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Los políticos se toman muy en serio su profesión. Los deportistas se fanatizan a su bando. Los comerciantes son muy celosos con sus intereses. Los líderes religiosos empujan sus causas. Cuando alguien cree en una idea la propaga con fuerza y constancia. Está dispuesto a entregar su vida como prueba máxima de su fidelidad a una causa. Las ideas mueven pueblos, cambian pensamientos, aceleran procesos y concluyen episodios. Esa ha sido la fórmula con la cual el mundo se ha movido desde las cavernas hasta alcanzar nuestro satélite lunar, y aún ha ido más profundo en éste indómito universo.
Los Testigos de Jehová, fieles a sus enseñanzas, dominan el arte de la predicación. Hablan con sencillez y claridad. Se esfuerzan al máximo para llegar al número mayorde personas que estén dispuestas a oírlos. Son valientes, tenaces y conocen a fondo la prédica que llevan en 239 países y territorios. Y para ello lo hacen en 595 idiomas. Para cumplir con tan noble encomienda se valen de unos 7.538.994 evangelizadores. ¡Un formidable ejército de almas bien armados! Dominan la Palabra de la A a la Z. Es un pueblo despierto, espiritualmente hablando. Allí no hay manos ociosas, ni pies cansados. Allí el tiempo es cuidadosamente usado. Allí se enseña y enfatiza la mejor manera de cómo enseñar y llegar a todos los públicos. Se enseña a profundidad lo que es el propósito de Dios para toda la humanidad. Allí no se habla de política, ni de deportes, y mucho menos de ricos y famosos de la farándula. Allí no se dan habladurías sobre novelas, ni tampoco el último chisme denigrante, que tanto atrae a viejos y jóvenes. Ese es un pueblo fiel y discreto. Limpio, moralmente hablando. Y honesto con sus obligaciones para con el Estado. En países democráticos, socialistas, comunistas, o monárquicos rigen sus vidas con la misma vara. Su conducta es intachable ante cualquier poder político, económico y social. En todo lugar, en todo momento le dan al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.
Allí se enseña la palabra tal como la muestra la Biblia. Allí la fe es una sólidamente amarrada a las promesas bíblicas. Allí no se rinde culto a ninguna pieza de madera o mármol. El Dios que ellos conocen es uno que habla, que oye, que camina, que hace obras maravillosas. Uno que no necesita que lo carguen y lo paseen.
En ese pueblo hay una juventud que no se enlista en los ejércitos de las naciones. No se doblegan ante monumento alguno. Su único caudillo es Jesucristo. Así lo aprenden, así lo viven. Y no tienen miedo de tirar al viento su modo de vida. Por eso es que tienen problemas en muchos países. Por eso es que van a la cárcel. Por eso es que entregan su vida. Así lo hicieron ante la maquinaria infernal del nazismo hitleriano. Fue la única organización religiosa (como institución) que se tiró a las calles de Alemania para denunciar el grave peligro que se avecinaba en toda Europa. Por eso pagaron muy caro. Unos fueron encarcelados, otros fueron fusilados. Adolfo Hitler se ensañó contra ellos jactándose de que iba a eliminar tan insignificante grupo. Hoy Hitler no existe.
¿Por qué este trasfondo histórico? Porque los Testigos de Jehová sumaron una victoria más en su derecho a predicar de la forma más amplia y libre posible. Porque ahora tienen acceso que antes le era vedado, o restringido. Ellos quieren llevar la Palabra de Dios a la mayor cantidad posible de gente a todos los rincones del globo terráqueo. Nada los amilana. No importa cuántas veces los rechacen ellos están dispuestos a buscar la forma legal y moral para llegar a toda la humanidad. Eso para ellos es algo de vida o muerte. Ellos saben muy bien que sus enemigos son muchos, muchísimos, demasiados. Pero persisten en su magnífica obra de evangelizar a costa de sus propias vidas.
Hacen como aquellos apóstoles que eran perseguidos, azotados y encarcelados. Los líderes religiosos de aquellos tiempos le prohibían a los apóstoles que enseñaran lo que habían aprendido de su gran Maestro. Con valor y firmeza ellos contestaban: "Pedro y los apóstoles dijeron: Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres". Siempre que una ley del hombre se oponga a la ley de Dios, entonces el verdadero cristiano tiene una sola opción: Obedecer la ley de Dios. Ahí está el corazón y alma para no claudicar ante situaciones embarazosas. Ese es el principio bíblico que yace detrás de la victoria obtenida por los Testigos de Jehová con relación al acceso libre de las llamadas urbanizaciones cerradas. Detrás de esas verjas y portones se anida mucha actividad anticristiana, y no son los Testigos de Jehová quienes la introducen.
Esta situación se ha tornado visceral simplemente por tratarse de los Testigos de Jehová. Se ha formado una tormenta en un vaso de agua. Así funcionan los odios, los prejuicios y la ignorancia. Hasta el día de hoy no he leído un solo artículo a favor de los Testigos de Jehová. La cristiandad apóstata, amiga íntima del mundo, toma esta decisión con incredulidad. Están primero con las cosas terrenales y luego se acercan tímidamente a las cosas celestiales. Viven en una eterna confusión. Le sirven a dos amos. Pretenden estar con Dios y con el Diablo. Por eso sus muchas oraciones y plegarias no despegan del suelo donde pisan y se arrodillan.
Si Jesús y sus discípulos hubiesen tomado una posición fría, si no se hubiesen tirado a predicar de casa en casa y en todo sitio público, el cristianismo se hubiese quedado estancado en el marco geográfico pequeño de Jerusalén. La misión de Jesús habría abortado desde sus comienzos. Pero no, aquel nuevo ideal fue empujado rompiendo las fronteras de toda la tierra que Dios le había otorgado a Israel. Si hubiesen adoptado una actitud más amigable con el mundo, entonces Jesús no hubiese podido decir que aquel que es "amigo del mundo es enemigo de Dios". Precisamente, eso es lo que ha hecho la apóstata cristiandad: granjearse los aplausos y elogios del mundo. Y como los Testigos de Jehová han dado a conocer al mundo la falsa amistad de la cristiandad con Dios, por eso atacan sin misericordia las posturas de ellos.
La cristiandad es la parte más importante de ese conglomerado de religiones que son descritas en Apocalipsis como "Babilonia la Grande, la madre de todas las rameras". Pero las muchas aguas que la mantienen se están secando. Esa es la falsa religión que tiene en sus libros el pavoroso Infierno como castigo eternal para todas las almas pecaminosas. Están picando muy cerca del pecado que no tiene perdón: el pecado contra el Espíritu Santo.
Las diferencias entre los Testigos de Jehová y la cristiandad son insalvables. No hay manera de compararlos. No soy Testigo de Jehová, pero conozco algo de sus enseñanzas. Los Testigos de Jehová viven una vida limpia, calmada, son familias muy unidas. Trabajan para mantener sus familias y cumplen con todas las obligaciones que les impone el Estado. En sus salones de reunión no se hacen Bingos, ni se habla de Bienes Raíces. Este es un pueblo que ora, que ríe, que llora, que se mantiene despierto espiritualmente. Y que espera con fe las grandes promesas que tiene Dios para toda la humanidad.
Los Testigos de Jehová tienen un compromiso ineludible con Dios y con la humanidad.
El gran pensador Mahatma Gandhi dijo: "Me gusta tu Cristo, no me gustan tus cristianos".
Queda de ustedes,
Arturo Cardona Mattei
Caguas, Puerto Rico
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