Lectura de la Biblia: Salmos 69 a 73
Núm. 1: Salmo 72:1-20
Núm. 2: ¿Qué hará el Reino de Dios con los gobiernos humanos? (rs pág. 301 párr. 5–pág. 302 párr. 1)
Núm. 3: Lecciones que los jóvenes pueden aprender de los reyes Ezequías y Josías
(Salmos 69:encabezamiento-73:28)
Al director sobre Los Lirios. De David.
69 Sálvame, oh Dios, porque las aguas han llegado hasta el alma misma. 2 Me he hundido en cieno profundo, donde no hay suelo para estar de pie. He entrado en aguas muy hondas, y una corriente caudalosa misma me ha arrollado. 3 He quedado cansado debido a mi clamar; mi garganta ha quedado ronca. Mis ojos han fallado en espera de mi Dios. 4 Los que me odian sin causa han llegado a ser aun más que los cabellos de mi cabeza. Los que me reducen a silencio, que son mis enemigos sin razón, se han hecho numerosos. Lo que yo no había tomado por robo, entonces procedí a devolver. 5 Oh Dios, tú mismo has llegado a conocer mi tontedad, y no ha estado escondida de ti mi propia culpabilidad. 6 Oh, no sean avergonzados a causa de mí los que en ti esperan, oh Señor Soberano, Jehová de los ejércitos. Oh, no sean humillados a causa de mí los que te buscan, oh Dios de Israel. 7 Pues por tu causa he soportado oprobio, humillación ha cubierto mi rostro. 8 He llegado a ser uno en desapego para mis hermanos, y un extranjero para los hijos de mi madre. 9 Porque el puro celo por tu casa me ha consumido, y los mismísimos vituperios de los que te vituperan han caído sobre mí. 10 Y procedí a llorar con el ayuno de mi alma, pero aquello vino a parar en oprobios para mí. 11 Cuando hice de saco mi ropa, entonces llegué a ser para ellos un dicho proverbial. 12 Los que se sientan en la puerta empezaron a interesarse intensamente en mí, y [yo era] el tema de las canciones de los bebedores de licor embriagante. 13 Pero en cuanto a mí, mi orar fue a ti, oh Jehová, en tiempo acepto, oh Dios. En la abundancia de tu bondad amorosa respóndeme con la verdad de la salvación por ti. 14 Líbrame del fango, para que no me hunda. Oh, sea yo librado de los que me odian, y de las aguas profundas. 15 Oh, no me arrolle la corriente caudalosa de aguas, ni me trague la profundidad, ni cierre el pozo su boca sobre mí. 16 Respóndeme, oh Jehová, porque tu bondad amorosa es buena. Conforme a la multitud de tus misericordias dirígete hacia mí, 17 y no ocultes de tu siervo tu rostro. Porque estoy en grave aprieto, respóndeme rápidamente. 18 De veras acércate a mi alma, reclámala; a causa de mis enemigos, redímeme. 19 Tú mismo has llegado a conocer mi oprobio y mi ignominia y mi humillación. Todos los que me muestran hostilidad están enfrente de ti. 20 El oprobio mismo ha quebrantado mi corazón, y [la herida] es incurable. Y seguí esperando que alguien se condoliera, pero no hubo nadie; y consoladores, pero no hallé ninguno. 21 Antes bien, por alimento [me] dieron una planta venenosa, y para mi sed trataron de hacerme beber vinagre. 22 Que su mesa delante de ellos llegue a ser una trampa, y un lazo lo que es para su bienestar. 23 Que se les oscurezcan los ojos para que no vean; y haz que sus caderas mismas vacilen constantemente. 24 Derrama sobre ellos tu denunciación, y que tu propia cólera ardiente los alcance. 25 Quede desolado su campamento amurallado; en sus tiendas no llegue a haber morador. 26 Porque han seguido tras de aquel a quien tú mismo has golpeado, y siguen relatando los dolores de aquellos a quienes tú traspasaste. 27 De veras da error sobre su error, y no entren ellos en tu justicia. 28 Sean borrados del libro de los vivientes, y con los justos no sean inscritos. 29 Pero yo estoy afligido y dolorido. Que tu propia salvación, oh Dios, me proteja. 30 Ciertamente alabaré el nombre de Dios con canción, y lo engrandeceré, sí, con acción de gracias. 31 Esto también le será más grato a Jehová que un toro, que un toro joven que exhibe cuernos, que tiene pezuña partida. 32 Los mansos ciertamente [lo] verán; se regocijarán. Ustedes que están buscando a Dios, que su corazón también se mantenga vivo. 33 Porque Jehová está escuchando a los pobres, y realmente no desprecia a sus propios prisioneros. 34 Que lo alaben el cielo y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos. 35 Porque Dios mismo salvará a Sión y edificará las ciudades de Judá; y ellos ciertamente morarán allí y tomarán posesión de ella. 36 Y la misma prole de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre serán los que residirán en ella.
Al director. De David, para hacer recordar.
70 Oh Dios, para librarme, oh Jehová, de veras ven de prisa en mi auxilio. 2 Queden avergonzados y corridos los que andan buscando mi alma. Vuélvanse atrás y queden humillados los que están deleitándose en mi calamidad. 3 Retrocedan con motivo de su vergüenza los que están diciendo: “¡Ajá, ajá!”. 4 Alborócense y regocíjense en ti, todos los que te están buscando, y digan ellos constantemente: “¡Sea engrandecido Dios!”... los que aman tu salvación. 5 Pero yo estoy afligido y soy pobre. Oh Dios, de veras obra rápidamente a favor de mí. Tú eres mi ayuda y el Proveedor de escape para mí. Oh Jehová, no tardes demasiado.
71 En ti, oh Jehová, me he refugiado. Oh, nunca sea yo avergonzado. 2 En tu justicia quieras librarme y proveerme escape. Inclina hacia mí tu oído, y sálvame. 3 Llega a ser para mí un fuerte de rocas en el cual entrar constantemente. Tienes que dar mandato para salvarme, porque tú eres mi peñasco y mi plaza fuerte. 4 Oh Dios mío, provéeme escape de la mano del inicuo, de la palma de la mano del que obra injusta y opresivamente. 5 Porque tú eres mi esperanza, oh Señor Soberano Jehová, mi confianza desde mi juventud. 6 En ti me he sostenido desde el vientre; tú eres Aquel que me desprendió hasta de las entrañas de mi madre. En ti está mi alabanza constantemente. 7 He llegado a ser justamente como milagro para muchas personas; pero tú eres mi fuerte refugio. 8 Llena está mi boca de tu alabanza; todo el día, de tu hermosura. 9 No me deseches en el tiempo de la vejez; justamente cuando mi poder está fallando, no me dejes. 10 Porque mis enemigos han dicho respecto de mí, y los mismísimos que vigilan en espera de mi alma conjuntamente se han dado consejos, 11 diciendo: “Dios mismo lo ha dejado. Persigue y préndelo, porque no hay libertador”. 12 Oh Dios, no te mantengas lejos de mí. Oh Dios mío, de veras acude apresurado en mi auxilio. 13 Que sean avergonzados, que se acaben, los que están resistiendo a mi alma. Que se cubran de oprobio y humillación los que andan buscando calamidad para mí. 14 Pero en cuanto a mí, yo esperaré constantemente, y ciertamente añadiré a toda tu alabanza. 15 Mi propia boca relatará tu justicia; todo el día, tu salvación, pues no he llegado a saber las cantidades [de ellas]. 16 Vendré en magnífico poderío, oh Señor Soberano Jehová; mencionaré tu justicia, la tuya sola. 17 Oh Dios, tú me has enseñado desde mi juventud en adelante, y hasta ahora sigo informando acerca de tus maravillosas obras. 18 Y aun hasta la vejez y canicie, oh Dios, no me dejes, hasta que informe acerca de tu brazo a la generación; a todos los que han de venir, acerca de tu poderío. 19 Tu justicia, oh Dios, alcanza hasta la altura; en lo que toca a las grandes cosas que tú has hecho, oh Dios, ¿quién es como tú? 20 Porque me has hecho ver muchas angustias y calamidades, quieras volver a hacerme revivir; y de las profundidades acuosas de la tierra quieras volver a hacerme subir. 21 Quieras aumentar mi grandeza, y quieras cercarme [y] consolarme. 22 Yo también, yo te elogiaré con un instrumento de los de cuerdas, en cuanto a tu apego a la verdad, oh Dios mío. Te celebraré con melodía, sí, con el arpa, oh Santo de Israel. 23 Mis labios clamarán gozosamente cuando me sienta inclinado a celebrarte con melodía, aun mi alma que tú has redimido. 24 También, mi propia lengua, todo el día, proferirá en voz baja tu justicia, porque han quedado avergonzados, porque han quedado corridos, los que andan buscando calamidad para mí.
Respecto de Salomón.
72 Oh Dios, da tus propias decisiones judiciales al rey, y tu justicia al hijo del rey. 2 Defienda él la causa de tu pueblo con justicia, y de tus afligidos con decisión judicial. 3 Lleven las montañas paz al pueblo, también las colinas, por medio de la justicia. 4 Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve a los hijos del pobre, y aplaste al defraudador. 5 Ellos te temerán mientras haya sol, y delante de la luna por generación tras generación. 6 Él descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada, como chaparrones copiosos que mojan la tierra. 7 En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. 8 Y tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra. 9 Delante de él los habitantes de las regiones áridas se inclinarán, y sus mismísimos enemigos lamerán el polvo mismo. 10 Los reyes de Tarsis y de las islas... tributo pagarán. Los reyes de Seba y de Sebá... un regalo presentarán. 11 Y ante él todos los reyes se postrarán; todas las naciones, por su parte, le servirán. 12 Porque él librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. 13 Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará. 14 De la opresión y de la violencia les redimirá el alma, y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos. 15 Y viva él, y désele parte del oro de Seba. Y a favor de él hágase oración constantemente; todo el día se le bendiga. 16 Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia. El fruto de él será como en el Líbano, y los que son de la ciudad florecerán como la vegetación de la tierra. 17 Resulte ser su nombre hasta tiempo indefinido; delante del sol disfrute su nombre de aumento, y mediante él bendíganse ellos; pronúncienlo feliz todas las naciones. 18 Bendito sea Jehová Dios, el Dios de Israel, el único que hace obras maravillosas. 19 Y bendito sea su glorioso nombre hasta tiempo indefinido, y llene su gloria toda la tierra. Amén y Amén. 20 Las oraciones de David, hijo de Jesé, han terminado.
Melodía de Asaf.
73 Realmente Dios es bueno para con Israel, para con los limpios de corazón. 2 En cuanto a mí, mis pies casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran. 3 Porque llegué a tener envidia de los jactanciosos, [cuando] veía la mismísima paz de los inicuos. 4 Porque no tienen dolores de muerte; y su panza está gorda. 5 No se hallan siquiera en el penoso afán del hombre mortal, y no son plagados lo mismo que otros hombres. 6 Por lo tanto, la altivez les ha servido de collar; la violencia los envuelve cual prenda de vestir. 7 Su ojo se les ha saltado de gordura; se han excedido de las imaginaciones del corazón. 8 Escarnecen y hablan de lo que es malo; acerca de defraudar hablan en estilo elevado. 9 Han puesto su boca en los mismísimos cielos, y su lengua misma anda por la tierra. 10 Por lo tanto, él trae a su pueblo de vuelta acá, y se escurren para ellos las aguas de lo que está lleno. 11 Y han dicho: “¿Cómo ha llegado a saber Dios? Y ¿existe conocimiento en el Altísimo?”. 12 ¡Mira! Estos son los inicuos, que están en desahogo indefinidamente. Han aumentado [sus] medios de mantenimiento. 13 De seguro, en vano he limpiado mi corazón y lavo mis manos en la inocencia misma. 14 Y llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es cada mañana. 15 Si hubiera dicho: “Ciertamente contaré un cuento como ese”, ¡mira!, contra la generación de tus hijos yo habría obrado traidoramente. 16 Y me quedé considerando para saber esto; fue cosa trabajosa a mis ojos, 17 hasta que procedí a entrar en el magnífico santuario de Dios. Quería discernir el futuro de ellos. 18 De seguro en suelo resbaloso es donde los colocas. Los has hecho caer en ruinas. 19 ¡Oh, cómo se han hecho objeto de pasmo como en un momento! ¡[Cómo] se han acabado, han quedado terminados mediante repentinos terrores! 20 Como un sueño después de despertar, oh Jehová, [así] cuando despiertes despreciarás su mismísima imagen. 21 Porque mi corazón se había agriado, y en mis riñones yo sentía dolores agudos, 22 y yo era irrazonable y no podía saber; llegué a ser como meras bestias desde tu punto de vista. 23 Pero constantemente estoy contigo; tú me has asido de la mano derecha. 24 Con tu consejo me guiarás, y después me llevarás aun a la gloria. 25 ¿A quién tengo yo en los cielos? Y además de ti, de veras no tengo otro deleite en la tierra. 26 Mi organismo y mi corazón han fallado. Dios es la roca de mi corazón y la parte que me corresponde hasta tiempo indefinido. 27 Porque, ¡mira!, los mismísimos que se mantienen alejados de ti perecerán. Ciertamente reducirás a silencio a todo el que, inmoralmente, te deja. 28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es bueno para mí. En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio, para declarar todas tus obras.
Núm. 1: (Salmos 72:1-20)
Respecto de Salomón.
72 Oh Dios, da tus propias decisiones judiciales al rey, y tu justicia al hijo del rey. 2 Defienda él la causa de tu pueblo con justicia, y de tus afligidos con decisión judicial. 3 Lleven las montañas paz al pueblo, también las colinas, por medio de la justicia. 4 Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve a los hijos del pobre, y aplaste al defraudador. 5 Ellos te temerán mientras haya sol, y delante de la luna por generación tras generación. 6 Él descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada, como chaparrones copiosos que mojan la tierra. 7 En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. 8 Y tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra. 9 Delante de él los habitantes de las regiones áridas se inclinarán, y sus mismísimos enemigos lamerán el polvo mismo. 10 Los reyes de Tarsis y de las islas... tributo pagarán. Los reyes de Seba y de Sebá... un regalo presentarán. 11 Y ante él todos los reyes se postrarán; todas las naciones, por su parte, le servirán. 12 Porque él librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. 13 Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará. 14 De la opresión y de la violencia les redimirá el alma, y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos. 15 Y viva él, y désele parte del oro de Seba. Y a favor de él hágase oración constantemente; todo el día se le bendiga. 16 Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia. El fruto de él será como en el Líbano, y los que son de la ciudad florecerán como la vegetación de la tierra. 17 Resulte ser su nombre hasta tiempo indefinido; delante del sol disfrute su nombre de aumento, y mediante él bendíganse ellos; pronúncienlo feliz todas las naciones. 18 Bendito sea Jehová Dios, el Dios de Israel, el único que hace obras maravillosas. 19 Y bendito sea su glorioso nombre hasta tiempo indefinido, y llene su gloria toda la tierra. Amén y Amén. 20 Las oraciones de David, hijo de Jesé, han terminado.
Núm. 2: ¿Qué hará el Reino de Dios con los gobiernos humanos? (rs pág. 301 párr. 5–pág. 302 párr. 1)
*** rs pág. 301 párr. 5 - pág. 302 párr. 1 Reino ***
¿Qué efecto tendrá este Reino en los gobiernos humanos?
Dan. 2:44: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”
Sal. 2:8, 9: “Pídeme, para que yo dé naciones por herencia tuya y los cabos de la tierra por posesión tuya propia. Las quebrarás con cetro de hierro, como si fueran vaso de alfarero las harás añicos.”
Núm. 3: Lecciones que los jóvenes pueden aprender de los reyes Ezequías y Josías
***w09 1/2 págs. 24-25***
De padres a hijos
Josías decidió hacer lo que estaba bien
¿TE PARECE difícil hacer lo que está bien?... Si crees que sí, no eres el único. A mucha gente le pasa lo mismo, incluso a los adultos. Pero ¿por qué cuesta tanto? Veamos el caso de Josías. ¿Sabes quién era?...
Josías fue hijo de un rey muy malo de Judá llamado Amón, quien lo tuvo a los 16 años de edad. Su abuelo Manasés también había sido un mal gobernante durante muchos años, antes de que los asirios lo capturaran y lo llevaran prisionero a la lejana Babilonia. Allí le pidió perdón a Jehová, y él lo perdonó.
Una vez libre, Manasés volvió a reinar en Jerusalén. De inmediato corrigió lo malo que había hecho y ayudó a la gente a servir a Jehová. ¿Te imaginas lo triste que debió sentirse cuando vio que su hijo Amón no imitaba sus buenas acciones? Por ese entonces nació su nieto Josías. La Biblia no dice cuánta relación tuvo Manasés con él, pero ¿no te parece probable que le enseñara la importancia de servir a Jehová?...
Josías tenía seis años cuando Manasés murió y Amón subió al trono. Este reinó por poco tiempo, pues a los dos años lo asesinaron sus propios siervos. Como consecuencia, Josías se convirtió en rey de Judá cuando solo tenía ocho años (2 Crónicas, capítulo 33). ¿Qué crees que haría Josías? ¿Seguiría el mal ejemplo de su padre, Amón, o el buen ejemplo de su arrepentido abuelo, Manasés?...
Aunque todavía era un niño, Josías ya estaba decidido a servir a Jehová. De modo que, en vez de hacerles caso a los amigos de su padre, escuchó a quienes amaban a Jehová. Tenía solo ocho años, pero sabía que es bueno escuchar a quienes aman a Dios (2 Crónicas 34:1, 2). ¿Te gustaría conocer a algunos de los buenos consejeros que tuvo Josías?...
El profeta Sofonías fue uno de ellos. Él debía ser pariente de Josías, pues parece que este profeta era descendiente del rey Ezequías, el padre de Manasés. Durante los primeros años del reinado de Josías, Sofonías escribió el libro bíblico que lleva su nombre. En ese libro profetizó lo que les pasaría a quienes no hicieran lo que estaba bien, y es evidente que Josías prestó atención a sus advertencias.
Otro buen ejemplo para él fue Jeremías. Es probable que hayas oído hablar de este profeta, pues también escribió por inspiración divina un libro bíblico con su nombre. Ambos eran jóvenes y se criaron en lugares cercanos. Se apreciaban tanto que, cuando Josías murió en una batalla, Jeremías compuso una canción para expresar su profunda tristeza (2 Crónicas 35:25). ¡Sin duda se animaron mucho el uno al otro a servir fielmente a Jehová!
Pero ¿qué puedes aprender de Josías?... Si tú tampoco tienes un padre que sirva a Jehová, ¿quién más puede hablarte de Dios? Tal vez pueda hacerlo tu madre, uno de tus abuelos u otro familiar. O quizá tu madre te dé permiso para estudiar la Biblia con otro siervo de Jehová.
Sea cual sea tu caso, imita a Josías. Como hemos visto, aunque apenas era un niño, él tenía suficiente edad para entender que solo debía hacer amigos entre los siervos de Jehová. ¡Seguro que tú también decidirás hacer lo que está bien!
*** g92 22/10 págs. 20-21 ¿Qué puedo hacer si la conducta de mis padres me avergüenza? *** Demuestra que eres diferente Piensa, por ejemplo, en el joven rey de la antigua Judá llamado Josías. Tanto su padre como su abuelo practicaron la idolatría de forma notoria. A pesar de ello, Josías mismo ―procedió a hacer lo que era recto a los ojos de Jehová. (2 Reyes 21:19, 20; 22:1, 2.) El padre del rey Ezequías, Acab, fue otro rey que puso un ejemplo inicuo. Cerró las puertas del templo de Jehová y ofreció a sus propios hijos en sacrificio a un dios pagano. (2 Crónicas 28:1-3, 24, 25.) Sin embargo, Ezequías demostró ser diferente de su padre. Comenzó a gobernar a los veinticinco años e inmediatamente emprendió la tarea de restaurar la adoración pura en Judá. (2 Reyes 18:1-5.)
El ejemplo de los hijos de Coré fue similar. Antes de que la nación de Israel entrara en la Tierra Prometida, Coré, un levita eminente, encabezó una rebelión contra Moisés y Aarón. Sin embargo, la revuelta fue aplastada rápidamente cuando se ejecutó a Coré y sus seguidores mediante un terremoto y fuego procedente del cielo. No obstante, llama la atención el hecho de que los hijos de Coré sobrevivieran. (Números 26:9-11.) Parece ser que no se pusieron de parte de su padre en esa rebelión. No hay duda de que estos hijos de Coré se sintieron avergonzados por el derrotero inicuo de su padre. Sin embargo, Jehová bendijo a los descendientes de Coré debido a que se apegaron a su Ley. Algunas de las expresiones más bellas que se encuentran en la Biblia son las palabras escritas por los hijos de Coré. (Véanse los Salmos 45, 48, 84, 85, 87 y 88.)
Al igual que Josías, Ezequías y los hijos de Coré, muchos jóvenes cristianos de la actualidad han demostrado ser diferentes de sus padres rebeldes. Examina el caso de un adolescente al que llamaremos Julián, cuyos padres fueron testigos fieles de Jehová pero se convirtieron en opositores apóstatas del cristianismo. En una ocasión se manifestaron con pancartas a la entrada de un lugar donde se celebraba una asamblea cristiana a la que Julián asistía. ―Fue muy humillante —explica él—. Algunos que no sabían que se trataba de mis padres me dijeron: ‗¿Has visto a esos apóstatas insensatos ahí fuera?‘. Sin embargo, Julián no imitó el derrotero rebelde de sus padres, y gracias al apoyo de familiares fieles y de otros compañeros cristianos, ha podido enfrentarse a los sentimientos de humillación y vergüenza.
Tanto Julián como Jacob y David (mencionados anteriormente) han superado su situación familiar. Todos ellos son hoy ministros en una sucursal africana de la Sociedad Watch Tower. ―Sé que quizás tenga que enfrentarme a humillaciones por culpa de mis padres en el futuro —dice Julián—, pero también sé que si confío en Jehová, él me dará la fuerza para resistir.