Regocíjense con los que se regocijan; lloren con los que lloran (Rom. 12:15). |
El consejo de Pablo que se registra en este versículo puede resumirse en dos palabras: mostrar empatía. Tenemos que aprender a comprender y compartir los sentimientos ajenos. Si fulguramos con el espíritu, los demás percibirán que nos alegramos por las cosas buenas que les ocurren y que nos compadecemos de su dolor. Jesús era así. Él compartió la alegría de los 70 discípulos que envió a predicar. Cuando ellos le contaron lo bien que les había ido, “se llenó de gran gozo en el espíritu santo” (Luc. 10:17-21). En cambio, cuando murió su amigo Lázaro, lloró con los que lloraban (Juan 11:32-35). Debemos seguir el ejemplo de Jesús. Debemos compartir las alegrías de nuestros hermanos, pero también ser sensibles a su dolor. Algo que puede aliviar a un hermano que se siente afligido es escucharlo con paciencia y ponerse en su lugar. w09 15/10 1:15, 16 |
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viernes, 9 de diciembre de 2011
Texto Diario Martes 6 de Diciembre
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