sobre sacrificio”.  6 Y los cielos anuncian su justicia, porque Dios mismo es Juez. Sélah.  7 “Escucha, sí, oh pueblo mío, y ciertamente hablaré, oh Israel, y ciertamente daré testimonio contra ti. Yo soy Dios, tu Dios.  8 No respecto a tus sacrificios te censuro, ni [respecto a] tus holocaustos [que están] enfrente de mí constantemente.  9 Ciertamente no tomaré de tu casa un toro; de tus apriscos, machos cabríos. 10 Porque me pertenece todo animal silvestre del bosque, las bestias sobre mil montañas. 11 Conozco bien toda criatura alada de las montañas, y los tropeles de animales del campo abierto están conmigo. 12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría; porque me pertenecen la tierra productiva y su plenitud. 13 ¿Comeré la carne de poderosos [toros], y acaso la sangre de machos cabríos beberé? 14 Ofrece acción de gracias como tu sacrificio a Dios, y paga al Altísimo tus votos; 15 y llámame en el día de angustia. Yo te libraré, y tú me glorificarás.” 16 Pero al inicuo Dios tendrá que decir: “¿Qué derecho tienes tú de enumerar mis disposiciones reglamentarias, y para que lleves mi pacto en tu boca? 17 ¡Si tú... tú has odiado la disciplina, y sigues arrojando mis palabras detrás de ti! 18 Siempre que veías a un ladrón, hasta te complacías en él; y tu participación era con adúlteros. 19 Tu boca has dejado suelta a lo que es malo, y tu lengua mantienes apegada al engaño. 20 Te sientas [y] hablas contra tu propio hermano, contra el hijo de tu madre divulgas una falta. 21 Estas cosas has hecho, y yo he guardado silencio. Te imaginaste que yo con seguridad llegaría a ser como tú. Voy a censurarte, y ciertamente pondré en orden las cosas delante de tus ojos. 22 Entiendan esto, por favor, olvidadores de Dios, para que yo no [los] despedace sin que haya libertador. 23 El que ofrece acción de gracias como su sacrificio es el que me glorifica; y en cuanto al que guarda un camino fijo, ciertamente le haré ver la salvación por Dios”.

Al director. Melodía de David. Cuando Natán el profeta entró a donde él después que él hubo tenido relaciones con Bat-seba.

51 Muéstrame favor, oh Dios, conforme a tu bondad amorosa. Conforme a la abundancia de tus misericordias, borra mis transgresiones.  2 Lávame cabalmente de mi error, y límpiame aun de mi pecado.  3 Pues mis transgresiones yo mismo conozco, y mi pecado está enfrente de mí constantemente.  4 Contra ti, contra ti solo, he pecado, y lo que es malo a tus ojos he hecho, a fin de que resultes justo cuando hables, para que estés libre de culpa cuando juzgues.  5 ¡Mira! Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre.  6 ¡Mira! Te has deleitado en la veracidad misma en lo interior; y en el yo secreto quieras hacerme conocer sabiduría pura.  7 Quieras purificarme del pecado con hisopo, para que yo sea limpio; quieras lavarme, para que quede hasta más blanco que la nieve.  8 Quieras hacerme oír alborozo y regocijo, para que estén gozosos los huesos que has aplastado.  9 Oculta tu rostro de mis pecados, y borra aun todos mis errores. 10 Crea en mí hasta un corazón puro, oh Dios, y pon en mí un espíritu nuevo, uno [que sea] constante. 11 No me arrojes de delante de tu rostro; y tu espíritu santo, oh, no me lo quites. 12 Restáurame, sí, el alborozo de la salvación por ti, y quieras sostenerme aun con un espíritu bien dispuesto. 13 Ciertamente enseñaré a los transgresores tus caminos, para que los pecadores mismos se vuelvan directamente a ti. 14 Líbrame de la culpa de sangre, oh Dios, el Dios de mi salvación, para que mi lengua informe gozosamente acerca de tu justicia. 15 Oh Jehová, quieras abrir estos labios míos, para que mi propia boca anuncie tu alabanza. 16 Porque no te deleitas en sacrificio... de otro modo [lo] daría; en holocausto no te complaces. 17 Los sacrificios para Dios son un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y aplastado, oh Dios, no lo despreciarás. 18 En tu buena voluntad trata bien, sí, a Sión; quieras edificar los muros de Jerusalén. 19 En tal caso te deleitarás con los sacrificios de justicia, con el sacrificio quemado y la ofrenda entera; en tal caso se ofrecerán toros en tu mismísimo altar.


Núm. 1: (Salmos 48:1-49:9)

Canción. Melodía de los hijos de Coré.

48 Jehová es grande y ha de ser alabado en gran manera en la ciudad de nuestro Dios, [en] su santa montaña.  2 Bello por encumbramiento, el alborozo de toda la tierra, es el monte Sión en los lados remotos del norte, el pueblo del gran Rey.  3 En sus torres de habitación Dios mismo ha llegado a ser conocido como altura segura.  4 Porque, ¡miren!, los reyes mismos se han reunido por cita, han pasado juntos.  5 Ellos mismos vieron; [y] por lo tanto se asombraron. Se perturbaron, se les hizo huir en pánico.  6 El temblor mismo se apoderó de ellos allí, dolores de parto como los de una mujer que está dando a luz.  7 Con un viento del este destrozas las naves de Tarsis.  8 Tal como hemos oído, así hemos visto en la ciudad de Jehová de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Dios mismo la establecerá firmemente hasta tiempo indefinido. Sélah.  9 Hemos reflexionado, oh Dios, acerca de tu bondad amorosa en medio de tu templo. 10 Como tu nombre, oh Dios, así es tu alabanza hasta los confines de la tierra. Tu diestra está llena de justicia misma. 11 Regocíjese el monte Sión, estén gozosos los pueblos dependientes de Judá, a causa de tus decisiones judiciales. 12 Marchen ustedes alrededor de Sión, y vayan a la redonda de ella, cuenten sus torres. 13 Fijen su corazón en su antemural. Inspeccionen sus torres de habitación, para que puedan relatarlo a la generación futura. 14 Porque este Dios es nuestro Dios hasta tiempo indefinido, aun para siempre. Él mismo nos guiará hasta que muramos.

Al director. De los hijos de Coré. Melodía.

49 Oigan esto, pueblos todos. Presten oído, habitantes todos del sistema de cosas,  2 ustedes los hijos de la humanidad así como los hijos del hombre, el rico y el pobre juntamente.  3 Mi propia boca hablará cosas de sabiduría, y la meditación de mi corazón será de cosas de entendimiento.  4 A una expresión proverbial inclinaré mi oído; con un arpa abriré mi enigma.  5 ¿Por qué he de tener miedo en los días del mal, [cuando] el error mismo de mis suplantadores me cerque?  6 Los que están confiando en sus medios de mantenimiento, y que siguen jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas,  7 ni uno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él  8 (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido);  9 para que todavía viva para siempre [y] no vea el hoyo.



Núm. 2: ¿Es el Reino de Dios un verdadero gobierno?
(rs pág. 300 párr. 3–pág. 301 párr. 1)




*** rs pág. 300 párr. 3 - pág. 301 párr. 1 Reino ***

¿O es, en vez de eso, una condición en el corazón de los hombres?

Luc. 17:21, VV (1904): “Ni dirán: Héle aquí, ó héle allí; porque, he aquí, el reino de Dios dentro de vosotros está [también NC (1972), VM; pero “entre vosotros” en BJ, VV (1960), FS; “en medio de vosotros”, Str.]. (Note que, como muestra el versículo 20, Jesús estaba hablando a los fariseos, cuya hipocresía también denunció, de modo que no pudo haber querido decir que el Reino estaba en el corazón de ellos. Más bien, el Reino, representado en Cristo, se hallaba en medio de ellos. Por tanto The Emphatic Diaglott dice: “La majestad real de Dios está entre ustedes”.)

¿Dice realmente la Biblia que el Reino de Dios sea un gobierno?

Isa. 9:6, 7, BD: “Nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo; y Él tendrá el gobierno [“poder de gobernar”, VP; “dominio”, VM; “gobierno principesco”, NM] sobre su hombro. Estos serán sus reales títulos: ‘Admirable’, ‘Consejero’, ‘Dios Poderoso’, ‘Padre Eterno’, ‘Príncipe de Paz’. Su siempre creciente y pacífico reinado no acabará jamás.”

información adicional
*** W71 1/3 p 131-133***

¿Qué es el reino de Dios?



HAGA usted esta pregunta a cualquier hombre o mujer que pase por la calle y obtendrá una gran variedad de respuestas.

Algunos dicen que el reino de Dios está “en sus corazones.” Otros insisten en que es una región espiritual a la que se llega solo después de que uno muere. Muchas personas hasta se mofan de la pregunta, alegando que toda la idea de un reino de Dios es quimérica, impráctica, que el hombre, de hecho, está en completo control de su propio destino.

Pero, ¿cuál sería la respuesta de usted?

Quizás usted diga: “Bueno, ¿qué importa, de todos modos? Dejaré que los teólogos arguyan acerca de eso. Lo que me interesa es que hoy casi me da miedo enviar a mis hijos a la escuela o dejar a mi esposa andar sola por la calle. Me tiene preocupado la inestabilidad de la economía, el problema de la contaminación, y otra docena de cosas. Pero ‘el reino de Dios’... bueno, después que se arreglen estos problemas inmediatos, entonces pensaré acerca de eso.”

Pero en realidad, por esas mismísimas razones usted debería desear saber acerca del reino de Dios. Sí, el mismísimo hecho de que a usted le preocupan el crimen y la violencia que hay en las escuelas y en las calles, la economía inestable, la amenaza de que se extiendan las guerras, los peligros de la contaminación, debería hacer que la información verídica acerca del reino de Dios fuese de gran interés para usted. ¿Por qué? Porque —cuando uno despeja su mente de propaganda política, echa fuera nociones preconcebidas y prejuicios, y honradamente se enfrenta a lo que el hombre ha estado haciendo o dejando de hacer con la vida en la Tierra, no solo en años recientes, sino por décadas, hasta por siglos— se puede apreciar que el reino de Dios es la única solución práctica y apegada a la realidad para los problemas de la humanidad.

Esto se debe a que el reino de Dios no es simplemente un sentimiento en el corazón de la gente, no es algo que solo beneficia a las personas después de la muerte, sino un gobierno. Y es un gobierno con poder y propósito, especialmente adecuado para corregir las condiciones malas que ahora mismo privan a la vida humana de tanto de su gozo.

¿Parece raro el que nos refiramos al reino de Dios como a un gobierno? Quizás sí, sin embargo eso es lo que enseña la Biblia. La mismísima palabra “reino” significa un gobierno regido por un rey. La Biblia habla de los reinos de Babilonia, Persia, Grecia y otros reinos antiguos. ¿Qué eran? Gobiernos regidos por reyes. El segundo capítulo de la profecía de Daniel trata de esos reinos nacionales y de su dominio y fuerza y entonces dice:

Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”—Dan. 2:37-44.

De modo que el reino de Dios también es un gobierno y con poder muy superior a cualquiera de los gobiernos y a todos los gobiernos que los hombres han producido. Según la profecía, va a acabar con todos esos gobiernos y reemplazarlos permanentemente.

Los discípulos de Jesús entendieron que el reino acerca del cual les enseñaba era un gobierno. (Hech. 1:6) De hecho, antes del nacimiento de Jesús la promesa profética era: “Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y gobernará como rey sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.” (Luc. 1:32, 33) Es un hecho histórico que el reino de David fue un gobierno. El reino de Cristo Jesús, quien descendió de David, también es un gobierno, aunque mucho mayor que el de David. Esto se debe a que es un gobierno celestial.—Hech. 2:29-36.

Más de treinta veces se llama al “reino de Dios” el “reino de los cielos” en una frase paralela. (Luc. 8:1; Mat. 10:7) ¿Significa eso que para disfrutar de sus beneficios hay que ir al cielo? No, pues Cristo Jesús dijo que las personas deben orar: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10) Es cierto, la Biblia sí enseña que algunas personas son escogidas para reinar con Cristo Jesús en su gobierno celestial. Pero, ¿qué dice Revelación 5:10 acerca de la gobernación de éstos? Declara que son constituidos en “un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y gobernarán como reyes sobre la tierra.”

¿Cuál diría usted que es el mayor problema que hoy tienen que afrontar los gobiernos? Quizás usted piense en la guerra, el crimen, la corrupción, la contaminación, la inestabilidad económica u otros problemas semejantes. Pero, ¿qué es lo que causa estas cosas? ¿Simplemente suceden... o hay algo que lleva a ellas, que las motiva? Quizás la respuesta parezca sencilla, pero nadie honradamente puede negar que el egoísmo es la causa básica, una falta de respeto, de consideración, sí, de amor al prójimo.
Aunque muchos reconocen que esto es verdad, posiblemente digan: “Es cierto, pero ¿qué se puede hacer en cuanto a ello? ¿Cómo podrían hacerse cumplir leyes que exigieran que los hombres amaran a su prójimo? Para hacer eso un gobierno tendría que poder leer los corazones de los hombres.”

Exactamente. Y es por eso que el reino de Dios es el único gobierno práctico que puede resolver los problemas de la Tierra. Su rey, Cristo Jesús, demostró que podía leer los corazones de los hombres cuando estuvo en la Tierra, y sus análisis consistentemente resultaron correctos. Sírvase tomar tiempo para leer lo que él dijo e hizo según se registra en la Biblia y usted verá que realmente “conocía lo que había en el hombre.” (Juan 2:25) En realidad, puede que usted mismo se encuentre escudriñado de lo que lea.

Sin embargo, más que esto, el gobierno del reino de Dios está solemnemente comprometido a limpiar esta Tierra eliminando de ella a toda persona que prefiera vivir en el egoísmo, y tiene poder para hacerlo. (2 Tes. 1:6-8) Emprende esta acción porque, como declararon los discípulos de Jesús: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios,’ y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.” (1 Juan 4:20) Sí, el reino por Cristo Jesús coloca la más elevada importancia en amar a Dios y amar al prójimo. Es por eso que solo el Reino tiene la clave para la eliminación de los problemas de la Tierra.


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Núm. 3: Puesto que la vida es un don,
¿por qué tenemos que obrar nuestra propia salvación? (Rom. 6:23; Fili. 2:12)


(Romanos 6:23) Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.

(Filipenses 2:12) Por consiguiente, amados míos, tal como siempre han obedecido, no durante mi presencia solamente, sino ahora con mucha más prontitud durante mi ausencia, sigan obrando su propia salvación con temor y temblor;

w88 15/11 p 26-28

¿Quién alcanzará la aprobación de Jehová?


“Sigan obrando su propia salvación [...]; porque Dios es el que, por causa de su beneplácito, está actuando en ustedes a fin de que haya en ustedes tanto el querer como el actuar.” (FILIPENSES 2:12, 13.)
FUE un punto de viraje en la historia. Juan el Bautizante había estado predicando el mensaje de Dios y bautizando en agua a los que se arrepentían. Entonces se le acercó un hombre a quien Juan conocía como persona justa: Jesús. Jesús no tenía pecado del cual tuviera que arrepentirse, pero pidió que se le bautizara ‘para llevar a cabo todo lo que era justo’. (Mateo 3:1-15.)

2 Después que, con modestia, Juan hizo lo que Jesús le pidió y Jesús salió del agua, “los cielos se abrieron, y él vio descender como paloma el espíritu de Dios”. Más que eso, “hubo una voz desde los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado’”. (Mateo 3:16, 17; Marcos 1:11.) ¡Qué declaración! A todos nos alegra complacer a quien respetamos. (Hechos 6:3-6; 16:1, 2; Filipenses 2:19-22; Mateo 25:21.) Imagínese, pues, lo que usted sentiría si el Dios Todopoderoso le anunciara: ‘¡Te he aprobado!’.

3 ¿Es posible recibir la aprobación de Dios hoy día? Por ejemplo, piense en un hombre que ‘no tiene esperanza y está sin Dios en el mundo’, porque está ‘alejado de la vida que pertenece a Dios’. (Efesios 2:12; 4:18.) ¿Puede cambiar de esa situación a la condición bendita de tener la aprobación de Jehová? Si así es, ¿cómo? Veamos.

¿Qué significaron Sus palabras?

4 En los informes evangélicos de las palabras de Dios: “he aprobado [a Jesús]”, se emplea el verbo griego eu•do•ké•o. (Mateo 3:17; Marcos 1:11; Lucas 3:22.) Esto significa “hallarse complacido, considerar favorablemente, deleitarse en”, y su forma sustantivada tiene el sentido de “buena voluntad, beneplácito, favor, deseo”. Eu•do•ké•o no se limita a la aprobación divina. Por ejemplo, los cristianos de Macedonia ‘tuvieron gusto’ en compartir sus bienes con otros. (Romanos 10:1; 15:26; 2 Corintios 5:8; 1 Tesalonicenses 2:8; 3:1.) Con todo, la aprobación que Jesús recibió la expresó Dios, no el hombre. Con referencia a Jesús, este término se usa solamente después de su bautismo. (Mateo 17:5; 2 Pedro 1:17.) Es interesante que Lucas 2:52 usa una palabra diferente —kjá•ris— cuando menciona a Jesús como joven no bautizado que había recibido “favor” de Dios y los hombres.

5 ¿Es posible, también, que humanos imperfectos como nosotros seamos aprobados por Dios? La respuesta, para alegría nuestra, es: sí. Cuando Jesús nació, unos ángeles anunciaron: “Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad [eu•do•kí•as]”. (Lucas 2:14.) En el griego literal, los ángeles cantaban sobre una bendición venidera a “hombres del bien pensar” u “hombres a quienes Dios aprueba”. El profesor Hans Bietenhard escribe lo siguiente sobre este uso de en an•thró•pois eu•do•kí•as: “La frase se refiere a los hombres que tenían el beneplácito de Dios [...] Por lo tanto, lo que consideramos aquí no es la buena voluntad de los hombres [...] Consideramos la voluntad soberana y benévola de Dios, que elige para sí a un pueblo que ha de recibir salvación”. Así, como por mucho tiempo han explicado los testigos de Jehová, Lucas 2:14 indica que por la dedicación y el bautismo es posible que humanos imperfectos lleguen a ser hombres de buena voluntad, ¡hombres a quienes Dios aprueba!

6 Sin embargo, usted quizás se dé cuenta de la gran diferencia que hay entre ser ‘enemigos de Dios con la mente puesta en las obras que son inicuas’ y disfrutar de aprobación como asociados de nuestro Dios justo y sabio. (Colosenses 1:21; Salmo 15:1-5.) Por eso, aunque quizás le alivie saber que puede haber aprobación para humanos, probablemente quiera saber qué implica esto. Podemos aprender mucho de esto por los tratos de Dios en el pasado.


Cómo seguir aprobado por Dios para la salvación

17 Mediante la predicación pública por cristianos bautizados en el primer siglo, miles de personas oyeron las buenas nuevas. Pusieron fe en lo que oyeron, se arrepintieron de su proceder anterior y se bautizaron, y así hicieron “declaración pública para salvación”. (Romanos 10:10-15; Hechos 2:41-44; 5:14; Colosenses 1:23.) No había duda de que los bautizados de aquel tiempo tenían la aprobación de Jehová, porque él los ungía con espíritu santo y los adoptaba como hijos espirituales. El apóstol Pablo escribió: “Nos predeterminó a la adopción mediante Jesucristo como hijos para sí mismo, según el beneplácito [eu•do•kí•an] de su voluntad”. (Efesios 1:5.) Así, dentro de aquel siglo empezó a cumplirse lo que predijeron los ángeles cuando Jesús nació: “Paz entre los hombres de buena voluntad [u: hombres a quienes Dios aprueba]”. (Lucas 2:14.)

18 Para mantener aquella paz, era necesario que aquellos “hombres de buena voluntad” ‘siguieran obrando su propia salvación con temor y temblor’. (Filipenses 2:12.) Aquello no era fácil, porque todavía eran humanos imperfectos. Se enfrentarían a tentaciones y presiones que tendrían como fin hacerles cometer males. Si cedían y cometían males, perdían la aprobación de Dios. Por eso, amorosamente, Jehová hizo arreglos para que pastores espirituales ayudaran y protegieran a las congregaciones. (1 Pedro 5:2, 3.)

19 Aquellos ancianos de las congregaciones tomarían a pecho este consejo de Pablo: “Aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti mismo, por temor de que tú también seas tentado”. (Gálatas 6:1.) Como podemos comprender, la persona que diera el paso importante del bautismo tendría mayor responsabilidad ante Dios, tal como sucedía en el caso de un forastero que llegaba a ser prosélito circunciso en Israel. No obstante, si un cristiano bautizado cometía un error, podía recibir ayuda amorosa dentro de la congregación.

20 Un grupo de ancianos de la congregación podía ofrecer ayuda al que hubiera caído en algún mal grave. Judas escribió: “Continúen mostrando misericordia a algunos que tienen dudas; sálvenlos, arrebatándolos del fuego. Pero continúen mostrando misericordia a otros, haciéndolo con temor, mientras odian hasta la prenda de vestir interior que ha sido manchada por la carne”. (Judas 22, 23.) Un miembro bautizado de la congregación a quien se ayudaba de este modo podía continuar disfrutando de la aprobación de Jehová y de la paz de la cual habían hablado los ángeles cuando Jesús nació.

21 Había casos, aunque esto no era común, de personas que cometían un mal y no se arrepentían. Entonces los ancianos tenían que echar de la congregación a aquella persona para proteger de contaminación a la congregación limpia. Eso le sucedió a un hombre bautizado de Corinto que persistía en una relación inmoral. Pablo aconsejó a la congregación que “cesaran de mezclarse en la compañía de fornicadores, no queriendo decir enteramente con los fornicadores de este mundo, o personas dominadas por la avidez y los que practican extorsión, o idólatras. De otro modo, ustedes realmente tendrían que salirse del mundo. Pero ahora les escribo que cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre”. (1 Corintios 5:9-11.)

22 Puesto que aquel corintio había dado el paso importante del bautismo, y había sido aprobado por Dios y había llegado a ser miembro de la congregación, su expulsión era un asunto serio. Pablo indicó que los cristianos no habrían de mezclarse en su compañía, porque él había rechazado su condición de aprobado ante Dios. (Compárese con 2 Juan 10, 11.) Pedro escribió lo siguiente acerca de aquellos expulsados: “Mejor les hubiera sido no haber conocido con exactitud la senda de la justicia que, después de haberla conocido con exactitud, apartarse del santo mandamiento que les fue entregado. Les ha sucedido el dicho del proverbio verdadero: ‘El perro ha vuelto a su propio vómito’”. (2 Pedro 2:21, 22.)

23 Obviamente Jehová ya no podía ver a aquellos individuos como aprobados, porque habían sido expulsados por ser malhechores impenitentes. (Hebreos 10:38; compárese con 1 Corintios 10:5.) Parece que los expulsados eran solo una minoría. La mayoría de los que obtenían “bondad inmerecida y paz de parte de Dios” y eran ‘adoptados como hijos según el beneplácito de Su voluntad’ permanecía fiel. (Efesios 1:2, 5, 8-10.)

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Jehová confía en nosotros


14 Jehová lo ve todo. Proverbios 15:3 dice: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, vigilando a los malos y a los buenos”. El rey David dijo de Jehová: “Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas” (Salmo 139:16). De modo que Jehová conoce las tendencias negativas contra las que luchamos, sean estas heredadas o adquiridas como resultado de otras influencias incontrolables. Entiende exactamente cómo nos han afectado estas. Comprende nuestras limitaciones aun mejor que nosotros mismos. Y es misericordioso. Nunca espera más de nosotros de lo que justamente podemos hacer (Salmo 103:13, 14).

15 Por otra parte, Jehová no nos ve como víctimas indefensas de las circunstancias. Si tuvimos malas experiencias en el pasado, puede consolarnos la certeza de que Jehová odia toda la conducta deliberadamente dañina de que fuimos objeto (Salmo 11:5; Romanos 12:19). Pero ¿nos eximirá de las consecuencias si abandonamos el camino y tomamos malas decisiones a sabiendas? Por supuesto que no. Su Palabra dice: “Cada uno llevará su propia carga de responsabilidad” (Gálatas 6:5). Jehová dignifica a cada una de sus criaturas inteligentes con la responsabilidad de hacer el bien y servirle. Es como Moisés dijo a la nación de Israel: “De veras tomo los cielos y la tierra como testigos contra ustedes hoy, de que he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la invocación de mal; y tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole” (Deuteronomio 30:19). Jehová confía en que nosotros también podemos tomar la decisión correcta. ¿Cómo lo sabemos?

16 Prestemos atención a lo que Pablo escribió: “Por consiguiente, amados míos, [...] sigan obrando su propia salvación con temor y temblor; porque Dios es el que, por causa de su beneplácito, está actuando en ustedes a fin de que haya en ustedes tanto el querer como el actuar” (Filipenses 2:12, 13). La palabra griega original que se traduce por ‘obrar’ significa en este pasaje terminar algo. De modo que ninguno de nosotros está condenado a fracasar o abandonar. Jehová Dios debe confiar en que podemos terminar la obra que nos ha encomendado —la obra que nos lleva a la salvación—, o de otro modo no hubiera inspirado esas palabras. Pero ¿cómo podemos lograrlo? No por nuestras propias fuerzas. Si tuviéramos la fuerza suficiente, no habría necesidad de ‘temer y temblar’. Más bien, Jehová ‘actúa en nosotros’ cuando su espíritu santo obra en nuestra mente y corazón y nos ayuda a ‘querer y actuar’. Con tal ayuda amorosa, ¿hay razón por la que no podamos tomar las decisiones correctas y vivir de acuerdo con ellas? No, no la hay (Lucas 11:13).

17 Tendremos que superar obstáculos, quizá toda una vida de malos hábitos e influencias dañinas que distorsionan nuestro modo de pensar. No obstante, con la ayuda del espíritu de Jehová, podemos superarlos. Como Pablo escribió a los cristianos corintios, la Palabra de Dios tiene fuerza suficiente para derrumbar hasta “cosas fuertemente atrincheradas” (2 Corintios 10:4). De hecho, Jehová puede ayudarnos a hacer cambios radicales en nuestra vida. Su Palabra nos insta a “desechar la vieja personalidad” y a ‘vestirnos de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad’ (Efesios 4:22-24). ¿Puede realmente el espíritu de Jehová ayudarnos a efectuar tales cambios? Claro que sí. El espíritu de Dios produce en nosotros su fruto: cualidades hermosas, de gran valor, que todos debemos cultivar. La primera de ellas es el amor (Gálatas 5:22, 23).

18 En esto radica una gran verdad liberadora. Jehová Dios tiene una capacidad de amar ilimitada, y él nos hizo a su imagen (Génesis 1:26; 1 Juan 4:8). De modo que podemos optar por amar a Jehová. Y ese amor, no nuestra vida anterior ni nuestras faltas adquiridas ni la tendencia heredada de hacer el mal, es la clave de nuestro futuro. Adán y Eva tenían que amar a Jehová Dios para permanecer fieles en Edén. Este amor es lo que todos nosotros necesitamos para sobrevivir al Armagedón y pasar la prueba final al término del Reinado Milenario de Cristo (Revelación 7:14; 20:5, 7-10). Todos nosotros, independientemente de nuestras circunstancias, podemos cultivar ese amor (Mateo 22:37; 1 Corintios 13:13). Resolvámonos a amar a Jehová y a edificar sobre ese amor durante toda la eternidad.




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En su carta a los Filipenses, Pablo destaca la importancia del amor. Por ejemplo, dice: “Esto es lo que continúo orando: que el amor de ustedes abunde todavía más y más con conocimiento exacto y pleno discernimiento”. Y para que no caigan en la trampa del exceso de confianza, les aconseja: “Sigan obrando su propia salvación con temor y temblor” (Fili. 1:9; 2:12).


2:12, 13. ¿De qué manera nos ayuda Dios a “querer” y a “actuar”? El espíritu santo de Jehová influye en nuestra mente y corazón y nos motiva a esforzarnos al máximo en su servicio. De modo que contamos con la ayuda de Dios para ‘obrar nuestra propia salvación’.
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