http://www.abc.es/sociedad/20130326/abci-testigos-jehova-semana-santa-201303201850.html
No solo los católicos celebran la Semana Santa. Hoy, 26 de marzo, es la fiesta más importante del año para los testigos de Jehová.
Esta comunidad cristiana conmemora, después de la puesta de sol y durante un solo día, la muerte de Cristo, un aniversario que cada año varía ligeramente de fecha.
Llevan semanas recorriendo las casas para animar a la gente a asistir a un discurso de una hora que «examina las respuestas que da la Biblia», reza la invitación que han hecho circular. «Qué significó el pan y el vino; por qué Jesús vino a la Tierra: para ofrecernos un futuro, una esperanza...», dice Maite, ama de casa de 43 años y testigo desde los doce.
Ocho millones de personas en todo el mundo, según datos de la propia congregación, se reunirán a las 8 de la tarde en sus Salones del Reino para recordar «el sacrificio de Jesús» y «los beneficios de su muerte».
En el interior de la sala, varias copas de vino tinto sin fermentar y pan hecho sin levadura, que los asistentes se pasarán de mano en mano, simbolizan la sangre (Marcos, 14:24) y el cuerpo de Cristo(Marcos, 14:22). Jesús se los ofreció a los apóstoles en la Última Cena, la última noche que Jesús pasó en la Tierra, cuando instituyó la Conmemoración, una ceremonia que recordaría su muerte. Por este motivo la fiesta tiene lugar después de la puesta de sol.
Sin Navidad
La Congregación Cristiana de los Testigos de Jehová celebra la Semana Santa pero no la Navidad, ya que en la Biblia no se indica la fecha del nacimiento de Cristo. «Si hubiera sido algo importante, aparecería», sostiene Alicia, quiromasajista de 32 años y bautizada según su credo a los 14.
«Fue un hombre que murió por todos. Con el pecado de Adán y Eva, era necesario demostrar ante todos los ángeles del cielo que es posible ser obediente a Dios hasta la muerte siendo perfecto. Por eso vino Jesús a la Tierra; fue como un rescate», cuenta Maite. «Él ha pagado el precio de que nosotros estemos sujetos a la muerte, y muy pronto se verán los efectos: no habrá maldad, ni enfermedades…», continúa Alicia.
Los testigos creen en la vida eterna, algo que la Biblia promete, «y hasta ahora no ha fallado en ninguna de sus profecías», apunta Maite, quien reproduce de memoria: «Mateo, 6: “Ese es el reino, que traerá las soluciones a la Tierra, cuando gobierne por fin el reino de Dios”». Se refiere a la Parusía, la segunda venida de Jesús.
Según la primera Carta a los Corintios, del Nuevo Testamento, Cristo se llevará a todas las personas que hayan confiado en él como su salvador: los creyentes, los elegidos. Por ello los testigos de Jehová viven imitando a Cristo, siguiendo literalmente lo que la Biblia dice.
«Cuando una madre tiene una hija obesa y le prohíbe los dulces, no pensamos que lo haga para fastidiar. Esa misma sensación es la que tenemos con nuestro creador, quien nos ha dado la vida: ¿va a querer algo malo para mí? Aunque tengamos que reprimirnos, confiamos por completo en lo que Dios nos aconseja», relata Alicia, que todo lo explica con un ejemplo.
La retórica de los testigos
Después de años predicando y preparándose en sus asambleas en el Salón del Reino, los testigos exhiben grandes dotes comunicativas. Han encontrado la manera de que su mensaje llegue a quien los escucha: se muestran abiertos y receptivos a hablar de cualquier tema (homosexualidad, transfusiones de sangre, divorcio…) a través decomparaciones cotidiana.
«Si todo está en la Biblia, para qué complicarnos la vida», defiende Alicia, que acaba recordando un anuncio de detergente. «En la Biblia están todas las piezas del puzle: el trato con los vecinos, la consideración del dinero, las relaciones de pareja…».
Educadas bajo las «normas» del libro sagrado, estas dos hermanas, como se llaman entre ellos, decidieron de adolescentes «libremente, después de estudiar la Biblia y cerciorarnos de que lo que habíamos aprendido tenía base», que ya estaban preparadas para formar parte de la comunidad.
Fue entonces cuando, en un acto público delante de cientos de sus hermanos, se introdujeron en una piscina de plástico y se comprometieron públicamente a «vivir a la manera de Jesús».
Ya lo estaban haciendo, bautizándose, como aquel lo hizo en el río Jordán a los 29 años, sumergiendo todo su cuerpo en el agua. Para los testigos de Jehová este ritual simboliza la transformación de la persona, «como un borrón y cuenta nueva».