Lectura de la Biblia: Salmos 26 a 33
Núm. 1: Salmo 31:9-24
Núm. 2: Ejemplos bíblicos de auténtica humildad
Núm. 3: ¿Deben los judíos poner fe en Jesús para salvarse? (rs pág. 220 párrs. 1, 2)
De David.
26 Júzgame, oh Jehová, porque yo mismo he andado en mi propia integridad, y en Jehová he confiado, para no estar vacilante. 2 Examíname, oh Jehová, y ponme a prueba; refina mis riñones y mi corazón. 3 Porque tu bondad amorosa está enfrente de mis ojos, y he andado en tu verdad. 4 No me he sentado con hombres de falsedad; ni entro con los que esconden lo que son. 5 He odiado la congregación de los malhechores, y con los inicuos no me siento. 6 Lavaré mis manos en la inocencia misma, y ciertamente marcharé alrededor de tu altar, oh Jehová, 7 para hacer que la acción de gracias se oiga en voz alta, y para declarar todas tus maravillosas obras. 8 Jehová, he amado la morada de tu casa y el lugar de la residencia de tu gloria. 9 No te lleves mi alma junto con los pecadores, ni mi vida junto con hombres culpables de sangre, 10 en cuyas manos hay conducta relajada, y cuya diestra está llena de soborno. 11 En cuanto a mí, andaré en mi integridad. Oh, redímeme y muéstrame favor. 12 Mi propio pie ciertamente estará plantado en un lugar llano; entre las multitudes congregadas bendeciré a Jehová.
De David.
27 Jehová es mi luz y mi salvación. ¿De quién he de temer? Jehová es la plaza fuerte de mi vida. ¿De quién he de sentir pavor? 2 Cuando los malhechores se acercaron contra mí para comer mi carne, ellos, que eran mis adversarios y mis enemigos personalmente, ellos mismos tropezaron y cayeron. 3 Aunque arme tienda contra mí un campamento, mi corazón no temerá. Aunque contra mí se levante guerra, aun entonces estaré confiando. 4 Una cosa he pedido a Jehová... es lo que buscaré, que pueda morar en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la agradabilidad de Jehová y para mirar con aprecio a su templo. 5 Porque él me esconderá en su amparo en el día de calamidad; me ocultará en el lugar secreto de su tienda; muy arriba en una roca me pondrá. 6 Y ahora mi cabeza estará muy por encima de mis enemigos todo en derredor mío; y ciertamente sacrificaré en su tienda sacrificios de gozoso gritar; cantaré, sí, y celebraré con melodía a Jehová. 7 Oye, oh Jehová, cuando llamo con mi voz, y muéstrame favor y respóndeme. 8 Tocante a ti mi corazón ha dicho: “Procuren ustedes hallar mi rostro”. Tu rostro, oh Jehová, procuraré hallar. 9 No ocultes de mí tu rostro. No apartes con cólera a tu siervo. Tienes que llegar a ser mi auxilio. No me desampares y no me dejes, oh mi Dios de salvación. 10 En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería. 11 Instrúyeme, oh Jehová, en tu camino, y guíame en la senda de la rectitud a causa de mis opositores. 12 No me entregues al alma de mis adversarios; porque contra mí se han levantado testigos falsos, y el que lanza violencia. 13 ¡Si no hubiera tenido fe en ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivos...! 14 Espera en Jehová; sé animoso, y sea fuerte tu corazón. Sí, espera en Jehová.
De David.
28 A ti, oh Jehová, sigo clamando. Oh Roca mía, no seas sordo para conmigo, para que no te quedes callado para conmigo y no tenga yo que llegar a ser como los que bajan al hoyo. 2 Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti por ayuda, cuando alzo las manos hacia el cuarto más recóndito de tu lugar santo. 3 No me arrastres con los inicuos y con los practicantes de lo que es perjudicial, los que están hablando paz con sus compañeros, pero en cuyo corazón está lo que es malo. 4 Dales conforme a su actuar y conforme a la maldad de sus prácticas. Conforme a la obra de sus manos de veras dales. Págales su propio obrar. 5 Porque no tienen aprecio a las actividades de Jehová, ni a la obra de sus manos. Él los demolerá y no los edificará. 6 Bendito sea Jehová, porque ha oído la voz de mis ruegos. 7 Jehová es mi fuerza y mi escudo. En él ha confiado mi corazón, y se me ha ayudado, de modo que mi corazón se alboroza, y con mi canción lo elogiaré. 8 Jehová es una fuerza para su pueblo, y es una plaza fuerte de la magnífica salvación de su ungido. 9 Salva, sí, a tu pueblo, y bendice a tu herencia; y pastoréalos y llévalos hasta tiempo indefinido.
Melodía de David.
29 Atribuyan a Jehová, oh hijos de fuertes, atribuyan a Jehová gloria y fuerza. 2 Atribuyan a Jehová la gloria de su nombre. Inclínense ante Jehová en adorno santo. 3 La voz de Jehová está sobre las aguas; el glorioso Dios mismo ha tronado. Jehová está sobre muchas aguas. 4 La voz de Jehová es poderosa; la voz de Jehová es espléndida. 5 La voz de Jehová está quebrando los cedros; sí, Jehová hace pedazos los cedros del Líbano, 6 y los hace brincar como un becerro, al Líbano y al Sirión como los hijos de toros salvajes. 7 La voz de Jehová está tajando con las llamas de fuego; 8 la voz misma de Jehová hace que el desierto se retuerza, Jehová hace que el desierto de Qadés se retuerza. 9 La voz misma de Jehová hace que las ciervas se retuerzan con dolores de parto, y desnuda los bosques. Y en su templo cada uno está diciendo: “¡Gloria!”. 10 Sobre el diluvio Jehová se ha sentado; y Jehová se sienta como rey hasta tiempo indefinido. 11 Jehová mismo realmente dará fuerza a su pueblo. Jehová mismo bendecirá a su pueblo con paz.
Melodía. Canción de inauguración de la casa. De David.
30 Te ensalzaré, oh Jehová, porque tirando de mí me has subido, y no has dejado que mis enemigos se regocijen sobre mí. 2 Oh Jehová Dios mío, clamé a ti por ayuda, y procediste a sanarme. 3 Oh Jehová, has hecho subir mi alma del Seol mismo; me has mantenido vivo, para que no baje al hoyo. 4 Celebren con melodía a Jehová, oh los que le son leales, den gracias a su santa mención conmemorativa; 5 porque estar bajo su cólera es por un momento, estar bajo su buena voluntad es por toda la vida. Al atardecer puede alojarse el llanto, pero a la mañana hay un clamor gozoso. 6 En cuanto a mí, he dicho en mi desahogo: “Nunca se me hará tambalear”. 7 Oh Jehová, en tu buena voluntad has hecho que mi montaña subsista en fuerza. Ocultaste tu rostro; quedé perturbado. 8 A ti, oh Jehová, seguí clamando; y a Jehová seguí rogando por favor. 9 ¿Qué provecho hay en mi sangre cuando yo baje al hoyo? ¿Te elogiará el polvo? ¿Informará de tu apego a la verdad? 10 Oye, oh Jehová, y muéstrame favor. Oh Jehová, resulta ser mi ayudador. 11 Has cambiado mi duelo en danza para mí; has soltado mi saco, y me mantienes ceñido de regocijo, 12 a fin de que [mi] gloria te celebre con melodía y no guarde silencio. Oh Jehová Dios mío, hasta tiempo indefinido ciertamente te elogiaré.
Al director. Melodía de David.
31 En ti, oh Jehová, me he refugiado. Oh, que nunca sea yo avergonzado. En tu justicia provéeme escape. 2 Inclina a mí tu oído. Líbrame rápidamente. Hazte para mí una fortaleza rocosa, una casa de fortalezas para salvarme. 3 Porque tú eres mi peñasco y mi fortaleza; y por causa de tu nombre me guiarás y me conducirás. 4 Me sacarás de la red que me han escondido, porque tú eres mi plaza fuerte. 5 En tu mano encomiendo mi espíritu. Me has redimido, oh Jehová el Dios de la verdad. 6 De veras odio a los que rinden respeto a ídolos vanos, inútiles; pero en cuanto a mí, en Jehová de veras confío. 7 Ciertamente estaré gozoso y me regocijaré en tu bondad amorosa, puesto que has visto mi aflicción; has sabido acerca de las angustias de mi alma, 8 y no me has entregado en la mano del enemigo. Has hecho que mis pies estén plantados en un lugar espacioso. 9 Muéstrame favor, oh Jehová, porque estoy en grave aprieto. De la irritación [de que soy objeto] mi ojo se ha debilitado, mi alma y mi vientre. 10 Porque con desconsuelo se ha acabado mi vida, y mis años en suspirar. A causa de mi error mi poder ha tropezado, y mis huesos mismos se han debilitado. 11 Desde el punto de vista de todos los que me muestran hostilidad he llegado a ser un oprobio, y a mis vecinos en gran manera, y un pavor a mis conocidos. Al verme fuera, han huido de mí. 12 Como alguien muerto [y] no en el corazón, he sido olvidado; he llegado a ser como un vaso dañado; 13 porque he oído el mal informe [dado] por muchos, y hay espanto por todos lados. Cuando se juntan en masa como uno contra mí, es para quitarme mi alma para lo que de veras traman. 14 Pero yo... en ti he cifrado mi confianza, oh Jehová. He dicho: “Tú eres mi Dios”. 15 Mis tiempos están en tu mano. Líbrame de la mano de mis enemigos y de los que siguen tras de mí. 16 De veras haz brillar tu rostro sobre tu siervo. Sálvame en tu bondad amorosa. 17 Oh Jehová, no sea yo avergonzado, pues te he invocado. Sean avergonzados los inicuos; guarden silencio en el Seol. 18 Enmudezcan los labios falsos, que están hablando contra el justo, desenfrenadamente en altivez y desprecio. 19 ¡Cuán abundante es tu bondad, que has guardado cual tesoro para los que te temen!, [que] has proporcionado a los que se refugian en ti, enfrente de los hijos de los hombres. 20 Los ocultarás en el lugar secreto de tu persona de la coligación de los hombres. Los esconderás en tu cabaña del reñir de las lenguas. 21 Bendito sea Jehová, porque me ha proporcionado maravillosa bondad amorosa en una ciudad bajo tensión. 22 En cuanto a mí, dije cuando me llené de pánico: “Ciertamente seré exterminado de enfrente de tus ojos”. De seguro has oído la voz de mis ruegos cuando clamé a ti por ayuda. 23 Oh, amen a Jehová, todos ustedes que le son leales. A los fieles Jehová los está salvaguardando, pero está pagando en sumo grado a cualquiera que muestra altivez. 24 Sean animosos, y sea fuerte su corazón, todos ustedes los que esperan a Jehová.
De David. Maskil.
32 Feliz es aquel cuya sublevación le es perdonada, cuyo pecado le es cubierto. 2 Feliz es el hombre en cuya cuenta Jehová no imputa error, y en cuyo espíritu no hay engaño. 3 Cuando me quedé callado, se me gastaron los huesos por mi gemir todo el día. 4 Porque día y noche tu mano estaba pesada sobre mí. La humedad de mi vida se ha cambiado como en el calor seco del verano. Sélah. 5 Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error. Dije: “Haré confesión acerca de mis transgresiones a Jehová”. Y tú mismo perdonaste el error de mis pecados. Sélah. 6 Debido a esto, todo el que es leal te orará tan sólo en el tiempo que se te pueda hallar. En cuanto a la inundación de muchas aguas, no lo tocarán a él mismo. 7 Tú eres un escondrijo para mí; me salvaguardarás de la angustia misma. Me cercarás con gritos de gozo al proveer escape. Sélah. 8 “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. Ciertamente daré consejo con mi ojo sobre ti. 9 No se hagan como un caballo o mulo sin entendimiento, cuya fogosidad ha de reprimirse hasta por un freno o cabestro antes que se acerquen a ti.” 10 Son muchos los dolores que tiene el inicuo; pero en cuanto al que confía en Jehová, la bondad amorosa misma lo cerca. 11 Regocíjense en Jehová y estén gozosos, ustedes los justos; y clamen gozosamente, todos ustedes los que son rectos de corazón.
33 Clamen gozosamente, oh justos, a causa de Jehová. De parte de los rectos la alabanza es propia. 2 Den gracias a Jehová con el arpa; con un instrumento de diez cuerdas prodúzcanle melodía. 3 Cántenle una canción nueva; esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar. 4 Porque la palabra de Jehová es recta, y toda su obra es en fidelidad. 5 Él es amador de justicia y derecho. De la bondad amorosa de Jehová está llena la tierra. 6 Por la palabra de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu de su boca todo el ejército de ellos. 7 Él está reuniendo como por una presa las aguas del mar, poniendo en almacenes las aguas agitadas. 8 Teman a Jehová [los de] toda la tierra. Ante él atemorícense todos los habitantes de la tierra productiva. 9 Porque él mismo dijo, y llegó a ser; él mismo mandó, y así procedió a presentarse. 10 Jehová mismo ha desbaratado el consejo de las naciones; ha frustrado los pensamientos de los pueblos. 11 Hasta tiempo indefinido el mismísimo consejo de Jehová subsistirá; los pensamientos de su corazón duran hasta una generación tras otra generación. 12 Feliz es la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo a quien él ha escogido por herencia suya. 13 Desde los cielos Jehová ha mirado, ha visto a todos los hijos de los hombres. 14 Desde el lugar establecido donde él mora ha mirado con fijeza a todos los que moran en la tierra. 15 Está formando sus corazones todos juntamente; está considerando todas las obras de ellos. 16 No hay rey que sea salvo por la abundancia de las fuerzas militares; un hombre poderoso mismo no se libra por la abundancia de pujanza. 17 El caballo es un engaño para la salvación, y por la abundancia de su energía vital no depara escape. 18 ¡Miren! El ojo de Jehová está hacia los que le temen, hacia los que esperan su bondad amorosa, 19 para librar el alma de ellos de la muerte misma, y para conservarlos vivos en [tiempos de] hambre. 20 Nuestra mismísima alma ha estado en expectación de Jehová. Nuestro ayudador y nuestro escudo es él. 21 Porque en él se regocija nuestro corazón; pues en su santo nombre hemos cifrado nuestra confianza. 22 Que tu bondad amorosa, oh Jehová, resulte estar sobre nosotros, aun como nosotros hemos seguido esperándote.
Muéstrame favor, oh Jehová, porque estoy en grave aprieto. De la irritación [de que soy objeto] mi ojo se ha debilitado, mi alma y mi vientre. 10 Porque con desconsuelo se ha acabado mi vida, y mis años en suspirar. A causa de mi error mi poder ha tropezado, y mis huesos mismos se han debilitado. 11 Desde el punto de vista de todos los que me muestran hostilidad he llegado a ser un oprobio, y a mis vecinos en gran manera, y un pavor a mis conocidos. Al verme fuera, han huido de mí. 12 Como alguien muerto [y] no en el corazón, he sido olvidado; he llegado a ser como un vaso dañado; 13 porque he oído el mal informe [dado] por muchos, y hay espanto por todos lados. Cuando se juntan en masa como uno contra mí, es para quitarme mi alma para lo que de veras traman. 14 Pero yo... en ti he cifrado mi confianza, oh Jehová. He dicho: “Tú eres mi Dios”. 15 Mis tiempos están en tu mano. Líbrame de la mano de mis enemigos y de los que siguen tras de mí. 16 De veras haz brillar tu rostro sobre tu siervo. Sálvame en tu bondad amorosa. 17 Oh Jehová, no sea yo avergonzado, pues te he invocado. Sean avergonzados los inicuos; guarden silencio en el Seol. 18 Enmudezcan los labios falsos, que están hablando contra el justo, desenfrenadamente en altivez y desprecio. 19 ¡Cuán abundante es tu bondad, que has guardado cual tesoro para los que te temen!, [que] has proporcionado a los que se refugian en ti, enfrente de los hijos de los hombres. 20 Los ocultarás en el lugar secreto de tu persona de la coligación de los hombres. Los esconderás en tu cabaña del reñir de las lenguas. 21 Bendito sea Jehová, porque me ha proporcionado maravillosa bondad amorosa en una ciudad bajo tensión. 22 En cuanto a mí, dije cuando me llené de pánico: “Ciertamente seré exterminado de enfrente de tus ojos”. De seguro has oído la voz de mis ruegos cuando clamé a ti por ayuda. 23 Oh, amen a Jehová, todos ustedes que le son leales. A los fieles Jehová los está salvaguardando, pero está pagando en sumo grado a cualquiera que muestra altivez. 24 Sean animosos, y sea fuerte su corazón, todos ustedes los que esperan a Jehová.
*** rs pág. 220 párrs. 1-2 Judíos ***
¿Es necesario que los judíos pongan fe en Jesucristo para que sean salvos?
Isaías 53:1-12 predijo la muerte del Mesías, ‘que llevaría el pecado de muchos e intercedería a favor de los transgresores’.
Daniel 9:24-27 relacionó la venida y la muerte del Mesías con “poner fin al pecado, y expiar la iniquidad” (VV [1977]).
Ambos pasajes muestran que los judíos necesitaban tal intercesión y perdón. ¿Podían ellos rechazar al Mesías y esperar que tendrían la aprobación del que lo había enviado?
Hech. 4:11, 12: “[Respecto a Jesucristo, el apóstol Pedro fue movido por espíritu santo a decir a los gobernantes judíos y a los ancianos de Jerusalén:] Esta es ‘la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor que ha venido a ser cabeza del ángulo.’ Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.” (Aunque la nación del Israel natural ya no disfruta del favor especial de Dios, el camino está abierto para que judíos individualmente —así como sucede en el caso de gente de todas las naciones— se beneficien de la salvación que ha sido hecha posible mediante Jesús el Mesías.)
Núm. 1: Salmo 31:9-24
Núm. 2: Ejemplos bíblicos de auténtica humildad
Núm. 3: ¿Deben los judíos poner fe en Jesús para salvarse? (rs pág. 220 párrs. 1, 2)
(Salmos 26:encabezamiento-33:22)
De David.
26 Júzgame, oh Jehová, porque yo mismo he andado en mi propia integridad, y en Jehová he confiado, para no estar vacilante. 2 Examíname, oh Jehová, y ponme a prueba; refina mis riñones y mi corazón. 3 Porque tu bondad amorosa está enfrente de mis ojos, y he andado en tu verdad. 4 No me he sentado con hombres de falsedad; ni entro con los que esconden lo que son. 5 He odiado la congregación de los malhechores, y con los inicuos no me siento. 6 Lavaré mis manos en la inocencia misma, y ciertamente marcharé alrededor de tu altar, oh Jehová, 7 para hacer que la acción de gracias se oiga en voz alta, y para declarar todas tus maravillosas obras. 8 Jehová, he amado la morada de tu casa y el lugar de la residencia de tu gloria. 9 No te lleves mi alma junto con los pecadores, ni mi vida junto con hombres culpables de sangre, 10 en cuyas manos hay conducta relajada, y cuya diestra está llena de soborno. 11 En cuanto a mí, andaré en mi integridad. Oh, redímeme y muéstrame favor. 12 Mi propio pie ciertamente estará plantado en un lugar llano; entre las multitudes congregadas bendeciré a Jehová.
De David.
27 Jehová es mi luz y mi salvación. ¿De quién he de temer? Jehová es la plaza fuerte de mi vida. ¿De quién he de sentir pavor? 2 Cuando los malhechores se acercaron contra mí para comer mi carne, ellos, que eran mis adversarios y mis enemigos personalmente, ellos mismos tropezaron y cayeron. 3 Aunque arme tienda contra mí un campamento, mi corazón no temerá. Aunque contra mí se levante guerra, aun entonces estaré confiando. 4 Una cosa he pedido a Jehová... es lo que buscaré, que pueda morar en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la agradabilidad de Jehová y para mirar con aprecio a su templo. 5 Porque él me esconderá en su amparo en el día de calamidad; me ocultará en el lugar secreto de su tienda; muy arriba en una roca me pondrá. 6 Y ahora mi cabeza estará muy por encima de mis enemigos todo en derredor mío; y ciertamente sacrificaré en su tienda sacrificios de gozoso gritar; cantaré, sí, y celebraré con melodía a Jehová. 7 Oye, oh Jehová, cuando llamo con mi voz, y muéstrame favor y respóndeme. 8 Tocante a ti mi corazón ha dicho: “Procuren ustedes hallar mi rostro”. Tu rostro, oh Jehová, procuraré hallar. 9 No ocultes de mí tu rostro. No apartes con cólera a tu siervo. Tienes que llegar a ser mi auxilio. No me desampares y no me dejes, oh mi Dios de salvación. 10 En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería. 11 Instrúyeme, oh Jehová, en tu camino, y guíame en la senda de la rectitud a causa de mis opositores. 12 No me entregues al alma de mis adversarios; porque contra mí se han levantado testigos falsos, y el que lanza violencia. 13 ¡Si no hubiera tenido fe en ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivos...! 14 Espera en Jehová; sé animoso, y sea fuerte tu corazón. Sí, espera en Jehová.
De David.
28 A ti, oh Jehová, sigo clamando. Oh Roca mía, no seas sordo para conmigo, para que no te quedes callado para conmigo y no tenga yo que llegar a ser como los que bajan al hoyo. 2 Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti por ayuda, cuando alzo las manos hacia el cuarto más recóndito de tu lugar santo. 3 No me arrastres con los inicuos y con los practicantes de lo que es perjudicial, los que están hablando paz con sus compañeros, pero en cuyo corazón está lo que es malo. 4 Dales conforme a su actuar y conforme a la maldad de sus prácticas. Conforme a la obra de sus manos de veras dales. Págales su propio obrar. 5 Porque no tienen aprecio a las actividades de Jehová, ni a la obra de sus manos. Él los demolerá y no los edificará. 6 Bendito sea Jehová, porque ha oído la voz de mis ruegos. 7 Jehová es mi fuerza y mi escudo. En él ha confiado mi corazón, y se me ha ayudado, de modo que mi corazón se alboroza, y con mi canción lo elogiaré. 8 Jehová es una fuerza para su pueblo, y es una plaza fuerte de la magnífica salvación de su ungido. 9 Salva, sí, a tu pueblo, y bendice a tu herencia; y pastoréalos y llévalos hasta tiempo indefinido.
Melodía de David.
29 Atribuyan a Jehová, oh hijos de fuertes, atribuyan a Jehová gloria y fuerza. 2 Atribuyan a Jehová la gloria de su nombre. Inclínense ante Jehová en adorno santo. 3 La voz de Jehová está sobre las aguas; el glorioso Dios mismo ha tronado. Jehová está sobre muchas aguas. 4 La voz de Jehová es poderosa; la voz de Jehová es espléndida. 5 La voz de Jehová está quebrando los cedros; sí, Jehová hace pedazos los cedros del Líbano, 6 y los hace brincar como un becerro, al Líbano y al Sirión como los hijos de toros salvajes. 7 La voz de Jehová está tajando con las llamas de fuego; 8 la voz misma de Jehová hace que el desierto se retuerza, Jehová hace que el desierto de Qadés se retuerza. 9 La voz misma de Jehová hace que las ciervas se retuerzan con dolores de parto, y desnuda los bosques. Y en su templo cada uno está diciendo: “¡Gloria!”. 10 Sobre el diluvio Jehová se ha sentado; y Jehová se sienta como rey hasta tiempo indefinido. 11 Jehová mismo realmente dará fuerza a su pueblo. Jehová mismo bendecirá a su pueblo con paz.
Melodía. Canción de inauguración de la casa. De David.
30 Te ensalzaré, oh Jehová, porque tirando de mí me has subido, y no has dejado que mis enemigos se regocijen sobre mí. 2 Oh Jehová Dios mío, clamé a ti por ayuda, y procediste a sanarme. 3 Oh Jehová, has hecho subir mi alma del Seol mismo; me has mantenido vivo, para que no baje al hoyo. 4 Celebren con melodía a Jehová, oh los que le son leales, den gracias a su santa mención conmemorativa; 5 porque estar bajo su cólera es por un momento, estar bajo su buena voluntad es por toda la vida. Al atardecer puede alojarse el llanto, pero a la mañana hay un clamor gozoso. 6 En cuanto a mí, he dicho en mi desahogo: “Nunca se me hará tambalear”. 7 Oh Jehová, en tu buena voluntad has hecho que mi montaña subsista en fuerza. Ocultaste tu rostro; quedé perturbado. 8 A ti, oh Jehová, seguí clamando; y a Jehová seguí rogando por favor. 9 ¿Qué provecho hay en mi sangre cuando yo baje al hoyo? ¿Te elogiará el polvo? ¿Informará de tu apego a la verdad? 10 Oye, oh Jehová, y muéstrame favor. Oh Jehová, resulta ser mi ayudador. 11 Has cambiado mi duelo en danza para mí; has soltado mi saco, y me mantienes ceñido de regocijo, 12 a fin de que [mi] gloria te celebre con melodía y no guarde silencio. Oh Jehová Dios mío, hasta tiempo indefinido ciertamente te elogiaré.
Al director. Melodía de David.
31 En ti, oh Jehová, me he refugiado. Oh, que nunca sea yo avergonzado. En tu justicia provéeme escape. 2 Inclina a mí tu oído. Líbrame rápidamente. Hazte para mí una fortaleza rocosa, una casa de fortalezas para salvarme. 3 Porque tú eres mi peñasco y mi fortaleza; y por causa de tu nombre me guiarás y me conducirás. 4 Me sacarás de la red que me han escondido, porque tú eres mi plaza fuerte. 5 En tu mano encomiendo mi espíritu. Me has redimido, oh Jehová el Dios de la verdad. 6 De veras odio a los que rinden respeto a ídolos vanos, inútiles; pero en cuanto a mí, en Jehová de veras confío. 7 Ciertamente estaré gozoso y me regocijaré en tu bondad amorosa, puesto que has visto mi aflicción; has sabido acerca de las angustias de mi alma, 8 y no me has entregado en la mano del enemigo. Has hecho que mis pies estén plantados en un lugar espacioso. 9 Muéstrame favor, oh Jehová, porque estoy en grave aprieto. De la irritación [de que soy objeto] mi ojo se ha debilitado, mi alma y mi vientre. 10 Porque con desconsuelo se ha acabado mi vida, y mis años en suspirar. A causa de mi error mi poder ha tropezado, y mis huesos mismos se han debilitado. 11 Desde el punto de vista de todos los que me muestran hostilidad he llegado a ser un oprobio, y a mis vecinos en gran manera, y un pavor a mis conocidos. Al verme fuera, han huido de mí. 12 Como alguien muerto [y] no en el corazón, he sido olvidado; he llegado a ser como un vaso dañado; 13 porque he oído el mal informe [dado] por muchos, y hay espanto por todos lados. Cuando se juntan en masa como uno contra mí, es para quitarme mi alma para lo que de veras traman. 14 Pero yo... en ti he cifrado mi confianza, oh Jehová. He dicho: “Tú eres mi Dios”. 15 Mis tiempos están en tu mano. Líbrame de la mano de mis enemigos y de los que siguen tras de mí. 16 De veras haz brillar tu rostro sobre tu siervo. Sálvame en tu bondad amorosa. 17 Oh Jehová, no sea yo avergonzado, pues te he invocado. Sean avergonzados los inicuos; guarden silencio en el Seol. 18 Enmudezcan los labios falsos, que están hablando contra el justo, desenfrenadamente en altivez y desprecio. 19 ¡Cuán abundante es tu bondad, que has guardado cual tesoro para los que te temen!, [que] has proporcionado a los que se refugian en ti, enfrente de los hijos de los hombres. 20 Los ocultarás en el lugar secreto de tu persona de la coligación de los hombres. Los esconderás en tu cabaña del reñir de las lenguas. 21 Bendito sea Jehová, porque me ha proporcionado maravillosa bondad amorosa en una ciudad bajo tensión. 22 En cuanto a mí, dije cuando me llené de pánico: “Ciertamente seré exterminado de enfrente de tus ojos”. De seguro has oído la voz de mis ruegos cuando clamé a ti por ayuda. 23 Oh, amen a Jehová, todos ustedes que le son leales. A los fieles Jehová los está salvaguardando, pero está pagando en sumo grado a cualquiera que muestra altivez. 24 Sean animosos, y sea fuerte su corazón, todos ustedes los que esperan a Jehová.
De David. Maskil.
32 Feliz es aquel cuya sublevación le es perdonada, cuyo pecado le es cubierto. 2 Feliz es el hombre en cuya cuenta Jehová no imputa error, y en cuyo espíritu no hay engaño. 3 Cuando me quedé callado, se me gastaron los huesos por mi gemir todo el día. 4 Porque día y noche tu mano estaba pesada sobre mí. La humedad de mi vida se ha cambiado como en el calor seco del verano. Sélah. 5 Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error. Dije: “Haré confesión acerca de mis transgresiones a Jehová”. Y tú mismo perdonaste el error de mis pecados. Sélah. 6 Debido a esto, todo el que es leal te orará tan sólo en el tiempo que se te pueda hallar. En cuanto a la inundación de muchas aguas, no lo tocarán a él mismo. 7 Tú eres un escondrijo para mí; me salvaguardarás de la angustia misma. Me cercarás con gritos de gozo al proveer escape. Sélah. 8 “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. Ciertamente daré consejo con mi ojo sobre ti. 9 No se hagan como un caballo o mulo sin entendimiento, cuya fogosidad ha de reprimirse hasta por un freno o cabestro antes que se acerquen a ti.” 10 Son muchos los dolores que tiene el inicuo; pero en cuanto al que confía en Jehová, la bondad amorosa misma lo cerca. 11 Regocíjense en Jehová y estén gozosos, ustedes los justos; y clamen gozosamente, todos ustedes los que son rectos de corazón.
33 Clamen gozosamente, oh justos, a causa de Jehová. De parte de los rectos la alabanza es propia. 2 Den gracias a Jehová con el arpa; con un instrumento de diez cuerdas prodúzcanle melodía. 3 Cántenle una canción nueva; esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar. 4 Porque la palabra de Jehová es recta, y toda su obra es en fidelidad. 5 Él es amador de justicia y derecho. De la bondad amorosa de Jehová está llena la tierra. 6 Por la palabra de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu de su boca todo el ejército de ellos. 7 Él está reuniendo como por una presa las aguas del mar, poniendo en almacenes las aguas agitadas. 8 Teman a Jehová [los de] toda la tierra. Ante él atemorícense todos los habitantes de la tierra productiva. 9 Porque él mismo dijo, y llegó a ser; él mismo mandó, y así procedió a presentarse. 10 Jehová mismo ha desbaratado el consejo de las naciones; ha frustrado los pensamientos de los pueblos. 11 Hasta tiempo indefinido el mismísimo consejo de Jehová subsistirá; los pensamientos de su corazón duran hasta una generación tras otra generación. 12 Feliz es la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo a quien él ha escogido por herencia suya. 13 Desde los cielos Jehová ha mirado, ha visto a todos los hijos de los hombres. 14 Desde el lugar establecido donde él mora ha mirado con fijeza a todos los que moran en la tierra. 15 Está formando sus corazones todos juntamente; está considerando todas las obras de ellos. 16 No hay rey que sea salvo por la abundancia de las fuerzas militares; un hombre poderoso mismo no se libra por la abundancia de pujanza. 17 El caballo es un engaño para la salvación, y por la abundancia de su energía vital no depara escape. 18 ¡Miren! El ojo de Jehová está hacia los que le temen, hacia los que esperan su bondad amorosa, 19 para librar el alma de ellos de la muerte misma, y para conservarlos vivos en [tiempos de] hambre. 20 Nuestra mismísima alma ha estado en expectación de Jehová. Nuestro ayudador y nuestro escudo es él. 21 Porque en él se regocija nuestro corazón; pues en su santo nombre hemos cifrado nuestra confianza. 22 Que tu bondad amorosa, oh Jehová, resulte estar sobre nosotros, aun como nosotros hemos seguido esperándote.
Núm. 1: Salmo 31:9-24
Muéstrame favor, oh Jehová, porque estoy en grave aprieto. De la irritación [de que soy objeto] mi ojo se ha debilitado, mi alma y mi vientre. 10 Porque con desconsuelo se ha acabado mi vida, y mis años en suspirar. A causa de mi error mi poder ha tropezado, y mis huesos mismos se han debilitado. 11 Desde el punto de vista de todos los que me muestran hostilidad he llegado a ser un oprobio, y a mis vecinos en gran manera, y un pavor a mis conocidos. Al verme fuera, han huido de mí. 12 Como alguien muerto [y] no en el corazón, he sido olvidado; he llegado a ser como un vaso dañado; 13 porque he oído el mal informe [dado] por muchos, y hay espanto por todos lados. Cuando se juntan en masa como uno contra mí, es para quitarme mi alma para lo que de veras traman. 14 Pero yo... en ti he cifrado mi confianza, oh Jehová. He dicho: “Tú eres mi Dios”. 15 Mis tiempos están en tu mano. Líbrame de la mano de mis enemigos y de los que siguen tras de mí. 16 De veras haz brillar tu rostro sobre tu siervo. Sálvame en tu bondad amorosa. 17 Oh Jehová, no sea yo avergonzado, pues te he invocado. Sean avergonzados los inicuos; guarden silencio en el Seol. 18 Enmudezcan los labios falsos, que están hablando contra el justo, desenfrenadamente en altivez y desprecio. 19 ¡Cuán abundante es tu bondad, que has guardado cual tesoro para los que te temen!, [que] has proporcionado a los que se refugian en ti, enfrente de los hijos de los hombres. 20 Los ocultarás en el lugar secreto de tu persona de la coligación de los hombres. Los esconderás en tu cabaña del reñir de las lenguas. 21 Bendito sea Jehová, porque me ha proporcionado maravillosa bondad amorosa en una ciudad bajo tensión. 22 En cuanto a mí, dije cuando me llené de pánico: “Ciertamente seré exterminado de enfrente de tus ojos”. De seguro has oído la voz de mis ruegos cuando clamé a ti por ayuda. 23 Oh, amen a Jehová, todos ustedes que le son leales. A los fieles Jehová los está salvaguardando, pero está pagando en sumo grado a cualquiera que muestra altivez. 24 Sean animosos, y sea fuerte su corazón, todos ustedes los que esperan a Jehová.
Núm. 2: Ejemplos bíblicos de auténtica humildad
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Cultivemos la verdadera humildad
El mayor ejemplo de humildad
3 La grandeza y majestuosidad de Jehová es tal que escapa a nuestra comprensión; sin embargo, este hecho no impide que “sus ojos [estén] discurriendo por toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él” (2 Crónicas 16:9). ¿Y qué hace cuando encuentra siervos humildes que están atribulados por diversos problemas? En cierto modo ‘reside’ con ellos mediante su espíritu santo “para revivificar el espíritu de los de condición humilde y [...] el corazón de los que están siendo aplastados” (Isaías 57:15). Así, sus siervos cobran nuevas fuerzas para seguir sirviéndole con alegría. ¡Qué humildad la de Dios!
4 Nadie en el universo se ha humillado tanto como el Señor Soberano para ayudar a la humanidad pecadora. Por ello, el salmista escribió: “Jehová ha llegado a ser alto sobre todas las naciones; su gloria está sobre los cielos. ¿Quién es como Jehová nuestro Dios, aquel que está haciendo su morada en lo alto? Está condescendiendo en tender la vista sobre cielo y tierra, y levanta al de condición humilde desde el polvo mismo; ensalza al pobre del mismísimo pozo de cenizas” (Salmo 113:4-7).
5 Jehová Dios es puro y santo, totalmente desprovisto de altanería (Marcos 7:22, 23). El verbo “condescender” denota la actitud de la persona que se pone al nivel de otra de condición más modesta o que desciende de rango o categoría para tratar con alguien inferior. De ahí que algunas Biblias digan en Salmo 113:6 que Dios se humilla, lo que transmite muy bien la imagen de que nuestro Dios, que es tan humilde, satisface con amor las necesidades de sus siervos imperfectos (2 Samuel 22:36).
Por qué fue humilde Jesús
6 El mayor acto de humildad y amor de Dios fue enviar a la Tierra a su amado Hijo primogénito para que naciera y se criara como hombre con el fin de salvar a la humanidad (Juan 3:16). Jesús enseñó la verdad acerca de su Padre celestial y luego entregó su vida perfecta para quitar “el pecado del mundo” (Juan 1:29; 18:37). Reflejando a la perfección las cualidades de su Padre, especialmente la humildad, estuvo dispuesto a hacer lo que Dios le mandó. Su ejemplo de humildad y amor fue el más grande que criatura alguna haya dado. Sin embargo, no todos valoraron su humildad; de hecho, sus enemigos lo consideraron el “de más humilde condición de la humanidad” (Daniel 4:17). El apóstol Pablo, en cambio, la valoró tanto que instó a sus hermanos en la fe a imitar a Jesús y ser humildes en su trato mutuo (1 Corintios 11:1; Filipenses 2:3, 4).
7 Pablo puso de relieve el sobresaliente ejemplo de Cristo al escribir lo siguiente: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento” (Filipenses 2:5-8).
8 Quizás alguien se pregunte cómo aprendió Jesús a ser humilde. Dicha cualidad fue uno de los grandes beneficios que le reportó la estrecha relación que tuvo con su Padre celestial desde tiempos inmemoriales, cuando fue el “obrero maestro” en la creación de todas las cosas (Proverbios 8:30). Tras la rebelión en Edén, el Primogénito de Dios pudo observar la humildad con que su Padre trató a la humanidad pecadora; y cuando estuvo en la Tierra, reflejó dicha cualidad, como se desprende de esta invitación: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas” (Mateo 11:29; Juan 14:9).
9 Como Jesús era humilde de verdad, los niños no le temían; al contrario, se sentían atraídos por él, y él, por su parte, los trataba con cariño y les prestaba atención (Marcos 10:13-16). ¿Qué veía Jesús en los niños que le gustaba tanto? Veía que tenían cualidades muy deseables, cualidades que algunos de sus discípulos adultos no siempre manifestaban. Es bien sabido que los niños consideran a los adultos superiores, como lo prueba el hecho de que les hagan tantas preguntas. No cabe duda de que, comparados con muchos adultos, los niños son más enseñables y menos propensos al orgullo. En cierta ocasión, Jesús señaló a un niño y dijo a sus seguidores: “A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos”; y agregó: “Cualquiera que se humille como este niñito, es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:3, 4). También expuso la norma: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Lucas 14:11; 18:14; Mateo 23:12).
10 Tal verdad hace surgir importantes preguntas. Nuestras posibilidades de obtener la vida eterna dependen en parte de que desarrollemos verdadera humildad. ¿Por qué, entonces, nos resulta a veces tan difícil hacerlo? ¿Por qué razón nos cuesta tanto tragarnos el orgullo, por así decirlo, y reaccionar con humildad frente a las dificultades? ¿Y qué nos ayudará a cultivar la humildad verdadera? (Santiago 4:6, 10.)
Por qué es difícil ser humildes
11 Si usted está luchando por ser humilde, no es el único. Allá en 1920, esta revista dijo lo siguiente en cuanto a los consejos bíblicos que recalcan la necesidad de desarrollar esta virtud: “Comprender el gran valor que el Señor le atribuye a la humildad debe animar a todos los discípulos verdaderos a cultivar esta cualidad a diario”. Luego admitió con franqueza: “Pese a todas las exhortaciones de las Escrituras, la naturaleza humana es tan perversa que parece que los seguidores del Señor hallan más dificultades, más obstáculos, en este asunto que en cualquier otro”. Estas palabras destacan una de las razones por las que cultivar la humildad supone una lucha para los cristianos verdaderos, y es que nuestra naturaleza humana pecaminosa anhela recibir gloria excesiva. Esto se debe a que descendemos de una pareja pecadora, Adán y Eva, quienes cedieron a deseos egoístas (Romanos 5:12).
12 Otro obstáculo que nos dificulta ser humildes es que estamos rodeados de un mundo que anima a las personas a esforzarse por ser superiores a los demás. Entre sus metas más comunes figura la de satisfacer a toda costa “el deseo de la carne [pecaminosa] y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16). Los discípulos de Jesús no debemos dejar que estos deseos mundanos nos dominen; más bien, hemos de mantener el ojo sencillo y concentrarnos en cumplir la voluntad de Dios (Mateo 6:22-24, 31-33; 1 Juan 2:17).
13 Una tercera razón por la que se hace difícil cultivar y demostrar humildad es que el Diablo, quien dio origen a la altanería, gobierna este mundo (2 Corintios 4:4; 1 Timoteo 3:6). Satanás quiere que otros adopten sus características malvadas. Por ejemplo, procuró que Jesús lo adorara a cambio de “todos los reinos del mundo y su gloria”. Pero él, humilde en todo momento, rechazó de plano la oferta (Mateo 4:8, 10). De igual manera, Satanás tienta a los cristianos a buscar gloria para sí; no obstante, tenemos que ser humildes y esmerarnos por seguir el ejemplo de Jesús al dirigir a Dios toda la alabanza y la honra (Marcos 10:17, 18).
Cultivemos y demostremos verdadera humildad
14 En su carta a los Colosenses, el apóstol Pablo previno contra la humildad fingida que tiene como fin impresionar a los demás, a la cual llamó “una humildad ficticia”. Quien solo aparenta ser humilde no es una persona espiritual; en realidad, su comportamiento revela que está “hinchado” de orgullo (Colosenses 2:18, 23). Jesús puso como ejemplos de falsa humildad a los fariseos, que hacían oraciones ostentosas y ayunaban con rostros tristes y desfigurados para que la gente los viera. Nosotros no debemos ser como ellos. Cuando nos dirijamos a Dios, hemos de hacerlo con humildad para que nuestras oraciones tengan valor a sus ojos (Mateo 6:5, 6, 16).
15 Algo que ayudará al cristiano a mantener auténtica humildad mental es fijarse en los mejores dechados, que son Jehová Dios y Jesucristo. Para ello hay que estudiar regularmente la Biblia y las publicaciones que con ese fin proporciona “el esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45). Tal estudio es de suma importancia para los superintendentes cristianos, “para que su corazón no se ensalce sobre sus hermanos” (Deuteronomio 17:19, 20; 1 Pedro 5:1-3). Reflexionemos sobre los muchos ejemplos de personas que recibieron bendiciones por su actitud humilde, como Rut, Ana y Elisabet (Rut 1:16, 17; 1 Samuel 1:11, 20; Lucas 1:41-43). Pensemos también en los numerosos hombres prominentes que siguieron siendo humildes en el servicio de Jehová, como David, Josías, Juan el Bautista y el apóstol Pablo (2 Crónicas 34:1, 2, 19, 26-28; Salmo 131:1; Juan 1:26, 27; 3:26-30; Hechos 21:20-26; 1 Corintios 15:9). ¿Y qué decir de los innumerables modelos de humildad que hallamos en la congregación cristiana hoy día? Meditar en ellos contribuirá a que los cristianos verdaderos tengamos “humildad mental los unos para con los otros” (1 Pedro 5:5).
16 Participar con frecuencia en el ministerio cristiano también nos ayuda a ser humildes. La humildad mental hace posible que abordemos eficazmente a personas extrañas en sus casas o en otros lugares, sobre todo si al principio reaccionan con indiferencia o rudeza al mensaje del Reino. Cuando la gente cuestione nuestras creencias —como suele suceder—, la humildad nos permitirá responder “con genio apacible y profundo respeto” (1 Pedro 3:15). Hay siervos humildes de Dios que se han mudado a otros lugares con el objetivo de ayudar a individuos de distintas culturas y niveles de vida. Estos ministros tal vez tengan que esforzarse ardua y humildemente por aprender un nuevo idioma a fin de prestar un mejor servicio a aquellos a quienes desean comunicar las buenas nuevas; por este motivo son dignos de encomio (Mateo 28:19, 20).
17 Son muchos los que con humildad cumplen sus deberes cristianos, anteponiendo los intereses ajenos a los propios. Por ejemplo, un padre cristiano ha de ser humilde para sacar tiempo de sus actividades con objeto de prepararse bien y dirigir un estudio bíblico eficaz a sus hijos. La humildad también ayuda a los hijos a honrar y obedecer a sus padres, que son imperfectos (Efesios 6:1-4). Las cristianas con esposos no creyentes a menudo se enfrentan a situaciones que exigen humildad al tratar de ganarlos mediante su “conducta casta junto con profundo respeto” (1 Pedro 3:1, 2). Y la humildad y el amor abnegado son asimismo valiosos a la hora de cuidar con cariño a nuestros padres enfermos o envejecidos (1 Timoteo 5:4).
La humildad resuelve los problemas
18 Todos los siervos terrestres de Dios somos imperfectos (Santiago 3:2). A veces puede haber desacuerdos o malentendidos entre dos cristianos; quizás uno tenga una queja válida contra el otro. Por lo general, tales situaciones pueden solucionarse aplicando este consejo: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes” (Colosenses 3:13). Es verdad que seguir esta recomendación no es fácil, pero la humildad nos ayudará a hacerlo.
19 Quizás haya ocasiones en que un cristiano crea que el motivo de queja válido que tiene es muy grave para pasarlo por alto. En ese caso, la humildad lo moverá a hablar con la persona que, según él, lo ha ofendido a fin de restaurar la paz (Mateo 18:15). Una razón por la que a veces persisten los problemas entre cristianos es que uno de ellos —o los dos— es demasiado orgulloso para admitir la falta, o que el que toma la iniciativa de abordar al otro lo hace con aires de superioridad y en son de crítica. Por el contrario, la humildad verdadera contribuye muchísimo a resolver los desacuerdos.
20 Una clave para desarrollar humildad es pedir la ayuda y el espíritu de Dios; pero recuerde que Dios “da bondad inmerecida [lo que también incluye su espíritu santo] a los humildes” (Santiago 4:6). Por eso, si tiene diferencias con un hermano en la fe, ruéguele a Jehová que lo ayude a admitir con humildad el mayor o menor grado de culpa que le corresponda a usted. Si alguien lo ofende y se disculpa sinceramente, sea humilde y perdónelo. En caso de que le cueste hacerlo, suplíquele a Jehová que le permita desarraigar del corazón todo asomo de altivez.
21 Comprender los muchos beneficios de la humildad debería impulsarnos a cultivar y mantener tan valiosa virtud. Para lograrlo, tenemos en Jehová Dios y en Jesucristo dos magníficos ejemplos. Nunca olvidemos la siguiente garantía divina: “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es riquezas y gloria y vida” (Proverbios 22:4).
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Cultivemos la verdadera humildad
El mayor ejemplo de humildad
3 La grandeza y majestuosidad de Jehová es tal que escapa a nuestra comprensión; sin embargo, este hecho no impide que “sus ojos [estén] discurriendo por toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él” (2 Crónicas 16:9). ¿Y qué hace cuando encuentra siervos humildes que están atribulados por diversos problemas? En cierto modo ‘reside’ con ellos mediante su espíritu santo “para revivificar el espíritu de los de condición humilde y [...] el corazón de los que están siendo aplastados” (Isaías 57:15). Así, sus siervos cobran nuevas fuerzas para seguir sirviéndole con alegría. ¡Qué humildad la de Dios!
4 Nadie en el universo se ha humillado tanto como el Señor Soberano para ayudar a la humanidad pecadora. Por ello, el salmista escribió: “Jehová ha llegado a ser alto sobre todas las naciones; su gloria está sobre los cielos. ¿Quién es como Jehová nuestro Dios, aquel que está haciendo su morada en lo alto? Está condescendiendo en tender la vista sobre cielo y tierra, y levanta al de condición humilde desde el polvo mismo; ensalza al pobre del mismísimo pozo de cenizas” (Salmo 113:4-7).
5 Jehová Dios es puro y santo, totalmente desprovisto de altanería (Marcos 7:22, 23). El verbo “condescender” denota la actitud de la persona que se pone al nivel de otra de condición más modesta o que desciende de rango o categoría para tratar con alguien inferior. De ahí que algunas Biblias digan en Salmo 113:6 que Dios se humilla, lo que transmite muy bien la imagen de que nuestro Dios, que es tan humilde, satisface con amor las necesidades de sus siervos imperfectos (2 Samuel 22:36).
Por qué fue humilde Jesús
6 El mayor acto de humildad y amor de Dios fue enviar a la Tierra a su amado Hijo primogénito para que naciera y se criara como hombre con el fin de salvar a la humanidad (Juan 3:16). Jesús enseñó la verdad acerca de su Padre celestial y luego entregó su vida perfecta para quitar “el pecado del mundo” (Juan 1:29; 18:37). Reflejando a la perfección las cualidades de su Padre, especialmente la humildad, estuvo dispuesto a hacer lo que Dios le mandó. Su ejemplo de humildad y amor fue el más grande que criatura alguna haya dado. Sin embargo, no todos valoraron su humildad; de hecho, sus enemigos lo consideraron el “de más humilde condición de la humanidad” (Daniel 4:17). El apóstol Pablo, en cambio, la valoró tanto que instó a sus hermanos en la fe a imitar a Jesús y ser humildes en su trato mutuo (1 Corintios 11:1; Filipenses 2:3, 4).
7 Pablo puso de relieve el sobresaliente ejemplo de Cristo al escribir lo siguiente: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento” (Filipenses 2:5-8).
8 Quizás alguien se pregunte cómo aprendió Jesús a ser humilde. Dicha cualidad fue uno de los grandes beneficios que le reportó la estrecha relación que tuvo con su Padre celestial desde tiempos inmemoriales, cuando fue el “obrero maestro” en la creación de todas las cosas (Proverbios 8:30). Tras la rebelión en Edén, el Primogénito de Dios pudo observar la humildad con que su Padre trató a la humanidad pecadora; y cuando estuvo en la Tierra, reflejó dicha cualidad, como se desprende de esta invitación: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas” (Mateo 11:29; Juan 14:9).
9 Como Jesús era humilde de verdad, los niños no le temían; al contrario, se sentían atraídos por él, y él, por su parte, los trataba con cariño y les prestaba atención (Marcos 10:13-16). ¿Qué veía Jesús en los niños que le gustaba tanto? Veía que tenían cualidades muy deseables, cualidades que algunos de sus discípulos adultos no siempre manifestaban. Es bien sabido que los niños consideran a los adultos superiores, como lo prueba el hecho de que les hagan tantas preguntas. No cabe duda de que, comparados con muchos adultos, los niños son más enseñables y menos propensos al orgullo. En cierta ocasión, Jesús señaló a un niño y dijo a sus seguidores: “A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos”; y agregó: “Cualquiera que se humille como este niñito, es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:3, 4). También expuso la norma: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Lucas 14:11; 18:14; Mateo 23:12).
10 Tal verdad hace surgir importantes preguntas. Nuestras posibilidades de obtener la vida eterna dependen en parte de que desarrollemos verdadera humildad. ¿Por qué, entonces, nos resulta a veces tan difícil hacerlo? ¿Por qué razón nos cuesta tanto tragarnos el orgullo, por así decirlo, y reaccionar con humildad frente a las dificultades? ¿Y qué nos ayudará a cultivar la humildad verdadera? (Santiago 4:6, 10.)
Por qué es difícil ser humildes
11 Si usted está luchando por ser humilde, no es el único. Allá en 1920, esta revista dijo lo siguiente en cuanto a los consejos bíblicos que recalcan la necesidad de desarrollar esta virtud: “Comprender el gran valor que el Señor le atribuye a la humildad debe animar a todos los discípulos verdaderos a cultivar esta cualidad a diario”. Luego admitió con franqueza: “Pese a todas las exhortaciones de las Escrituras, la naturaleza humana es tan perversa que parece que los seguidores del Señor hallan más dificultades, más obstáculos, en este asunto que en cualquier otro”. Estas palabras destacan una de las razones por las que cultivar la humildad supone una lucha para los cristianos verdaderos, y es que nuestra naturaleza humana pecaminosa anhela recibir gloria excesiva. Esto se debe a que descendemos de una pareja pecadora, Adán y Eva, quienes cedieron a deseos egoístas (Romanos 5:12).
12 Otro obstáculo que nos dificulta ser humildes es que estamos rodeados de un mundo que anima a las personas a esforzarse por ser superiores a los demás. Entre sus metas más comunes figura la de satisfacer a toda costa “el deseo de la carne [pecaminosa] y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16). Los discípulos de Jesús no debemos dejar que estos deseos mundanos nos dominen; más bien, hemos de mantener el ojo sencillo y concentrarnos en cumplir la voluntad de Dios (Mateo 6:22-24, 31-33; 1 Juan 2:17).
13 Una tercera razón por la que se hace difícil cultivar y demostrar humildad es que el Diablo, quien dio origen a la altanería, gobierna este mundo (2 Corintios 4:4; 1 Timoteo 3:6). Satanás quiere que otros adopten sus características malvadas. Por ejemplo, procuró que Jesús lo adorara a cambio de “todos los reinos del mundo y su gloria”. Pero él, humilde en todo momento, rechazó de plano la oferta (Mateo 4:8, 10). De igual manera, Satanás tienta a los cristianos a buscar gloria para sí; no obstante, tenemos que ser humildes y esmerarnos por seguir el ejemplo de Jesús al dirigir a Dios toda la alabanza y la honra (Marcos 10:17, 18).
Cultivemos y demostremos verdadera humildad
14 En su carta a los Colosenses, el apóstol Pablo previno contra la humildad fingida que tiene como fin impresionar a los demás, a la cual llamó “una humildad ficticia”. Quien solo aparenta ser humilde no es una persona espiritual; en realidad, su comportamiento revela que está “hinchado” de orgullo (Colosenses 2:18, 23). Jesús puso como ejemplos de falsa humildad a los fariseos, que hacían oraciones ostentosas y ayunaban con rostros tristes y desfigurados para que la gente los viera. Nosotros no debemos ser como ellos. Cuando nos dirijamos a Dios, hemos de hacerlo con humildad para que nuestras oraciones tengan valor a sus ojos (Mateo 6:5, 6, 16).
15 Algo que ayudará al cristiano a mantener auténtica humildad mental es fijarse en los mejores dechados, que son Jehová Dios y Jesucristo. Para ello hay que estudiar regularmente la Biblia y las publicaciones que con ese fin proporciona “el esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45). Tal estudio es de suma importancia para los superintendentes cristianos, “para que su corazón no se ensalce sobre sus hermanos” (Deuteronomio 17:19, 20; 1 Pedro 5:1-3). Reflexionemos sobre los muchos ejemplos de personas que recibieron bendiciones por su actitud humilde, como Rut, Ana y Elisabet (Rut 1:16, 17; 1 Samuel 1:11, 20; Lucas 1:41-43). Pensemos también en los numerosos hombres prominentes que siguieron siendo humildes en el servicio de Jehová, como David, Josías, Juan el Bautista y el apóstol Pablo (2 Crónicas 34:1, 2, 19, 26-28; Salmo 131:1; Juan 1:26, 27; 3:26-30; Hechos 21:20-26; 1 Corintios 15:9). ¿Y qué decir de los innumerables modelos de humildad que hallamos en la congregación cristiana hoy día? Meditar en ellos contribuirá a que los cristianos verdaderos tengamos “humildad mental los unos para con los otros” (1 Pedro 5:5).
16 Participar con frecuencia en el ministerio cristiano también nos ayuda a ser humildes. La humildad mental hace posible que abordemos eficazmente a personas extrañas en sus casas o en otros lugares, sobre todo si al principio reaccionan con indiferencia o rudeza al mensaje del Reino. Cuando la gente cuestione nuestras creencias —como suele suceder—, la humildad nos permitirá responder “con genio apacible y profundo respeto” (1 Pedro 3:15). Hay siervos humildes de Dios que se han mudado a otros lugares con el objetivo de ayudar a individuos de distintas culturas y niveles de vida. Estos ministros tal vez tengan que esforzarse ardua y humildemente por aprender un nuevo idioma a fin de prestar un mejor servicio a aquellos a quienes desean comunicar las buenas nuevas; por este motivo son dignos de encomio (Mateo 28:19, 20).
17 Son muchos los que con humildad cumplen sus deberes cristianos, anteponiendo los intereses ajenos a los propios. Por ejemplo, un padre cristiano ha de ser humilde para sacar tiempo de sus actividades con objeto de prepararse bien y dirigir un estudio bíblico eficaz a sus hijos. La humildad también ayuda a los hijos a honrar y obedecer a sus padres, que son imperfectos (Efesios 6:1-4). Las cristianas con esposos no creyentes a menudo se enfrentan a situaciones que exigen humildad al tratar de ganarlos mediante su “conducta casta junto con profundo respeto” (1 Pedro 3:1, 2). Y la humildad y el amor abnegado son asimismo valiosos a la hora de cuidar con cariño a nuestros padres enfermos o envejecidos (1 Timoteo 5:4).
La humildad resuelve los problemas
18 Todos los siervos terrestres de Dios somos imperfectos (Santiago 3:2). A veces puede haber desacuerdos o malentendidos entre dos cristianos; quizás uno tenga una queja válida contra el otro. Por lo general, tales situaciones pueden solucionarse aplicando este consejo: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes” (Colosenses 3:13). Es verdad que seguir esta recomendación no es fácil, pero la humildad nos ayudará a hacerlo.
19 Quizás haya ocasiones en que un cristiano crea que el motivo de queja válido que tiene es muy grave para pasarlo por alto. En ese caso, la humildad lo moverá a hablar con la persona que, según él, lo ha ofendido a fin de restaurar la paz (Mateo 18:15). Una razón por la que a veces persisten los problemas entre cristianos es que uno de ellos —o los dos— es demasiado orgulloso para admitir la falta, o que el que toma la iniciativa de abordar al otro lo hace con aires de superioridad y en son de crítica. Por el contrario, la humildad verdadera contribuye muchísimo a resolver los desacuerdos.
20 Una clave para desarrollar humildad es pedir la ayuda y el espíritu de Dios; pero recuerde que Dios “da bondad inmerecida [lo que también incluye su espíritu santo] a los humildes” (Santiago 4:6). Por eso, si tiene diferencias con un hermano en la fe, ruéguele a Jehová que lo ayude a admitir con humildad el mayor o menor grado de culpa que le corresponda a usted. Si alguien lo ofende y se disculpa sinceramente, sea humilde y perdónelo. En caso de que le cueste hacerlo, suplíquele a Jehová que le permita desarraigar del corazón todo asomo de altivez.
21 Comprender los muchos beneficios de la humildad debería impulsarnos a cultivar y mantener tan valiosa virtud. Para lograrlo, tenemos en Jehová Dios y en Jesucristo dos magníficos ejemplos. Nunca olvidemos la siguiente garantía divina: “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es riquezas y gloria y vida” (Proverbios 22:4).
Aplicación
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Una labor que exige humildad
1 La Palabra de Dios nos exhorta a ser “de mente humilde, no pagando daño por daño [...], sino, al contrario, confiriendo una bendición” (1 Ped. 3:8, 9). Tal consejo es del todo aplicable en la predicación, pues el ministerio cristiano puede convertirse en una verdadera prueba de humildad.
2 La humildad es una cualidad que nos permite aguantar situaciones desagradables. En la predicación abordamos a desconocidos sin haber sido invitados, sabiendo que algunos nos tratarán con muy poca amabilidad. Se necesita humildad para seguir predicando a pesar de semejante trato. En un territorio muy difícil, dos precursoras fueron de casa en casa todos los días durante dos años sin que nadie respondiera. No obstante, perseveraron, y ahora hay dos congregaciones en la zona.
3 Cómo responder al trato desconsiderado. La humildad nos ayudará a imitar a Jesús cuando nos traten con mala educación (1 Ped. 2:21-23). En cierta ocasión, una señora y su esposo insultaron a una hermana y la echaron de su propiedad. Ella se limitó a sonreír y a decir que tal vez podrían conversar en otro momento. Su reacción impresionó tanto a la pareja, que cuando otra Testigo los visitó, la escucharon y aceptaron su invitación para ir al Salón del Reino. Una vez allí, se encontraron con la hermana a la que habían tratado tan mal, pero ella los saludó y les dio más testimonio. Nosotros también podemos ablandar a quienes no son receptivos mostrando “genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15; Pro. 25:15).
4 Huyamos de la arrogancia. El conocimiento de la Biblia que poseemos no es razón para menospreciar a los demás o referirnos a ellos en términos despectivos (Juan 7:49). Al contrario, la Palabra de Dios nos aconseja ‘no hablar perjudicialmente de nadie’ (Tito 3:2). Cuando somos humildes de corazón, como Jesús, causamos un efecto reanimador en el prójimo y añadimos atractivo a nuestro mensaje (Mat. 11:28, 29).
5 En efecto, la humildad nos ayuda a perseverar en territorio difícil, puede ablandar a los que no son receptivos y atrae a otros al mensaje del Reino. Pero lo más importante de todo es que agrada a Jehová, quien “da bondad inmerecida a los humildes” (1 Ped. 5:5).
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Una labor que exige humildad
1 La Palabra de Dios nos exhorta a ser “de mente humilde, no pagando daño por daño [...], sino, al contrario, confiriendo una bendición” (1 Ped. 3:8, 9). Tal consejo es del todo aplicable en la predicación, pues el ministerio cristiano puede convertirse en una verdadera prueba de humildad.
2 La humildad es una cualidad que nos permite aguantar situaciones desagradables. En la predicación abordamos a desconocidos sin haber sido invitados, sabiendo que algunos nos tratarán con muy poca amabilidad. Se necesita humildad para seguir predicando a pesar de semejante trato. En un territorio muy difícil, dos precursoras fueron de casa en casa todos los días durante dos años sin que nadie respondiera. No obstante, perseveraron, y ahora hay dos congregaciones en la zona.
3 Cómo responder al trato desconsiderado. La humildad nos ayudará a imitar a Jesús cuando nos traten con mala educación (1 Ped. 2:21-23). En cierta ocasión, una señora y su esposo insultaron a una hermana y la echaron de su propiedad. Ella se limitó a sonreír y a decir que tal vez podrían conversar en otro momento. Su reacción impresionó tanto a la pareja, que cuando otra Testigo los visitó, la escucharon y aceptaron su invitación para ir al Salón del Reino. Una vez allí, se encontraron con la hermana a la que habían tratado tan mal, pero ella los saludó y les dio más testimonio. Nosotros también podemos ablandar a quienes no son receptivos mostrando “genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15; Pro. 25:15).
4 Huyamos de la arrogancia. El conocimiento de la Biblia que poseemos no es razón para menospreciar a los demás o referirnos a ellos en términos despectivos (Juan 7:49). Al contrario, la Palabra de Dios nos aconseja ‘no hablar perjudicialmente de nadie’ (Tito 3:2). Cuando somos humildes de corazón, como Jesús, causamos un efecto reanimador en el prójimo y añadimos atractivo a nuestro mensaje (Mat. 11:28, 29).
5 En efecto, la humildad nos ayuda a perseverar en territorio difícil, puede ablandar a los que no son receptivos y atrae a otros al mensaje del Reino. Pero lo más importante de todo es que agrada a Jehová, quien “da bondad inmerecida a los humildes” (1 Ped. 5:5).
Núm. 3: ¿Deben los judíos poner fe en Jesús para salvarse? (rs pág. 220 párrs. 1, 2)
*** rs pág. 220 párrs. 1-2 Judíos ***
¿Es necesario que los judíos pongan fe en Jesucristo para que sean salvos?
Isaías 53:1-12 predijo la muerte del Mesías, ‘que llevaría el pecado de muchos e intercedería a favor de los transgresores’.
Daniel 9:24-27 relacionó la venida y la muerte del Mesías con “poner fin al pecado, y expiar la iniquidad” (VV [1977]).
Ambos pasajes muestran que los judíos necesitaban tal intercesión y perdón. ¿Podían ellos rechazar al Mesías y esperar que tendrían la aprobación del que lo había enviado?
Hech. 4:11, 12: “[Respecto a Jesucristo, el apóstol Pedro fue movido por espíritu santo a decir a los gobernantes judíos y a los ancianos de Jerusalén:] Esta es ‘la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor que ha venido a ser cabeza del ángulo.’ Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.” (Aunque la nación del Israel natural ya no disfruta del favor especial de Dios, el camino está abierto para que judíos individualmente —así como sucede en el caso de gente de todas las naciones— se beneficien de la salvación que ha sido hecha posible mediante Jesús el Mesías.)
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