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lunes, 25 de julio de 2011

Programa de la Escuela del Ministerio Teocrático del año 2011 Semana 25 de Julio


Lectura de la Biblia: Salmos 79 a 86
Núm. 1: Salmo 84:1–85:7
Núm. 2: El Reino de Dios unificará a toda la creación en la adoración pura (rs pág. 302 párr. 5–pág. 303 párr. 1)
Núm. 3: Por qué ninguno de los demonios es ateo (Sant. 2:19)




(Salmos 79:encabezamiento-86:17)



Melodía de Asaf.

79 Oh Dios, las naciones han entrado en tu herencia; han contaminado tu santo templo; han convertido a Jerusalén en un montón de ruinas.  2 Han dado el cuerpo muerto de tus siervos por alimento a las aves de los cielos, la carne de los que te son leales a las bestias salvajes de la tierra.  3 Han derramado la sangre de ellos como agua todo en derredor de Jerusalén, y no hay nadie que entierre.  4 Hemos llegado a ser un oprobio a nuestros vecinos, un escarnio y una mofa a los que están alrededor de nosotros.  5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, estarás enojado? ¿Para siempre? ¿Hasta cuándo arderá tu ardor justamente como fuego?  6 Derrama tu furia sobre las naciones que no te han conocido, y sobre los reinos que no han invocado tu propio nombre.  7 Porque se han comido a Jacob, y han hecho que el propio lugar de habitación de él sea desolado.  8 No recuerdes contra nosotros los errores de antecesores. ¡Apresúrate! Que se presenten tus misericordias ante nosotros, porque hemos quedado grandemente empobrecidos.  9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; y líbranos y encubre nuestros pecados por causa de tu nombre. 10 ¿Por qué deben decir las naciones: “¿Dónde está su Dios?”? Dése a conocer entre las naciones, ante nuestros ojos, la venganza de la sangre de tus siervos que ha sido derramada. 11 Que el suspirar del prisionero entre aun delante de ti. Conforme a la grandeza de tu brazo, conserva a los designados a muerte. 12 Y paga a nuestros vecinos siete veces en su seno su vituperio con que te han vituperado, oh Jehová. 13 En cuanto a nosotros tu pueblo y el rebaño de tu apacentamiento, te daremos gracias hasta tiempo indefinido; de generación en generación declararemos tu alabanza.

Al director sobre Los Lirios. Recordatorio. De Asaf. Melodía.

80 Oh Pastor de Israel, de veras presta oído, tú que estás conduciendo a José justamente como a un rebaño. Oh, tú que estás sentado sobre los querubines, resplandece, sí.  2 Delante de Efraín y Benjamín y Manasés de veras despierta tu poderío, y ven, sí, a nuestra salvación.  3 Oh Dios, tráenos de vuelta; y haz brillar tu rostro, para que seamos salvos.  4 Oh Jehová Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo tendrás que humear irritado contra la oración de tu pueblo?  5 Les has hecho comer el pan de lágrimas, y sigues haciéndoles beber lágrimas sobre lágrimas en [gran] medida.  6 Nos pones por contienda a nuestros vecinos, y nuestros mismísimos enemigos siguen haciendo escarnio a su antojo.  7 Oh Dios de los ejércitos, tráenos de vuelta; y haz brillar tu rostro, para que seamos salvos.  8 Procediste a hacer partir de Egipto una vid. Seguiste expulsando las naciones, para que la pudieras plantar.  9 Hiciste un sitio libre delante de ella, para que se arraigara y llenara la tierra. 10 Las montañas fueron cubiertas con la sombra de ella, y los cedros de Dios con sus ramas mayores. 11 Gradualmente ella envió sus ramas mayores hasta el mar, y hasta el Río sus ramitas. 12 ¿Por qué has derribado sus muros de piedra, y [por qué] han arrancado de ella todos los que van pasando por el camino? 13 Un jabalí de la selva sigue comiéndosela, y los tropeles de animales del campo abierto siguen paciendo en ella. 14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve, por favor; mira desde el cielo y ve y cuida de esta vid, 15 y de la cepa que tu diestra ha plantado, y [mira] al hijo a quien tú has hecho fuerte para ti mismo. 16 Está quemada con fuego, cortada. Por la reprensión de tu rostro perecen. 17 Resulte estar tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de la humanidad a quien has hecho fuerte para ti mismo, 18 y de ti no nos volveremos. Quieras conservarnos vivos, para que invoquemos tu propio nombre. 19 Oh Jehová Dios de los ejércitos, tráenos de vuelta; haz brillar tu rostro, para que seamos salvos.

Al director sobre el Guitit. De Asaf.

81 Oh, clamen ustedes gozosamente a Dios nuestra fuerza; griten en triunfo al Dios de Jacob.  2 Toquen una melodía y tomen una pandereta, el arpa agradable junto con el instrumento de cuerdas.  3 En la luna nueva, toquen el cuerno; en la luna llena, para el día de nuestra fiesta.  4 Porque es una disposición reglamentaria para Israel, una decisión judicial del Dios de Jacob.  5 Como recordatorio él lo impuso a José mismo, cuando iba saliendo sobre la tierra de Egipto. Un lenguaje que yo no conocía seguí oyendo.  6 “Yo aparté su hombro aun de [la] carga; sus propias manos quedaron libres hasta del cesto.  7 En angustia llamaste, y procedí a librarte; empecé a responderte en el lugar oculto del trueno. Me puse a examinarte junto a las aguas de Meribá. Sélah.  8 Oye, oh pueblo mío, y ciertamente daré testimonio contra ti, oh Israel, si me escuchas.  9 En medio de ti no resultará haber dios extraño; y no te inclinarás ante un dios extranjero. 10 Yo, Jehová, soy Dios tuyo, Aquel que te hizo subir de la tierra de Egipto. Abre bien la boca, y yo la llenaré. 11 Pero mi pueblo no ha escuchado mi voz; e Israel mismo no ha mostrado disposición favorable para conmigo. 12 Y por eso dejé que fueran en la terquedad de su corazón; fueron andando en sus propios consejos. 13 ¡Oh, que mi pueblo estuviera escuchándome, oh, que Israel mismo anduviera en mis caminos mismos! 14 A sus enemigos yo fácilmente sojuzgaría, y contra sus adversarios volvería mi mano. 15 En cuanto a los que odian intensamente a Jehová, vendrán a él encogidos de temor, y su tiempo resultará ser hasta tiempo indefinido. 16 Y él seguirá alimentándolo de la grosura del trigo, y de la roca yo te satisfaré con miel misma.”

Melodía de Asaf.

82 Dios está apostándose en la asamblea del Divino; en medio de los dioses él juzga:  2 “¿Hasta cuándo seguirán ustedes juzgando con injusticia, y mostrando parcialidad a los inicuos mismos? Sélah.  3 Sean jueces para el de condición humilde y para el huérfano de padre. Hagan justicia al afligido y al de escasos recursos.  4 Provean escape para el de condición humilde y para el pobre; de la mano de los inicuos líbren[los]”.  5 No han sabido ellos, y no entienden; en oscuridad siguen andando; se hace que todos los fundamentos de la tierra tambaleen.  6 “Yo mismo he dicho: ‘Ustedes son dioses, y todos ustedes son hijos del Altísimo.  7 ¡De seguro morirán lo mismo que los hombres; y como cualquiera de los príncipes caerán!’.”  8 Levántate, sí, oh Dios, de veras juzga la tierra; porque tú mismo debes tomar posesión de todas las naciones.

Canción. Melodía de Asaf.

83 Oh Dios, no haya silencio de parte tuya; no te quedes mudo, y no permanezcas quieto, oh Divino.  2 Pues, ¡mira!, tus mismos enemigos están en alboroto; y los mismos que te odian intensamente han levantado [la] cabeza.  3 Contra tu pueblo astutamente continúan su habla confidencial; y conspiran contra aquellos a quienes ocultas.  4 Han dicho: “Vengan y raigámoslos para que no sean nación, para que el nombre de Israel no sea recordado más”.  5 Porque con el corazón han intercambiado consejos unidamente; contra ti procedieron a celebrar aun un pacto,  6 las tiendas de Edom y los ismaelitas, Moab y los hagritas,  7 Guebal y Ammón y Amaleq, Filistea junto con los habitantes de Tiro.  8 También, Asiria misma se ha unido a ellos; han llegado a servir de brazo a los hijos de Lot. Sélah.  9 Hazles como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el valle torrencial de Cisón. 10 Fueron aniquilados en En-dor; llegaron a ser estiércol para el suelo. 11 En cuanto a sus nobles, haz que estos sean como Oreb y como Zeeb, y como Zébah y como Zalmuná a todos sus adalides, 12 que han dicho: “Tomemos posesión de los lugares de habitación de Dios para nosotros”. 13 Oh Dios mío, hazlos como un remolino de cardos, como rastrojo delante de un viento. 14 Como un fuego que quema el bosque y como una llama que abrasa las montañas, 15 justamente así quieras seguir tras ellos con tu tormenta y quieras perturbarlos con tu propio viento de tempestad. 16 Llena sus rostros de deshonra, para que la gente busque tu nombre, oh Jehová. 17 Oh, sean avergonzados y perturbados para todo tiempo, y queden corridos y perezcan; 18 para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.

Para el director sobre el Guitit. De los hijos de Coré. Melodía.

84 ¡Cuán amable es tu magnífico tabernáculo, oh Jehová de los ejércitos!  2 Mi alma ha anhelado, y también se ha consumido, en su vivo deseo por los patios de Jehová. Mi propio corazón y mi mismísima carne claman gozosamente al Dios vivo.  3 Hasta el pájaro mismo ha hallado una casa, y la golondrina un nido para sí, donde ella ha puesto sus polluelos... ¡tu magnífico altar, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!  4 ¡Felices son los que moran en tu casa! Todavía siguen alabándote. Sélah.  5 Felices son los hombres cuya fuerza está en ti, en cuyo corazón están las calzadas.  6 Pasando por la llanura baja de los arbustos bekja, la convierten en un manantial mismo; aun con bendiciones el instructor se envuelve.  7 Seguirán andando de energía vital en energía vital; cada uno se presenta a Dios en Sión.  8 Oh Jehová Dios de los ejércitos, de veras oye mi oración; presta oído, sí, oh Dios de Jacob. Sélah.  9 Oh, escudo nuestro, mira, oh Dios, y tiende la vista sobre el rostro de tu ungido. 10 Porque un día en tus patios es mejor que mil [en otro lugar]. He escogido estar de pie al umbral en la casa de mi Dios más bien que ir de acá para allá en las tiendas de la iniquidad. 11 Porque Jehová Dios es sol y escudo; favor y gloria son lo que él da. Jehová mismo no retendrá nada que sea bueno de los que andan exentos de falta. 12 Oh Jehová de los ejércitos, feliz es el hombre que está confiando en ti.

Para el director. De los hijos de Coré. Melodía.

85 Te has complacido, oh Jehová, en tu tierra; has traído de vuelta a los de Jacob que fueron llevados cautivos.  2 Has perdonado el error de tu pueblo; has cubierto todo su pecado. Sélah.  3 Has controlado todo tu furor; te has vuelto atrás del calor de tu cólera.  4 Recógenos de vuelta, oh Dios de nuestra salvación, y descontinúa tu irritación con nosotros.  5 ¿Estarás enojado con nosotros hasta tiempo indefinido? ¿Prolongarás tu cólera a generación tras generación?  6 ¿No volverás tú mismo a avivarnos, para que tu pueblo mismo se regocije en ti?  7 Muéstranos, oh Jehová, tu bondad amorosa, y quieras darnos tu salvación.  8 Ciertamente oiré lo que el Dios [verdadero] Jehová haya de hablar, porque él hablará paz a su pueblo y a los que le son leales, pero no vuelvan ellos a la confianza en sí mismos.  9 De seguro su salvación está cerca de los que le temen, para que la gloria resida en nuestra tierra. 10 En cuanto a la bondad amorosa y el apego a la verdad, se han encontrado; la justicia y la paz... se han besado. 11 El apego a la verdad mismo brotará de la mismísima tierra, y la justicia misma mirará desde los mismísimos cielos. 12 También, Jehová, por su parte, dará lo que es bueno, y nuestra propia tierra dará su fruto. 13 Delante de él la justicia misma andará, y ella hará de sus pasos un camino.

Oración de David.

86 Inclina, oh Jehová, tu oído. Respóndeme, porque estoy afligido y soy pobre.  2 Oh, guarda mi alma, sí, porque soy leal. Salva a tu siervo —tú eres mi Dios— que está confiando en ti.  3 Muéstrame favor, oh Jehová, porque a ti sigo clamando todo el día.  4 Regocija el alma de tu siervo, porque a ti, oh Jehová, levanto mi mismísima alma.  5 Porque tú, oh Jehová, eres bueno y estás listo para perdonar; y la bondad amorosa para con todos los que te invocan es abundante.  6 Presta oído, sí, oh Jehová, a mi oración; y de veras presta atención a la voz de mis súplicas.  7 En el día de mi angustia ciertamente te invocaré, porque tú me responderás.  8 No hay ninguno como tú entre los dioses, oh Jehová, ni hay obras como las tuyas.  9 Todas las naciones que has hecho vendrán ellas mismas, y se inclinarán delante de ti, oh Jehová, y darán gloria a tu nombre. 10 Porque tú eres grande y estás haciendo cosas maravillosas; tú eres Dios, tú solo. 11 Instrúyeme, oh Jehová, acerca de tu camino. Andaré en tu verdad. Unifica mi corazón para que tema tu nombre. 12 Te elogio, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, y ciertamente glorificaré tu nombre hasta tiempo indefinido, 13 porque tu bondad amorosa es grande para conmigo, y has librado mi alma del Seol, de su lugar más bajo. 14 Oh Dios, los presuntuosos mismos se han levantado contra mí; y la mismísima asamblea de los tiránicos ha buscado mi alma, y no te han puesto enfrente de sí. 15 Pero tú, oh Jehová, eres Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y apego a la verdad. 16 Dirígete a mí y muéstrame favor. Da, sí, tu fuerza a tu siervo, y de veras salva al hijo de tu esclava. 17 Efectúa conmigo una señal que signifique bondad, para que [la] vean los que me odian y se avergüencen. Porque tú mismo, oh Jehová, me has ayudado y me has consolado.




Núm. 1: Salmo 84:1–85:7
 






Para el director sobre el Guitit. De los hijos de Coré. Melodía.

84 ¡Cuán amable es tu magnífico tabernáculo, oh Jehová de los ejércitos!  2 Mi alma ha anhelado, y también se ha consumido, en su vivo deseo por los patios de Jehová. Mi propio corazón y mi mismísima carne claman gozosamente al Dios vivo.  3 Hasta el pájaro mismo ha hallado una casa, y la golondrina un nido para sí, donde ella ha puesto sus polluelos... ¡tu magnífico altar, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!  4 ¡Felices son los que moran en tu casa! Todavía siguen alabándote. Sélah.  5 Felices son los hombres cuya fuerza está en ti, en cuyo corazón están las calzadas.  6 Pasando por la llanura baja de los arbustos bekja, la convierten en un manantial mismo; aun con bendiciones el instructor se envuelve.  7 Seguirán andando de energía vital en energía vital; cada uno se presenta a Dios en Sión.  8 Oh Jehová Dios de los ejércitos, de veras oye mi oración; presta oído, sí, oh Dios de Jacob. Sélah.  9 Oh, escudo nuestro, mira, oh Dios, y tiende la vista sobre el rostro de tu ungido. 10 Porque un día en tus patios es mejor que mil [en otro lugar]. He escogido estar de pie al umbral en la casa de mi Dios más bien que ir de acá para allá en las tiendas de la iniquidad. 11 Porque Jehová Dios es sol y escudo; favor y gloria son lo que él da. Jehová mismo no retendrá nada que sea bueno de los que andan exentos de falta. 12 Oh Jehová de los ejércitos, feliz es el hombre que está confiando en ti.

Para el director. De los hijos de Coré. Melodía.

85 Te has complacido, oh Jehová, en tu tierra; has traído de vuelta a los de Jacob que fueron llevados cautivos.  2 Has perdonado el error de tu pueblo; has cubierto todo su pecado. Sélah.  3 Has controlado todo tu furor; te has vuelto atrás del calor de tu cólera.  4 Recógenos de vuelta, oh Dios de nuestra salvación, y descontinúa tu irritación con nosotros.  5 ¿Estarás enojado con nosotros hasta tiempo indefinido? ¿Prolongarás tu cólera a generación tras generación?  6 ¿No volverás tú mismo a avivarnos, para que tu pueblo mismo se regocije en ti?  7 Muéstranos, oh Jehová, tu bondad amorosa, y quieras darnos tu salvación.
 
Núm. 2: El Reino de Dios unificará a toda la creación en la adoración pura (rs pág. 302 párr. 5–pág. 303 párr. 1)



*** rs pág. 302 párr. 5 - pág. 303 párr. 1 Reino ***
Unificar a toda la creación en la adoración del único Dios verdadero
Rev. 5:13; 15:3, 4: “Y a toda criatura que está en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, les oí decir: ‘Al que está sentado en el trono [Jehová Dios] y al Cordero [Jesucristo] sea la bendición y la honra y la gloria y la potencia para siempre jamás.’” “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal? Porque todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus justos decretos han sido manifestados.”
Hacer que la humanidad vuelva a estar en relación armoniosa con Dios
Rom. 8:19-21: “La expectativa ansiosa de la creación [la humanidad] aguarda la revelación de los hijos de Dios [la prueba de que los que han sido levantados a vida celestial con Jesucristo han comenzado sus funciones como gobernantes]. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma [la humanidad en general] también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.”

Núm. 3: Por qué ninguno de los demonios es ateo (Sant. 2:19)



*** g89 8/1 pág. 23 ¿Debería usted temer el mal de ojo? *** „Los demonios se estremecen, ¿por qué?
En los días de Noé, Jehová expulsó a los ángeles desobedientes de sus posiciones de favor y los restringió en una prisión de oscuridad espiritual. (1 Pedro 3:19; Génesis 6:1-4.) Posteriormente, en el primer siglo, Jesús, como representante de Dios, expulsó a poderosos demonios cuando lo estimó conveniente. (Mateo 8:31, 32; Marcos 1:39.) Y durante este siglo XX, Jesús ha usado de nuevo su poder dado por Dios para echar a Satanás y sus demonios del cielo. (Revelación 12:7-9.) Por lo tanto, los demonios aprendieron a la fuerza que su poder es ínfimo comparado con el de Dios. Y Jehová todavía está a punto de añadir otra página a este registro. Pronto, Satanás y estos rebeldes que fueron expulsados con él serán arrojados a un abismo por mil años. (Revelación 20:1-3.)

¿Cómo les afecta el conocer esto? La Biblia nos lo revela: “Los demonios creen y se estremecen”. (Santiago 2:19.) Y ¿cómo debería afectarle a usted? ¿Seguirá temiendo a esos demonios que ‗se estremecen‘ y a sus partidarios humanos? ¿O temerá solo a Jehová  por medio de confiar plenamente en su protección invisible contra el mal de ojo? (1 Samuel 12:24.)

Ciertamente, si la fe lo mueve a librarse de sus amuletos y a asociarse con los testigos de Jehová de su comunidad, usted pronto se hará eco con ellos de las palabras de los hijos de Coré de tiempos antiguos. Ellos exclamaron: “Dios es para nosotros refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias. Por eso no temeremos”. (Salmo 46:1, 2; compárese con Romanos 8:31.)

*** cj cap. 2 págs. 82-83 Capítulo 2 ***

19 Tú crees que hay un solo Dios, ¿verdad? Haces bastante bien. Y sin embargo los demonios creen y se estremecen.

19 Tú crees que hay un solo Dios, ¿verdad? Haces bastante bien Santiago selecciona la verdad más obvia y fundamental de toda la adoración, a saber, la de que hay un solo Dios, el Todopoderoso. Está claro que este único Dios en el cual creían los lectores de Santiago era el Dios que se identifica a sí mismo en las Escrituras inspiradas. Al tener esta fe, el cristiano estaría haciendo bien o yendo bien hasta donde llegaba, porque ésta es una enseñanza que toda persona debería aceptar y tener. Hasta esta fe o creencia, sin ir más allá, produciría algunos efectos. Sin embargo, a menos que produjera obras excelentes no tendría valor y no conduciría a la salvación. Santiago prueba su punto cuando pasa a decir:

Y sin embargo los demonios creen y se estremecen

 Aquí Santiago muestra que el simplemente creer no es en sí mismo fe genuina, aunque tenga algunos efectos emocionales. Los demonios, criaturas de espíritu, ángeles que no obedecen a Dios, realmente han visto a Dios y saben que él existe, y que es un solo Dios. El que ellos conozcan y crean este hecho son cosas que surten efecto en ellos... tiemblan, pues saben que están sentenciados a destrucción. (Mar. 1:24; 2 Ped. 2:4; Jud. 6) Pero ciertamente no recibirán salvación, porque no solo no ejecutan obras buenas, sino que todos sus esfuerzos son obras que se efectúan contra Dios. Por eso, ¿diría alguien a los demonios: Basta con que crean en Dios, sin buenas obras; eso los salvará? Es interesante notar el hecho de que ninguna de las criaturas de la región de los espíritus, ni siquiera los demonios, son ateos ni agnósticos. El ateísmo y el agnosticismo son doctrinas que se encuentran únicamente en la Tierra, entre los que dicen que tendrían que ver a Dios con sus ojos literales para creer en él o tener fe en él.

 *** w75 15/4 págs. 237-238 párrs. 19-20 La razón por la cual escoger adorar a Jehová ***

19 Jesús conocía a Jehová Dios su Padre mejor que lo conocían los espíritus demonios invisibles. Sin embargo los demonios creen que hay un Dios. Los hombres descreídos pueden sonreírse de esto ostentando sabiduría mundana, pero el medio hermano terrestre de Jesucristo que se llamaba Santiago les dijo a los que afirmaban ser discípulos de Cristo: ―Tú crees que hay un solo Dios, ¿verdad? Haces bastante bien. Y sin embargo los demonios creen y se estremecen.” (Sant. 2:19) Según lo que se dice allí, los demonios sobrehumanos están haciendo mejor que la gran mayoría de hombres y mujeres que absolutamente no creen en Jehová Dios. En cuanto a esto, ¿el ejemplo de quién podemos seguir con seguridad? ¿El de los hombres y mujeres incrédulos? ¿O el de los demonios que creen y sin embargo no hacen nada más en cuanto a ello excepto estremecerse? ¿O el de Jesucristo de cuya vida personal en la Tierra dan testimonio los veintisiete libros de las Escrituras Griegas Cristianas inspiradas?
20 Jesucristo creía; pero, más que eso, dio prueba de su creencia por las cosas que hizo. ¿Le fue peor a él que a los hombres y mujeres incrédulos o que a los demonios? ¿Cuya vida de creencia y obras ha resultado en mayor bien para la humanidad, aun solo hasta ahora, en la historia humana, sin mencionar el futuro? La respuesta a esas preguntas que concuerda con la realidad tendrá que señalar a Jesucristo como aquel a quien le fue mejor y que logró el mayor bien. Él está hoy donde está debido a vivir una vida de fe y obras en la Tierra hasta morir como mártir por apoyar lealmente el reino de Dios. Hoy ocupa el puesto más elevado de todo el cielo y toda la Tierra con la única excepción de Jehová Dios mismo. (Fili. 2:5-11; 1 Ped. 3:21, 22) Y hoy no estaría en ese puesto tan ensalzado si no hubiera un Dios y si Jehová no fuera ese Dios, el Dios que puede resucitar a los muertos a vida celestial.—Efe. 1:19-22.

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