Jesús [...] se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos (1 Tim. 2:5, 6). |
Los descendientes de Adán hemos heredado un cuerpo imperfecto, inclinado al pecado y condenado a morir. Esto se debe a que cuando Adán pecó, todos los seres humanos estábamos, por así decirlo, en sus entrañas, de modo que nos vimos incluidos en la condena a la muerte. A menos que se pagara un rescate, Jehová violaría su palabra si cancelaba el proceso del envejecimiento y la muerte. De ahí que a todos nos sea aplicable este comentario que hizo Pablo: “Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido bajo el pecado. [...] ¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?” (Rom. 7:14, 24). Jehová era el único que podía sentar las bases legales que le permitirían, con total respeto a la justicia, perdonarnos los pecados y librarnos del castigo a la muerte eterna. ¿Cómo lo hizo? Enviando desde el cielo a su amado Hijo para que naciera como ser humano perfecto y más tarde ofreciera su vida como rescate por nosotros. A diferencia de Adán, Jesús conservó la perfección. “Él no cometió pecado.” (1 Ped. 2:22.) w10 15/8 2:9, 10 |
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lunes, 23 de enero de 2012
Texto Diario Domingo 5 de Febrero
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