El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo (Efe. 4:28). |
Si un cristiano robara, estaría “acomet[iendo] el nombre de [su] Dios”, es decir, deshonrándolo (Pro. 30:7-9). Nada justifica un acto así, ni siquiera la pobreza. Quienes aman a Dios y al prójimo tienen muy clara esta verdad (Mar. 12:28-31). En el texto de hoy, el apóstol Pablo no se limita a decirnos lo que hemos de evitar. También nos indica qué hemos de hacer. Si vivimos y andamos por espíritu santo, trabajaremos arduamente para mantener a nuestra familia e incluso tener “algo que distribuir a alguien que tenga necesidad” (1 Tim. 5:8). No seremos como Judas Iscariote, quien robaba dinero del fondo que Jesús y sus apóstoles habían formado para ayudar a los pobres (Juan 12:4-6). Es obvio que aquel traidor no seguía la dirección del espíritu. En cambio, quienes sí la seguimos nos comportamos “honradamente en todas las cosas” (Heb. 13:18). Así evitamos contristar el espíritu de Jehová. w10 15/5 4:10, 11 |
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lunes, 23 de enero de 2012
Texto Diario Jueves 16 de Febrero
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