Los labios de uno que es estúpido se meten en riñas (Pro. 18:6). |
No es únicamente en el ministerio o en las conversaciones con los compañeros de trabajo donde hay que demostrar amabilidad y autodominio. También hemos de hacerlo en la congregación y en el hogar. Las explosiones de ira perjudican nuestra propia salud física, emocional y espiritual, así como la del prójimo (Pro. 18:7). Debemos pensar en las consecuencias de nuestras palabras y esforzarnos por controlar las emociones negativas que, como imperfectos que somos, todos tenemos. Nunca están justificados los insultos, las burlas, los desprecios y las actitudes coléricas (Col. 3:8; Sant. 1:20). No solo son un cáncer para las relaciones con el prójimo, sino también para nuestra amistad con Jehová. De hecho, Jesús hizo esta advertencia: “Todo el que continúe airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia; pero quienquiera que se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al Tribunal Supremo; mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’, estará expuesto al Gehena de fuego” (Mat. 5:22). w10 15/6 4:7 |
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lunes, 23 de enero de 2012
Texto Diario Miércoles 15 de Febrero
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