Eder Jai, la reconversión de ´un templo de la pelota´

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Eder Jai, la reconversión de ´un templo de la pelota´

Los Testigos Cristianos de Jehová adquirieron y siguen manteniendo el frontón de pelota vasca que triunfó en la década de los 70 en Benidorm 

VICENTE FUSTER
En julio de 1973, finalizaba la construcción a los pies de la "Serra Gelada", del frontón de pelota vasca denominado "Eder Jai". Eran los tiempos de la eclosión turística de Benidorm y se pensó en él como una buena oferta complementaria de ocio.
El juego de la pelota vasca, en pala corta y cesta punta, atraía a multitud de aficionados y curiosos, especialmente a turistas extranjeros y nacionales. El frontón ocupaba una extensión de 17.000 metros cuadrados entre edificio y aparcamiento, tenía una capacidad de 2.373 butacas, un amplio hall para las apuestas y una cancha de 54 metros de largo por 11 de ancho.
Al frente del mismo estuvo José Luis Bereciartúa, su impulsor y gerente. Este empresario y afamado pelotari, tras pasar varios años en Florida, conoció Benidorm y le pareció el lugar idóneo para construir un frontón, para lo cual contó con la colaboración de otros empresarios locales, entre ellos Jaime Puchades. Por el Eder Jai de Benidorm pasaron importantes figuras de la pelota vasca, en la modalidad de cesta punta.
El propio hijo de José Luis, Alberto, nació en Benidorm, estudio en el Lope de Vega y llegó a ser un gran jugador, formado en el Eder Jai que jugó en el frontón de Milford, cerca de Connecticut (USA). Actualmente vive en el País Vasco, pero pasa mucho tiempo en Benidorm y añora su juventud en el frontón donde creció.
El Eder Jai fue escenario de la celebración de diferentes festivales musicales, entre ellos el de la Canción, campeonatos internacionales de pelota y actos benéficos.
Su eclipse comenzaba en junio de 1987, ya que tras el intento de convertirlo en casino primero, acabó en manos de una compañía americana. Poco después era clausurado, por unos incidentes (disparos) que acontecieron fuera del recinto. Meses después los nuevos propietarios americanos lo pusieron en venta, y finalmente la instalación pasó a manos de los Testigos de Jehová, sus actuales propietarios.